Los ‘poemas-hamburguesa’, contra la dignidad de la escritura
¿Es la vida una lucha entre prosa y poesía? La obra de arte contra el aburrimiento. Vivimos entre el testimonio y el comunicado oficial. La literatura debe estar agarrada a la vida y no a la ideología
“No se puede vivir poéticamente todo el rato”. Son palabras de Edgar Morin, entrevistado por Joseba Elola (El País). “La vida —explica el pensador francés de 101 años— es una lucha entre prosa y poesía. La prosa son las cosas aburridas, las que tienes que aguantar. La poesía es ese estado de encantamiento, de comunión, de disfrute, el que te da el amor por otro, la amistad colectiva, una obra de arte… Cada uno de nosotros debe intentar cultivar la parte poética de la vida porque eso es vivir. Lo otro es solo supervivencia”.
El filósofo es pesimista sobre el momento actual. “Estamos en una era en la que el pensamiento maniqueo y las alternativas simplistas se hacen pasar por conocimiento o pensamiento —asegura—. Y, en las condiciones actuales, cada vez es más difícil defender una visión compleja de las cosas”.
Quien tiene claro que esa lucha la ha ganado la prosa es Manuel Vilas. “La poesía no tiene lectores, es un género muerto —dice el último Premio Nadal a Belén Rico (Granada Hoy)—. Está muerta y enterrada porque no le interesa a nadie (...) Solo existe porque sigue teniendo vida institucional. Le dan el Premio Cervantes a un narrador y la gente lo va a leer, pero se lo dan a un poeta y no lo harán. Hay mucha hipocresía en esto, que se esconde y se silencia”.
Edgar Morin: “Cada vez es más difícil defender una visión compleja de las cosas”
Hernán Díaz va más allá y confiesa a Ana Rosa Gómez Rosal (Jot Down) que siente que “nos hemos olvidado de la literatura y la usamos como mero síntoma de otras cuestiones: la literatura para analizar problemas de clase, problemas de raza, problemas de género, problemas ecológicos”. El autor de Fortuna aclara que todos estos asuntos “merecen atención”, pero “creo que también la literatura, como literatura misma, merece atención”.
Muy crítico se muestra Alejandro Gándara ante Juan Cruz (EPE). “La lengua literaria debe estar agarrada a la vida y no a la ideología —asegura el escritor, que acaba de publicar Primer amor– (...) Hoy estamos entre el testimonio y el comunicado oficial (...) La primera obligación es publicar textos literarios que trabajen con la palabra. No podemos seguir leyendo simples expulsiones de sentimientos o de ideas. (...) Hay mucha literatura de compromiso político, social, de género, de la actualidad. Ahora estamos en la incultura. Con todo lo digital… no sabemos bien qué es la cultura”.
Ayanta Barilli abunda aún más en una entrevista con Israel Zaballa (El Mundo). “La cultura no le interesa a nadie, los libros tampoco. Los escritores menos —asegura la autora de Si no amaneciera—. Se utilizan solo cuando se puede conseguir algún tipo de medallita. Los políticos, en términos generales, no me parece que estén muy cerca de la cultura, ni en lo que proponen, ni tampoco por cómo hablan o por las cosas que dicen”.
Manuel Vilas: “Le dan el Cervantes a un narrador y la gente lo lee; se lo dan a un poeta y no lo hará”
A pesar de todo, “¿nos salva, nos cura la literatura?” Es la pregunta que formula Laura Garcés (Las Provincias) a Juan José Millás. “Nos salva a los que la practicamos como lectores y también como escritores –responde el autor de Solo humo–. Yo soy fundamentalmente lector, y si me salva es porque me lleva a entender mejor el mundo. Además, los lectores tenemos una cualidad bastante alucinante y es que lo que nosotros leemos aprovecha al que no lee. Es como si tú te tomaras una pastilla para el dolor de cabeza y me quitara a mí la molestia. Muy poca gente ha leído a Cervantes, Shakespeare, Dante o Petrarca, pero los valores de esos autores y de toda la literatura están en la sociedad, también en la no lectora. Los lectores transmitimos por ósmosis los valores de esas representaciones, de manera que la literatura salva también a quien no lee”.
P. S. Volviendo al principio, Reiniel Pérez Ventura describe a Eva Blanco Medina (Vogue) cómo debe ser la poesía. “Creo que debe tener siempre elevación. No considero poesía lo que dos personas puedan hablar en una esquina —afirma el último Premio Loewe—. Ese intercambio directo forma parte de su vida cotidiana, pero la poesía debe llevar al hombre hacia la exaltación, hacia lo otro, hacia el misterio, hacia lo bello. Debe haber una cierta dignidad a la hora de escribir. No pienso que un poema que alguien haya escrito en dos segundos, un 'poema-hamburguesa', pueda ser algo estimulante”.