Manuel Vilas se muestra exultante con la publicación de su poesía reunida en el volumen Una sola vida. "Realmente la poesía ha sido mi vida, mi familia, mi casa, mi nación y mi memoria –confiesa a María Serrano (El Debate)–. Sin poesía nada tiene sentido para mí: la identifico con la belleza y con la libertad hechas palabra. Sin belleza y sin libertad no puedo vivir (...) A veces, me gustaría que hubiera más belleza en la vida española".
"Hay que perder el respeto a la literatura", reivindica Enrique Vila-Matas. En una entrevista con Ángel Peña (The Objective), explica que él no la respeta, "precisamente porque la quiero: creo que hay que tratarla de todas las maneras, incluso negándola. Cuanto más la niegas, mejor para ella, porque pierde esta respetabilidad, esa pomposidad…". Y concluye: "Siempre he querido hablar de literatura con otros escritores como si charláramos de fútbol".
El peso del estilo es una preocupación común a los escritores. Así, Juan Tallón cree que "el estilo está al servicio del libro, y no el libro al servicio del estilo". "Cada historia requiere un estilo diferente –dice a Juan Cruz (El Periódico de España)–. No puedes estar escribiendo libros distintos de la misma manera".
Más radical se muestra Laura Carneros, autora de Proletaria consentida, "la joyita que hay que leer este año", en palabras de Paula Corroto (El Confidencial). "Cuando un autor le da más importancia al estilo –explica a Agustín Rivera (Zenda)–, pierde de vista la honestidad con lo que está contando. (...) Es diferente la voz del estilo. Puedes contar algo en primera persona, pero que tu estilo no ahogue tu voz".
"Me gustaría que hubiera más belleza en la vida española". Manuel Vilas
A quien se le notaba mucho el estilo –cinematográfico– era a Godard. En su blog, Víctor Erice le rinde un sentido homenaje. "En estos tiempos presididos a partes iguales por el culto del olvido o la ignorancia –escribe–, Godard ha tenido el mérito de recordarnos la capacidad del cinematógrafo para pensar el mundo (...), demostrando, gracias al vídeo, que se puede contar la historia del siglo XX mediante fragmentos de películas". Y, entre otras muchas citas, recuerda ésta: "El cine hoy ya no permite resistir, la poesía sí."
Quien resiste es Israel Elejalde, que también cita al director de A bout de souffle. "No es que el teatro sea una manera de hacer política, el teatro es política –asegura a Joan Colás (Crónica Global)–. El cine es política. Godard decía: ‘Un encuadre es política’. (...) Hacer una comedieta comercial es pura política porque te hace ver una concepción del mundo. Por ejemplo: que no te preocupes, que todo irá bien, que el hombre tiene que hacer esto y la mujer lo otro... Hasta en la comedia más barata hay política, no nos engañemos".
"Hasta en la comedia más barata hay política". Israel Elejalde
La actriz Tina Sainz hizo mucha política en el teatro. Recuerda ante Javier Becerra (La Voz de Galicia) cómo fue la vuelta a España en 1976 de María Casares, con la que compartió escenario en El adefesio de Rafael Alberti. "La sociedad no la recibió con la importancia que ella se merecía. Solamente hubo entusiasmo y reconocimiento en Barcelona. Allí se volcaron. En Murcia, también. Madrid, no. El mundo teatral de la capital le reprochó el acento gallego (...). No la respetaron, no la quisieron como ella merecía (...) Nadie lamentó que se hubiera puesto enferma y tuviera que salir de España de ese modo. Es esa desidia hacia la gente de la cultura que hay aquí".
P. S. Escribe Fernando Aramburu (El País) sobre un "encuentro" que tuvo con un escritor. "Para él corría el verano de 1936 –aclara–; para mí, el tedioso y tórrido de 2022". No sabía por qué bando decantarse y "me pidió que lo sacara de dudas desde el futuro remoto". Esta fue la respuesta del autor de Patria: "Pues verá, si es usted Federico García Lorca, lo fusilarán los unos en Granada; si es Pedro Muñoz Seca, los otros en un descampado de Paracuellos. Caben, por supuesto, otras opciones. Puede usted elegir la prolongada miseria de la cárcel, la amargura del exilio, la resignación silenciosa o la vergüenza de haber vencido en una disputa fratricida. Haga lo que haga, le dije en conclusión, lo va a tener usted harto difícil, a menos que viva cinco o seis siglos, para merecer el juicio imparcial de sus compatriotas".