Lugar de lo sagrado
Lutgardo García Díaz
6 noviembre, 2015 01:00Lutgardo García Díaz. Foto: Fundación Lara
Lutgardo García Díaz (Sevilla, 1979), médico, ha publicado tres libros de poemas. El primero de ellos, La viña perdida, fue accésit del premio Adonáis en 2013.Lugar de lo sagrado, obra que García Díaz dedica al escritor Aquilino Duque, ha sido galardonada con el Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado. Desde sus páginas iniciales transmite sosiego. Las cancelas, una arquería, un albero o una umbría vegetal de ramas de naranjo nos sitúan en el paisaje cotidiano del autor. Tampoco falta una naturaleza de gramas, helechos, olivares, chopos, bayas que brillan. O la sorpresa de un páramo. El poeta confirma nuestra impresión de que el libro ha sido creado sin apresuramiento: "No forzaste los versos que llegaron despacio, / cada uno a su ritmo y a su sitio / con esa sencillez que tiene lo perenne".
Cerca de la exuberancia paisajística se suceden variadas escenas familiares. El hijo y la esposa son aludidos. Además, el escritor busca las huellas de sus antepasados "entre un montón de fotos apagadas". Así nacen las reflexiones más notables de su obra. La personalidad de Antonio Muñoz Molina o Jacobo Cortines y las páginas de Octavio Paz le sugieren versos. De paso, retrata a vendedores y flamencos de camisas rotas. Y se mira, como "en un juego de espejos ambulantes", en los ojos de un ciervo. En ocasiones, una simple anécdota, la tarea de pescar unas brecas, es descrita con literatura emocionante. A mi juicio, sobresale el poema "Unos gitanos". El tono sereno y la expresión clara persisten. Incluso cuando García Díaz contempla las sepulturas "de niños que nacieron para estar siempre muertos".
Alejadas de la vida diaria del autor, se perciben las calles de París y Roma. La primera de dichas ciudades se presenta con la forma de un recuerdo cargado de sueños. La segunda se limita a darnos su imagen en una postal. Opino que Juan Lamillar acierta al definir Lugar de lo sagrado como "un libro de celebración", pero en todos los espacios se refugia una protagonista silenciosa: la muerte espera en su tela de araña. Antes de la coda, un autorretrato.
Las treinta y ocho composiciones de Lugar de lo sagrado testimonian el encomiable dominio técnico que Lutgardo García Díaz posee. Y, por encima de sus habilidades, una voz poética comedida y prometedora.
@FJIrazoki