Velcro y yo
Martín Rejtman
24 octubre, 1999 02:00Una tras otra se suceden las no-historias en este libro inobjetable literariamente; inquietante desde su perspectiva de la nulidad, del decursar sin preámbulos y sin finales espectaculares, sin "happy end", con la dramática ausencia del drama. Opacos y amorosos. Difuminados como fantasmas que a fuerza de vagar sin cuerpos específicos, pierden hasta los nombres detrás de las marcas de moda.
No obstante, cuidado, debajo de esa apariencia plana, un tanto aburrida, huele a pólvora, a tensiones reprimidas por capas de silencios y es inevitable abrir la boca, como peces fuera del agua en busca de una atmósfera menos viciada, de un poco de oxígeno que nos demuestre que no somos espectros y que comenzamos a vivir con la vida gastada de antemano,raída por la intemperie y los malos usos.
Los que sustentamos que la literatura se nutre de la vida misma, tenemos que detenernos unos segundos para cuestionar si en estos tiempos chatos, interrumpidos sólo por guerras y suicidios, hay en realidad algo que contar que no sea cargar el bolígrafo con los ingredientes de una cámara fotográfica.