El gran depredador. Gabriele D'Annunzio, emblema de una época
Lucy Hughes-Hallett
21 noviembre, 2014 01:00Gabriele D'Annunzio
Aquí puedes leer y descargar las primeras páginas del libro
El muy grueso libro de la señora Lucy Hughes-Hallett (Londres, 1951) es la clásica y bien hecha biografía anglosajona, exhaustiva hasta la nimiedad, insuperable en su número de datos y detalles y entretenida como lectura (no todas esas biografías lo son) porque ella dispone convenientemente el material, con una amplia entrada generalista y testimonial para pasar después al puro menudeo biográfico, con buena pluma cierto, pero también porque es difícil resultar tedioso si el tema es la vida y milagros de Gabriele D'Annunzio (1863-1938). No se pueden tener sino palabras de encomio para el minucioso y rico trabajo de Hughes-Hallet y hasta podría concluirse que será muy difícil mejorar en detalles y precisiones esta biografía de un hombre que creyó en la gloria, en la fama y en el elitismo y que todo lo tuvo, pero tampoco es mal momento para recordar -es otro modo de encarar el arte biográfico- que hay otras maneras más concisas e intensas de narrar una vida, que si dejan caer algún detalle, muestran un retrato magnífico del biografiado, es el caso de la biografía que Phillipe Jullian (gran especialista francés de la época, ya fallecido) dedicó a D'Annunzio en 1971. Creo que no está traducida.
Amante del lujo, de las mujeres, de la acción, de la pasión, de la ambigüedad y del heroísmo patrio, D'Annunzio fue poeta espléndido, gran novelista y autor de teatro, además de periodista notable en sus inicios romanos. Pero si novelas suyas como El placer, El fuego o tragedias como La hija de Iorio o poemas voluptuosos o meramente musicales como "La pioggia nel pinetto" que en un tiempo se aprendían de memoria todos los estudiantes de Italia, lo hacen sin discusión un gran artista y un estilista sumo, no podemos dejar de lado al conquistador de mujeres (a menudo algo mayores que él) y en las que buscaba, muy en decadente, la belleza enjoyada del sufrimiento: duquesas, condesas pero sobre todo la gran actriz Eleonora Duse, la pintora claramente lesbiana Romaine Brooks o la extravagante marquesa (célebre en toda la Europa belle-époque) Luisa Casati... El mujeriego D'Annunzio a veces se sentía femenino en su exquisitez y buscaba mujeres masculinizantes o enfermas o raras.
Se exiló en París, simplemente huyendo de sus muchos acreedores -fue siempre un gran manirroto- y allí escribió en francés su drama El martirio de San Sebastián llevado a escena por una mujer con aspecto de adolescente masculino, Ida Rubinstein... Italia empezó neutral la Gran Guerra, pero D'Annunzio regresó a su país, para predicar violenta y sonoramente la entrada de Italia en guerra, porque le fascinaba la idea de los jóvenes y hermosos héroes guerreros muertos por la patria. Pionero en la aviación, sobrevoló Viena durante la contienda y cuando esta concluyó (con muchas derrotas italianas) él y sus hombres ocuparon durante un año la ciudad de Fiume, que no era italiana. Lo tuvieron que sacar casi a la fuerza -1919- pero convertido en un héroe nacional. Bajito y tempranamente calvo, no dudó en fotografiarse desnudo o en poses viriles como el modelo de una raza o un destino superior.
Cerca del lago de Garda tuvo su última morada, Il Vittoriale (se puede visitar), ejemplo de mezcolanza art nouveau pero también de espíritu militar. Mussolini, aunque luego fue más lejos, empezó como un ardiente admirador de D'Annunzio, y el escritor y héroe aprobó el fascismo que le permitió seguir con su vida, no siempre ejemplar: cocaína, sexualidades varias, pero con el intento (por parte del jefe local del Fascio) de que si a D'Annunzio todo le estaba permitido, no debía hablar en público. Personaje fascinante y grande para un libro no menor.