Vicent y la España en blanco y negro
El escritor aborda en 'Ava en la noche' la España de doble faz de los 50, donde las grandes estrellas internacionales convivían con la gris dictadura
8 junio, 2020 06:04Manuel Vicent (Castellón, 1936) es un gran escritor; solo hay que leer sus columnas en la prensa para constatarlo. Y es, además, un magnífico cronista que refleja como pocos el tiempo y el espacio que conoce. Autor de numerosas novelas y relatos, es un maestro de la descripción, capaz de captar los detalles mínimos de personajes y objetos, y de analizar, con cuidado y sutileza, los sentimientos de las criaturas que asoman a sus textos.
En Ava en la noche recrea la época de la posguerra en una nación destruida por la Guerra Civil, así como la convalecencia, tras sus efectos, en los años cincuenta y sesenta. España era entonces un país en blanco y negro, un lugar menesteroso con descampados y escombreras donde los niños fantaseaban y jugaban peligrosamente; no en vano, en ocasiones aparecía un proyectil olvidado que explotaba de forma inesperada. Más tarde, esos niños, convertidos en jóvenes, arrastraban sus carencias y desafecciones (también la sensación de inmortalidad) y emigraban a Madrid, donde esperaban encontrar un espacio vital mientras seguían persiguiendo sueños. Este es el ambiente en el que se mueven los protagonistas de esta novela, cuya deriva madrileña da pie a hablar de cultura y a describir el mundo de la farándula en el que tantas celebridades brillaron con luz propia, como han reflejado la literatura y el cine.
David, que ha vivido su infancia en la Valencia que siguió a la contienda del 36, se traslada a Madrid con la idea de convertirse en director y guionista; también de conocer a Ava Gardner. En su interior conserva intacto el recuerdo de su amigo Manuel que, sin suerte, no pudo emprender aquel viaje iniciático. David anhela empaparse de la noche madrileña y codearse, a pesar de su timidez, con aquellos personajes famosos que teñían de glamur la vida en plena dictadura, cuando una gran parte de los españoles pasaba necesidades y otros muchos vivían con estrecheces.
Vicent describe muy bien, a través de varias estampas aderezadas con anécdotas, esa España de doble faz de los años 50 donde las grandes estrellas no parecían percatarse de la dictadura
Vicent describe muy bien esa España de doble faz, aunque pone demasiado énfasis en los tópicos instalados desde tiempo inmemorial en el imaginario colectivo, mientras se recrea en los nombres consabidos, sonoros y sugerentes. Manolo Caracol, Lola Flores, Luis Miguel Dominguín, Ernest Hemingway y Ava Gardner son figuras apenas silueteadas que se asoman a las páginas del libro, algunas con notable asiduidad. Del mismo modo, Pasapoga, Moroco, Florida Park, Riscal, Chicote o Villa Rosa son espacios que cualquier español, cuya edad haya superado cierto umbral, es capaz de ubicar en el mapa. A su lado, y como contrapunto de esa España fascinante, el autor recrea los bajos fondos. Se refiere así al crimen de Jarabo, en el que se detiene con palpable delectación, o a las veladas en tablaos flamencos como el Corral de la Morería, donde coinciden individuos de diferente condición social.
La mayor parte de la novela es una acumulación de estampas en las que se describen ambientes y situaciones, todo ello aderezado con anécdotas que animan las escenas mientras se escuchan canciones de entonces, algunas cien por cien genuinas como la evocadora “Luna de miel” en la voz de Gloria Lasso; y otras de aroma inconfundiblemente americano como “Love Me Tender” de Elvis Presley. A modo de telón de fondo, y contrastando con esas fiestas deslumbrantes, Vicent recrea la dictadura franquista de la que, curiosamente, parecían no percatarse aquellas figuras seducidas por las madrugadas de Madrid. Lo mejor de la novela, al lado de las incontables referencias intertextuales (las alusivas a la literatura y al cine son las más significativas) es el juego metaficcional que, no obstante, peca de excesiva ambigüedad. También la crítica feroz a Hemingway, como persona y como novelista, que resulta inusitada por implacable.