Frenéticas llamadas a la imprenta, malabares con los distribuidores, cancelación de viajes y vuelos, mensajes y ofertas en webs y redes y apoyo total a los libreros. Así ha vivido el grueso del sector editorial estos últimos días de total incertidumbre en los que paulatinamente han echado el cierre la cultura en general y el mundo del libro en particular, como confirmó ayer el esperado aplazamiento de Sant Jordi, a fecha todavía indeterminada. "Me iba a final de mes a Berlín y en abril a Bogotá y Buenos Aires y todo eso ha quedado cancelado, claro. También sería una temeridad hacer el Sant Jordi, pues a finales de abril o habrá una situación ya no sólo sanitaria, sino social y económica que lo facilite. Para eso es mejor retrasar, como ha hecho la Feria del Libro de Madrid y hacer las cosas cuando tengan un impacto real que apresurándose", opina Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma.
Es el sentir general de un sector que predica con el ejemplo, pues más allá de los libros publicados hasta mediados de marzo, las editoriales españolas han paralizado su actividad y no publicarán más novedades. "Dejamos de publicar porque, ¿qué haces con un libro editado? Yo tenía cuatro para estos días, lo más llamativo el Premio Loewe, pero si no hay librerías, ni distribuidores, ni clientes...", razona Chus Visor, editor del sello homónimo. "Tampoco están funcionando las imprentas. En la mía hay dos trabajadores frente a los diez habituals, pero ¿para qué vas a imprimir los libros para tenerlos en el almacén? Sin Sant Jordi y sin Feria yo sacaré cuatro libros como mucho de aquí a verano, porque octubre ya es otra vida".
"Dejamos de publicar porque, ¿qué haces con un libro editado si no hay librerías, ni distribuidores, ni clientes?", Chus Visor
En este sentido, la solución común es retrasar el catálogo, los más optimistas un mes, otros directamente sine die. "Hay que reorganizar los libros que van a salir, así que habrá un verano más movido de lo normal y ya veremos cómo trabajamos el otoño, en el que habrá un exceso de publicaciones por parte de todos", afirma Diego Moreno, editor de Nórdica. "No hay una fecha fija porque vivimos una situación tan frenética que todo cambia en horas. El domingo eran dos semanas, hoy se habla de dos meses... Mientras las pequeñas librerías estén cerradas preferimos esperar. Y podemos hacerlo, porque una de las ventajas de una editorial independiente es que al no tener una gran estructura tenemos una buena flexibilidad con el catálogo", apunta el editor de Impedimenta Enrique Redel.
Desgarrones en un tejido frágil
"La caída de consumo cultural va a ser absolutamente brutal estos dos meses. Salvando las diferencias, creo que recordará a la caída de ventas de 2012", Juan Casamayor
Pero a este impás comercial se une otra vertiente, la puramente económica pues, aunque tiende a olvidarse, una editorial es una empresa como otra cualquiera. "¿Cuál es la incidencia económica real? Lo veremos a primeros de abril, pero la previsión de descenso es enorme, seguramente por encima del 70 %", augura Casamayor, que se muestra convencido de que "la caída de consumo cultural va a ser absolutamente brutal estos dos meses y el tejido empresarial vinculado a la cultura muchas veces es muy frágil y vive casi mensualmente. Salvando las diferencias, creo que recordará a la caída de ventas brutal que sufrió en 2012 en el sector, cuando se sintió la crisis. ", advierte.
En esta parte más frágil del sector piensa Silvia Sesé, editora de Anagrama, que vuela su preocupación en "los autores y todos los colaboradores externos autónomos como correctores, traductores, lectores… Aunque seguiremos haciendo libros esta cadena del libro, que muchas veces vive al día, se va a ver muy afectada", sostiene. "Las editoriales, dependen un poco del nivel de liquidez, pero creo que pueden resistir. Sin embargo, todo el sector necesita apoyo, desde líneas de crédito hasta subvenciones o exenciones fiscales a autónomos y editoriales. La clave es seguir funcionando y poniendo un poco de gasolina a la rueda. Hay que dejar todo al ralentí y volver a arrancar cuando se pueda".
"La clave es seguir funcionando y poniendo un poco de gasolina a la rueda. Hay que dejar todo al ralentí y volver a arrancar cuando se pueda", Silvia Sesé
En este sentido se pronuncian los grandes grupos como Penguin Random House, que asegura a través de una fuente editorial que, pese al parón, "mantendremos activos todos los trabajos encargados hasta el momento a estos profesionales externos", que suelen ir con algunos meses de adelanto frente al calendario de publicación. Por su parte, las editoriales independientes centran su preocupación en cómo va a quedar el tejido de librerías. "Nuestro mayor empeño debería ser proponer medidas para que las librerías sigan sobreviviendo con cierto músculo. Deberíamos intentar que las partidas presupuestarias que vaya dirigidas a librerías sean de liquidez", reclama Redel, que propone, junto a otros compañeros, "una compra histórica por parte del Estado para las bibliotecas, como ya se hace en muchos países latinoamericanos, pero siempre pasando por librerías independientes".
A llorar a los bares
En este apoyo a las librerías coincide Moreno, que defiende que "tiene que haber millones de euros para que las librerías, el eslabón más débil, tengan una inyección de dinero que repercuta a todo el sector después. Si ellas tienen dinero, todos nos apañaremos". Sin embargo, reconoce, que más que esperar ayudas públicas del Gobierno, es clave también el papel del público. "Si en verano la gente comprara en plan masivo… pero cuando esto se resuelva, se irán de vacaciones y a los bares y restaurantes, pero no creo que hagan igual en las librerías. Es la diferencia entre turismo y cultura, que es algo mucho más frágil e inestable. Por eso apelo a la concienciación de los lectores, que deben ser conscientes de que tendrán comprar en verano más de lo habitual para ayudar al sector".
"El Estado debería aprobar una compra histórica para las bibliotecas para inyectar liquidez a las librerías", Enrique Redel
Aquí coincide con Visor, muy escéptico en cuanto a las posibles medidas públicas para capear el temporal. "Un mes entero sin vender, ni lo nuevo ni el fondo, lo vamos a notar como todos los negocios, como los bares o las fábricas. El sector siempre reclama porque quejarse es muy sencillo, pero pedir la compra de libros eso es como decir que a partir de mañana todo el mundo se va a tomar una botella de whisky porque los bares han estado un tiempo cerrados. La solución no es esa, y las quejas que ponga el libro las puede poner cualquiera", reflexiona. "¿Van a mandar a la gente por decreto al teatro y al cine? No podemos cargar esto en el Estado. Otra cosa es que haya cierta condescendencia a nivel fiscal con cualquier empresa, y ahí las editoriales somos una más. La solución es menos impuestos, que bajen el IBI, etc. No queda otra que resistir".
Volcados en lo digital
Más allá de futuras medidas, públicas o privadas, y de soluciones ante hipotéticos pero previsibles desastres, el sector se centra en reinventarse en el presente y adaptarse a la nueva situación, que le obliga, como al resto de la cultura, a volcarse en el mundo digital. Lo más obvio es aprovechar este encierro "para leer todos esos libros, recientes o antiguos, que uno tiene en la mesilla o la estantería", apunta Redel, pero también están apareciendo iniciativas ad hoc para la situación que trascienden las alternativas de ebooks, audiolibros y podcasts, potenciadas también estos días, especialmente por los grandes grupos.
Uno de ellos, Planeta, ha lanzado estos días una completa iniciativa digital en la web Keepreadingencasa, donde ofrece la posibilidad de descargarse clásicos de su catálogo como La sombra del viento, El tiempo entre costuras o El código Da Vinci y libros infantiles como los de Geronimo Stilton o C. S. Lewis. Además, también ofrecerán en las próximas semanas una amplia agenda de actividades digitales con autores como Dolores Redondo, Almudena Grandes, Santiago Posteguillo, Elvira Lindo, Antonio Muñoz Molina, Javier Cercas o Manuel Vilas, entre otros.
"Estos días hay que fomentar la comunidad que todos necesitamos desde nuestras casas. Hay tiempo y demanda de contenidos, así que hay que crearlos", Diego Moreno
Del mismo modo, Errata naturae ha decidido liberar y distribuir gratuitamente una quincena de títulos de su catálogo, que son "por distintas razones, prácticamente inencontrables en las librerías". También Anagrama ofrece textos de algunos de sus autores. "Vamos a compartir, desde las plataformas de las librerías, lecturas gratis en ebook de novelas anteriores de autores que tenían en marzo novedad y no han podido promocionarlas: Marta Sanz, Alejandro Zambra, Gonzalo Torné…", explica Sesé. También en redes se ha volcado Moreno, que en las cuentas de Nórdica empezó ayer mismo a colgar "una serie de vídeos con autores, traductores e ilustradores que subiremos diariamente. La idea es crear un canal para fomentar la comunidad que todos necesitamos desde nuestras casas. Hay tiempo y demanda de contenidos, así que hay que crearlos. También hemos empezado a difundir en la web un cuento de Pirandello al día, de su serie de 365 relatos para el año".
Precisamente esa visión de que la lectura es un plan más de ocio es lo que quiere fomentar también Penguin Random House, que desde sus redes está también potenciando "acciones con libreros, y con el autor si es posible, como clubs de lectura que van de lunes a viernes. Además, el almacén sigue trabajando y reponiendo para las librerías online y para los supermercados y quioscos que siguen abiertos. Sabemos que económicamente va a afectar a todos los sectores económicos, pero intentemos ser un poco positivos y ver toda esta situación como una posibilidad para leer todo eso que había en casa, para desempolvar la estantería, no sólo para estar frente a la pantalla", recuerdan desde el grupo.