El Muro de Adriano fue levantado entre los años 122 y 132 por el emperador que lleva su nombre. Con una extensión de 117,5 kilómetros de largo que unía Britania de costa a costa, cumplía el triple objetivo de defender el imperio romano, delimitarlo y regular el comercio. Sus piedras, conservadas a pesar de las sustracciones que durante años hicieron los habitantes de la zona para construir sus propias casas, son testigos del paso del tiempo y de la historia de la humanidad. También simbolizan las barreras, otras murallas, que hoy tristemente nos separan. Pero si algo nos enseña el pasado, puntualiza Santiago Posteguillo (Valencia, 1967), es que “no importan los muros que se construyan, siempre al final se derriban”.
Hasta aquí hemos llegado 1800 años después de que Julia Domna, la emperatriz romana que le diera al escritor su Premio Planeta, lo pisara. Bajo un cielo gris y envueltos en el aire frío del Norte de Inglaterra, este es el escenario que acoge la presentación de Y Julia retó a los dioses, punto final de la historia de su carismática protagonista. “Una vez que Severo se ha establecido en el poder decide viajar hasta allí en el final de su vida”, explica el autor. Enfermo, aquella campaña le permite, además de ampliar su imperio, solucionar los problemas familiares entre sus dos hijos, Caracalla y Geta, que momentáneamente se unen para luchar contra un enemigo exterior común. "Tanto Severo como ella, como sus hijos pasaron sus vidas defendiendo las fronteras del imperio. En la familia podían matarse entre ellos, pero para Roma la dinastía de Julia constituyó un tiempo de paz y de tranquilidad social y comercia", reflexiona ahora Posteguillo. Es en Britania, además, donde "Julia entra como esposa del emperador y retorna como viuda pero madre de dos coemperadores".
"Para Julia no había límite ni tabú que no se pudiera transgredir por el bien de mantener el control, ni si quiera el incesto"
Nacida en Emesa, actual Homs (Siria), la emperatriz tampoco lo hubiera tenido nada fácil hoy. Y Julia retó a los dioses comienza con la diosa Vesta enfrentándose a ella porque no acepta que una mujer no romana esté en el poder de Roma. "Hay un claro mensaje indirecto sobre lo que pasa hoy día. Porque, ¿de dónde era ella? De Siria. ¿Cómo estamos dos mil años después? Igual. Estamos aquí, no admitimos a los sirios por el problema de Occidente y Oriente. Problema que Julia intenta resolver pero no se le hace caso. Si su hijo Caracalla le hubiera hecho caso Europa hubiera evolucionado de forma distinta. Habría evolucionado ambas culturas mucho más unidas que es a lo que ella aspiraba. El mayor imperio del mundo, más grande que el de Alejandro. Pero, ¿le hacen caso? No. ¿Cómo nos va? Mal".
Su protagonista regresa, eso sí, con más sombras que luces. El personaje, explica su creador, "se oscurece porque sobrepasa todos los límites y hay una evolución". Mientras que en Yo, Julia, ella estaba un poco detrás de Severo, aquí, tras la muerte de su esposo, el personaje "eclosiona por completo y brilla más". Tiene más poder y más influencia.
Pregunta. Que tenga más sombras, ¿le asemeja más a los hombres que la rodean o simplemente le vuelve más humana?
Respuesta. Yo creo que la iguala a las hombres porque está en la lucha por el poder y la lucha por el poder era una cuestión de hombres. Pero ella se ve abocada a unos conflictos que el hombre normalmente no consideraba en aquella época. Porque muchas veces se pregunta si fue o no una buena madre. Jamás me ha preguntado nadie si Julio César fue un buen padre. Y lo que te puedo decir es que Julia ejerció el poder con tanta inteligencia como Julio César, fue igual o de buen mal padre que César con sus hijos. Que no fue muy bueno. No medía hasta qué punto sus acciones podían influir directamente en su descendencia. Julia priorizá como Julio César las cuestiones políticas por encima de la maternidad.
"Julia se enfrentó con una valentía enorme a su enfermedad, no quiso tomar medicinas paliativas porque eso le impedía pensar con clarividencia"
P. Además, en esta segunda parte, Julia tendrá que enfrentarse a dos adversidades muy claras, la traición y su enfermedad, el cáncer, que le debilita...
R. Julia tiene el enfrentamiento doble con los problemas internos de la familia y en el entorno de la corte imperial. Y luego el de la enfermedad, sí. Me parecía muy interesante subrayarlo en la medida en que vivimos ahora tanto esta enfermedad. Yo lo he vivido también en mi entorno próximo. Y cuando leí que ella tuvo que luchar contra lo mismo me pareció muy fuerte. Ella se enfrentó con una valentía enorme a aquello, ni si quiera podía tomar los medios paliativos que tenía la época, el opio diluido en vino que preparaba Galeno, porque eso le impedía pensar con clarividencia y ella necesitaba pensar para resolver los problemas. Todo eso me pareció más admirable. No sé cuántos lo harían. Ella lo hacía.
P. Ha comentado que la historia de Roma sirve para entender los modelos de comportamientos que tenemos hoy. ¿Qué modelos tiene su segunda entrega que se asemejen a la actualidad?
R. La traición interna. Como se advierte en el subtítulo, siempre el peor enemigo no es tu oponente político sino el que tienes dentro de tu propia casa. Eso lo vive Julia y eso lo ilustra la novela. Luego está el tema del pragmatismo. Cómo por mantenerse en el poder la gente toma decisiones pragmáticas. Eso no es de ahora, ya viene de lejos. Julia en eso era una ejecutora suprema de pragmatismo político porque cuando sus dos hijos se enfrentan, y uno mata al otro, luego se alinea con el superviviente sin más. En ese sentido era una mujer enormemente pragmática. Conseguía victorias más allá de la muerte. Aunque ella fallece su dinastía sigue. Por eso cuento, o introduzco en la novela, todo la parte mitológica del reino de los muertos y del Olimpo porque si hubieran terminado la novela cuando ella abandona el reino de los vivos, el lector no comprendería su victoria. Había que seguir más allá literalmente. Y eso permite, junto con continuar narrando los hechos históricos en el presente, que el lector pueda comprender la gran victoria de Julia.
P. Ya que lo menciona, ¿qué importancia tienen los dioses y la mitología en esta parte?
R. Eso me permitía mostrar cómo los logros de Julia permanecen después de que ella ha desaparecido de este mundo. Está engarzado con la novela y al mismo tiempo con el universo mental grecorromano. Y de hecho las rencillas que aparecen aquí están construidas reproduciendo las rencillas que arrastran los dioses desde la Ilíada y la Odisea. Por eso Minerva está enfrentada a Neptuno y Marte se alía con Neptuno. Son guiños que yo sé que la gente que sepa un poco de mitología los va a pillar enseguida.
"A Galeno, con la tecnología de hoy en día, el coronavirus le duraba dos tardes"
Luchas de poder, traiciones, enfermedades, mitología e, incluso, incesto, son algunos de los ingredientes de esta nueva receta que Santiago Posteguillo nos presenta en Y Julia retó a los dioses. “Lo que más sorprende de Julia es que no se detenía frente a ningún tabú. Lo del incesto a mí sí me impresionó. Si había que hacerse, se hacía. Para ella no había ningún límite ni tabú que no se pudiera transgredir por el bien de mantener el control del poder”, hace balance el escritor ahora que pone punto final a su historia.
“Ella hacía lo mismo que cualquier hombre por la lucha por el poder pero parece que como era una mujer lo vemos con otro ojos –continúa-. Y yo a eso me niego. ¿Qué era Julia? Lo que fue una gran política y estadista, y luego como madre lo hizo como Julio César o como Napoleón. No brillantemente. Pero Napoleón abandonó a su hijo en Austria que daba pena y nadie pregunta por él. Julia fue incluso una gran militar desde el punto de vista logístico. No sabemos si hubiera sido una buena militar dirigiendo las legiones porque no la dejaron. Pero intuyo que sí. Entonces yo intento valorar el personaje desde la igualdad del siglo XXI sin alterar las circunstancias del siglo II y III”.
P. ¿Y Galeno, el narrador de su novela, cómo evoluciona en esta parte?
R. Galeno era interesantísimo. A Galeno con la tecnología de hoy en día el coronavirus le duraba dos tardes. Es el tío que se da cuenta que si lavamos las heridas no se infectan. Es un tío tremendo. Consigue detener una peste en Egipto. Lamentablemente a pesar de la inteligencia de Julia no le llegó a levantar el veto que tenía sobre las disecciones humanas. Aunque si hubiera vivido lo suficiente yo creo que lo hubiera hecho. Eso retrasa la medicina 1300 años. Hasta el Renacimiento. Pero sí, un Galeno hoy en día nos vendría muy bien.
P. ¿Seguirá escribiendo de personajes femeninos históricos después de Julia Domna?
R. No creo que el tema de la igualdad sea una moda pero yo no me ato ni a modas ni a circunstancias. Sí que puedo pensar que con lo del #MeToo estamos en un momento de cresta, pero yo con Julia empecé antes de eso, termino con ella ahora y no me siento atado a escribir de personajes femeninos. Haré lo que crea que tengo que hacer. Ahora bien, sí tengo una sensibilidad por el tema de la igualdad y me parece bien luchar por ello. Por el momento, estoy haciendo la serie El corazón del imperio para Movistar. Me pidieron una serie sobre emperadores en la antigua Roma y me negué al menos que fuera sobre mujeres. Y así será.