Concepción Arenal, la filósofa de la compasión
Pensadora, escritora, activista, poeta, pionera del feminismo, y acérrima defensora de los derechos humanos, Concepción Arenal (Ferrol, 1820 - Vigo, 1893) se erige por derecho propio como una de las figuras más relevantes y olvidadas de nuestro siglo XIX. Presente en el callejero de casi todas las ciudades y pueblos de España, así como en el nombre de muchos colegios y hospitales, su ecléctico pensamiento ha quedado reducido con el tiempo a un puñado de máximas fácilmente reconocibles, como "El tedio es una enfermedad del entendimiento que no acontece sino a los ociosos", "Odia el delito y compadece al delincuente" o "Cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie", que no hacen justicia completa a una intelectual comprometida que criticó abiertamente las costumbres de su época en busca de una sociedad mejor.
Una justicia y un recuerdo que pretende alcanzar la escritora y profesora Anna Caballé (Hospitalet de Llobregat, 1954) en la biografía Concepción Arenal. La caminante y su sombra (Taurus), un completo recorrido por la trayectoria vital e intelectual de Arenal, que combina aspectos privados, casi todos funestos, como la prematura muerte de su padre, su esposos y su hija, con un repaso por su profusa e innovadora producción. El empeño de Caballé tiene largo recorrido, pues fue en 2003, cuando preparaba la antología La vida escrita por las mujeres, cuando comenzó a hacerse ciertas preguntas sobre la escritora. "¿Era muy católica o lo era poco? ¿Era krausista y de ser así porque no se hablaba de ella al tratar el krausismo? ¿Era feminista? ¿Por qué vestirse de hombre? Cuál era su principal obra?... No había un conocimiento decantado sobre su aportación, así que me quedó la curiosidad".
Curiosidad que ha podido satisfacer con creces durante más de cuatro años de trabajo que le han llevado al Museo de Pontevedra, el Monasterio de Poio, el Archivo Nacional de Cataluña, ola Academia de Ciencias Morales y Políticas en busca de manuscritos, borradores, cuadernos de notas, dos novelas que nunca publicó, e incluso alguna carta inédita suministrada por la familia, material imprescindible para juntar las escurridizas piezas del puzle de la biografía de una mujer que nunca se prodigó mucho en público.
Una mujer visionaria
Una de las claves fundamentales a la hora de aproximarse a la figura de Arenal es contextualizarla en su época. ¿Cómo le afectó vivir en el convulso siglo XIX español? "Es difícil de calibrar la influencia del mundo en que vivimos en nosotros porque lo que somos depende en buena parte del mundo en que vivimos. Desde luego en el siglo XIX dominaba un pensamiento misógino, convencido de la inferioridad mental de la mujer, que hacía muy difícil su autonomía intelectual y todavía más el reconocimiento público", explica Caballé, que asegura que "la única salida era, y mal vista, la de literata. Una filósofa era impensable. Y ella intenta su camino como literata y empieza escribiendo versos, teatro, novelas románticas..."
Sin embargo Arenal no tenía una imaginación verdaderamente creadora, lo suyo, afirma la profesora, "era un pensamiento filosófico, razonador, vinculado a una praxis, a su deseo de contribuir a una reforma moral de la sociedad española que ella veía falta de verdadera vida espiritual. Entonces, es indudable que se realizó como pensadora pero a costa de enormes sacrificios personales y aceptando una masculinización que no iba con su carácter", como por ejemplo el uso de pantalones, algo insólito en el siglo XIX.
Arenal dedicó su vida y su esfuerzo intelectual a la defensa de la mujer, escribiendo dos libros pioneros, y los más desfavorecidos, a la reforma penal (de donde nace otra de sus grandes máximas: "Abrid escuelas y se cerraran cárceles"), y la causa obrera, pues creía que la sociedad no puede fomentar la industria de una forma indiscriminada; y quiso combatir la sociedad de su tiempo desde el punto de vista moral a través de una reforma de las costumbres. En muchos aspectos, fue una auténtica adelantada a su tiempo. Como destaca Caballé, "su pensamiento era moderno porque preveía por dónde iría el futuro de la sociedad: era pacifista, ecologista (defendía la preservación de la naturaleza), feminista, antitaurina… Seguro que de vivir en nuestro tiempo hubiera tenido muchísimo que decir, como ya dijo en el suyo".
La visitadora de cárceles
Pero la aportación fundamental de Arenal, por la que fue muy celebrada en la Europa de su época, fue su trabajo para reformar las prisiones y convertirlas en espacios de rehabilitación de los presos, ya que en su época la gente solía pudrirse en la cárcel sin beneficio para nadie. En este contexto sitúa Caballé la obra más importante de la pensadora, Estudios penitenciarios, publicada en 1877, "sin duda la más valiosa y por la que fue reconocida internacionalmente. Pero un problema que plantea su divulgación es que su pensamiento está disperso en sus libros. No dispone de una obra que exprima su pensamiento filosófico. Probablemente no se atrevió". También afirma la profesora que "si Arenal pudiera ver la infraestructura de las cárceles actuales quedaría muy satisfecha. Todas sus reivindicaciones se fueron asumiendo. Otra cosa es la pobreza, una cuestión que ahora nos sigue inquietando como en época de Arenal".
Y es que, "la clave intelectual de Arenal es la compasión (hoy lo llamamos empatía), es decir, la necesidad de comprender al Otro no por su bien, como se nos ha enseñado, sino por el bien propio", condensa Caballé. "Poniéndonos en el lugar del Otro enriquecemos nuestro mundo y por tanto enriquecemos el mundo. Este es el eje filosófico que ella pone a trabajar en una dirección: la necesidad de tejer una sociedad civil fuerte, ética, empoderada, que sirva de contrapeso a cualquier exceso, que pueda socorrer cualquier necesidad". Debemos recordar que en época de Arenal, a pesar del avance de las sucesivas desamortizaciones, la administración de la caridad estaba en manos absolutas de la Iglesia y los pobres dependían de ella. "Arenal defiende una caridad ilustrada, razonada, que sea administrada por la sociedad civil y por el Estado. Así se puede garantizar la libertad moral de quien la recibe. Y lo pone en práctica fundando La Voz de la Caridad, creando una promotora de viviendas, bolsas de trabajo...".
Entre dos aguas
Pero la realidad es que a pesar de su ingente y capital trabajo, su figura sigue, como comentábamos bastante olvidada. Y Caballé tiene cierta idea de por qué. "Arenal era una católica liberal firmemente convencida de que la Iglesia debía adaptarse a los nuevos tiempos; no podía excomulgar el pensamiento que no le fuera afín, como hizo con el darwinismo por ejemplo. Y quedó atrapada entre dos corrientes cada vez más irreconciliables: para el catolicismo conservador ella no era de los suyos; para el anticlericalismo tampoco".
Esto se traduce en que ningún bando la apoyó abiertamente, lo que en España es sinónimo de ostracismo. "Nuestra forma de valorar las aportaciones del pasado, como sociedad, siempre se hace y se ha hecho en clave política y a ella la política no le interesaba, le parecía que su papel era excesivo. Entonces nadie la hizo suya, excepto algunas mujeres que la reconocieron como inspiradora de su propia acción, pienso en Clara Campoamor y Victoria Kent".