Las vidas ocultas de las Brontë, a través de sus objetos
Siruela se aventura en El gabinete de las hermanas Brontë, de Deborah Lutz
13 octubre, 2017 02:00Dibujo de las hermanas Brontë
Hace casi 200 años, en un pequeño pueblo de Inglaterra llamado Haworth, ignoradas por todos y ajenas a casi todo también, las hermanas Brontë revolucionaron la novela moderna con Jane Eyre (Charlotte), Cumbres borrascosas (Emily) y Agnes Grey (Anne). Su fascinación ha derrotado al tiempo, pues los lectores siguen deseando resolver los enigmas que aún rodean las vidas de estas mujeres ferozmente libres. Deborah Lutz desvela algunos de sus secretos en El gabinete de las hermanas Brontë (Siruela), en el que reconstruye sus vidas a través de sus objetos cotidianos (libros y cartas, sus remendados trajes, sus escritorios, sus amores...).
Dobladillos gastados, zurcidos
La textura del pasado, insiste Lutz, “se asienta en las pertenencias que han sobrevivido a sus dueños, se resiste a desaparecer a través de un zurcido, de los dobladillos gastados”. Y de eso, de trajes zurcidos, sabían mucho las Brontë, sin demasiados recursos, y obligadas a trabajar como institutrices al servicio de niños malcriados y padres peor educados aún.La profesora María Porras Sánchez, traductora del libro, define El gabinete de las hermanas Brontë como “un libro híbrido: no es un ensayo académico ni tampoco una biografía divulgativa al uso, sino que se encuentra a caballo entre ambos. Además -insiste-, posee una prosa muy poética, elegantísima. Por eso este libro es único”. Único para lectores y para mitómanos como los que, cuando murió el padre de las Brontë, peregrinaron hasta Haworth y se llevaron, casi como reliquias, muebles, trajes, incluso trozos de la mismísima casa. “Esta es la ventana donde más le gustaba sentarse [a Charlotte]”, presumió más tarde un periodista que se llevó de allí un verdadero botín. Lutz maneja muchísimas fuentes y datos, ya que ha indagado en decenas de instituciones -del Brontë Parsonage Museum en Haworth a la Biblioteca Pública de Nueva York, pasando por la Houghton Library de Harvard, la Biblioteca Morgan de Nueva York, la Biblioteca Británica, Oxford y el Museo Británico, entre otras-, que atesoran escritos, trajes, cartas y libros de las Brontë, situando cada objeto en su contexto cultural y en los momentos de su vida cotidiana. “Los objetos -subraya la traductora- son una excusa para tratar distintos temas presentes en la obra de las hermanas (la naturaleza, la situación de la mujer victoriana, la imaginación, el amor, los animales), así como la percepción general de dichos temas en la época”.A través de papel, azabache, pelo, piel, libros y ceniza, Lutz ilumina habitaciones enteras de las vidas de las Brontë
Un mito en sí mismas
Lo cierto es que las Brontë han sido objeto de tantos estudios que resulta difícil encontrar aspectos de sus vidas y de sus obras poco tratadas. “Todo en ellas despierta un interés inusitado. Son, como dijo Lucasta Miller en su momento, un mito en sí mismas, especialmente Emily y Charlotte, con una reputación que las precede y que llega a oscurecer su obra y nuestra percepción de la misma”, destaca María Porras, para quien la obra de Lutz resulta “un retrato desmitificador pero muy poderoso”.Habitación de Charlotte Brontë. Museo John Soane (Londres)
Lutz , por su parte, explica en el libro que “a través de los ‘ojos' de materiales tan diversos como hilo, papel, madera, azabache, pelo, hueso, latón, piel, fronda de helechos, cuero, terciopelo y ceniza, se iluminan nuevos rincones e incluso habitaciones enteras de las vidas de estas mujeres victorianas.” Hijas de un pastor protestante, Patrick, las Brontë se quedaron huérfanas de madre en 1821. Las hermanas mayores, María (1814) y Elizabeth (1815), ingresaron en Clergy Daugherts School, una institución benéfica, en julio de 1824; en agosto las siguió Charlotte (1816), y en noviembre, Emily (1818). El colegio era tan lúgubre y cruel que inspiraría a Charlotte el terrible Lowood de Jane Eyre. Allí, además, Maria y Elizabeth enfermaron de la tisis que las mató, lo que aceleró el regreso de Charlotte y Emily a Haworth. Fue entonces cuando las hermanas se aficionaron a fabricar sus propios libros diminutos, unas minirevistas, como forma de buscar consuelo y vencer a la muerte.Los diarios de las pelopatatas
Las más pequeñas de las Brontë, Emily y Anne, comenzaron en 1834 una serie de diarios en papel que explican la vida cotidiana en la casa, y la relación entre el trabajo doméstico y la escritura. Se llamaban a sí mismas las “pelopatatas”, porque ayudaban en la cocina, y lo hacían entre juegos y rimas. Durante los siguientes once años, cada tres o cuatro, escribieron en un trozo de papel (normalmente utilizaban uno cada una), por delante y por detrás y con letra diminuta, todas las minucias que habían sucedido en un día en la casa parroquial. Luego doblaban los papeles para que fueran aún más pequeños y los guardaban en una cajita de hojalata de cinco centímetros. En 1840 decidieron que tenían que ser escritos el día del cumpleaños de Emily, y en el mismo día leían los anteriores, escritos años antes. Más tarde, cuando Charlotte y Anne se fueron a trabajar como institutrices, Emily se quedó en Haworth cuidando de su padre, y se convirtió en una experta en componer versos o garabatear pasajes de Cumbres borrascosas mientras cortaba verduras, cosía o planchaba.Primer libro diminuto escrito por Charlotte a los 13 años
Es posible que si la madre de las Brontë no hubiese muerto prematuramente, sus hijas hubiesen llevado la convencional vida de una joven victoriana, pero su padre favoreció sus estudios, los feroces paseos al aire libre de Emily, y fomentó que fuesen voraces lectoras, al punto de que Charlotte, convertida ya en una celebridad tras el éxito de Jane Eyre, agradecía a sus editores que le enviaran cajas de libros de autores de su misma editorial, asegurando que “los cuidaría, los mantendría limpios y se los devolvería sin un rasguño”, después de que la familia los leyera.Charlotte agradecía a sus editores que le prestaran libros y aseguraba que los devolvería “sin rasguños”