Era difícil encontrar mejores ponentes para analizar la actualidad del teatro en nuestro país. Las obras más recientes de los dramaturgos Lucía Carballal, Alfredo Sanzol y Carolina África están impelidas por las cuestiones sociales más candentes. De ellas, y de la posición que asumen los creadores al respecto, conversaron ayer, en la quinta sesión de Los martes de El Cultural, con el jefe de la sección de Escenarios de la revista. Alberto Ojeda fue el encargado de conducir el encuentro, celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
A Sanzol, director del Centro Dramático Nacional (CDN) desde 2020, la actualidad más dolorosa le sobrevino cuando se encontraba en la preparación de una obra que se iba a titular Fundamentalmente fantasías. La invasión de Ucrania en febrero de 2022 “me bloqueó”, relataba el dramaturgo, reconocido con el Premio Valle-Inclán —galardón que concede esta revista— en 2015. ¿Debía dejar pasar un tiempo prudencial para hacer humor sobre una guerra? Esta vez Sanzol no aplicaría la ley no escrita y se embarcó en una parodia sobre Vladimir Putin.
Después de unas conversaciones con Juan Mayorga —han colaborado en más de un proyecto común— y de calibrar el nombre de Pim, pam, Putin para su obra, finalmente la tituló Fundamentalmente fantasías para la resistencia. “No puedo llevar mi diario por un lado y mi obra por otro”, afirmó Sanzol, por lo que decidió servirse del humor, el recurso en el que se ha desempeñado con más destreza, como un acto de oposición a la violencia.
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África siempre escribe sobre los episodios que más le han "transformado o golpeado". Así, sus experiencias como colaboradora en la prisión de Valdemoro alumbraron El cuaderno de Pitágoras, mejor montaje teatral de 2022 según los críticos de esta revista. La dramaturga, actriz y productora teatral reconoce que su obra Una buena vida está atravesada por los ecos de la pandemia, Filomena o los recortes de sanidad, aunque la actualidad no es una de sus principales motivaciones creadoras.
En la misma línea se expresaba Carballal: “La actualidad me interesa mucho, pero intento diferenciarla de los titulares”. Para la dramaturga y guionista de series de televisión como Vis a vis, lo importante es “atrapar un clima, más allá de los eventos”. Le interesa, por ejemplo, reflejar la polarización de la sociedad. En el éxito que ha resultado ser Los pálidos, en el que Carballal debuta como directora de escena, se retrata a un autor hegemónico en la recta final de su carrera, trama que da pie a invocar cuestiones como "el combate generacional, el conflicto entre sexos" y, sobre todo, “la responsabilidad a la hora de contar historias”.
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La enjundia de la conversación discurrió en torno a la moralidad de los creadores, que se debaten con sus propios principios para tratar asuntos espinosos en sus obras y deben asumir posiciones que a veces colisionan con la corrección política. La autocensura, término que curiosamente no se citó en ninguna ocasión, gravita sobre el compromiso ético de todo autor que se precie. Carballal es partidaria de “no ofrecer [al espectador] un ejemplo de nada”. A la dramaturga le preocupa "que la ficción se desplace hacia el terreno de lo ejemplarizante".
Consciente de que "la televisión no está mostrando la pluralidad social" que nos atañe, África es proclive a incluir "contradicciones" dentro de sus personajes teatrales. "Mi hija no se ve representada en las ficciones", dijo. Este conflicto es el que puso de relieve, con mucho tino, Carballal. La dramaturga lamenta que las minorías no puedan representarse habitualmente a través de atributos negativos por temor al juicio social. Incluso a veces tiene qué preguntarse "cuál es el derecho que tiene un creador a contar la historia de una clase social distinta a la suya".
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Esto ocurre, según su criterio, porque "pensamos en el espectador como alguien más joven sobre el que tenemos mucho poder". Sanzol, en cambio, se siente "amparado por la sociedad". Si quisiera "callarnos", dice, lo acabaría logrando. Ahora bien, "no me puedo hacer responsable de lo que dicen mis personajes", defendió, pues son ellos los que recogen las tensiones de la sociedad actual. Al cabo, "los creadores somos armadores de conflictos", dijo.
En cuanto a la brecha que separa a las ficciones teatrales de las televisivas, Carballal se mostró orgullosa de provocar una bien entendida "envidia" entre sus compañeros. Se refería al grado de "libertad" que presentan las dramaturgias respecto a los guiones para proyectos audiovisuales. Por su parte, a África le apena que el espectador común siempre dé oportunidades "a las series o a las películas" cuando una no les ha gustado, algo que no siempre ocurre en el caso de una obra teatral. "A la gente no le gusta el teatro porque no ha tenido buenas experiencias", concluye.
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El público joven centró la recta final de la conversación. Sanzol celebró que los datos de asistencia hubieran mejorado en los últimos meses, y recordó que un menor de 30 años puede entrar en el CDN por cinco euros. El problema —apuntó— reside en la disposición de los centros educativos. Y es que "los profesores no se arriesgan" con obras de temática social polémica. "Están desprotegidos", protestó.