En Los pálidos, la dramaturga Lucía Carballal (Madrid, 1984) lleva a un escenario el día a día de un grupo de guionistas de una serie de televisión. Se trata de un drama de ideas con cierto formato realista que enfrenta a un veterano profesional de la tele con una joven arribista identificada con las actuales modas del poder. En el fondo, es el drama clásico que provoca el relevo en el poder o la sustitución de lo viejo por lo joven.
La obra puede verse en la sala Francisco Nieva del Centro Dramático Nacional, que la ha producido, y supone el debut de la autora como directora de escena. Es también el retorno de la autora a los escenarios madrileños después de Las bárbaras y de su colaboración en el experimento online de La pira del citado teatro nacional.
Carballal dedica la primera parte de la obra a los prolegómenos del conflicto, con diálogos muy elaborados y a través de los cuales afloran las nuevas ideas que harán caer el poder viejuno. Estas ideas son en nuestros días las que defiende el progresismo en la guerra cultural: feminismo, activismo LGTBIQ, inclusismo, ecologismo, multiculturalidad... Al mostrar cómo se manifiestan en la televisión, surgen escenas paródicas y descabelladas cuando los guionistas de la serie incluyen o excluyen desarrollos argumentales en función de si serán sancionados por su audiencia, fundamentalmente femenina. Cuesta creer que se escriban las series hoy día tal y como aquí se plantea, pero tampoco resulta tan descabellado, visto que estas nuevas ideas son las que dominan hoy la cultura popular.
En cualquier caso, y aunque Carballal es guionista de televisión, no creo que haya pretendido una obra realista que reproduzca con fidelidad este mundo que ella conoce. Además, Los pálidos no es una obra de caracteres, sino de personajes que representan ideas al estilo del teatro de Ibsen. Carballal aprovecha muy bien la neutralidad que le brinda un género como el dramático para crear personajes descriptivos, que se defienden a sí mismos de principio a fin en su propia individualidad, sin sobrestimar a unos por encima de otros. Cuenta, además, con un fabuloso elenco de actores para recrearlos y dotarles de credibilidad.
La obra se centra en la rivalidad entre el personaje Jacobo, interpretado por Israel Elejalde en la segunda vez que protagoniza una obra de Carballal, y María, a la que da vida Natalia Huarte.
Jacobo es jefe de guionistas y figura de éxito en el mundo de la ficción televisiva que pasa de los cincuenta años y acaba de sufrir un bache profesional al decidir un desenlace “políticamente incorrecto” para la serie en la que estaban trabajando. Su descrédito profesional es proporcional a las críticas que la serie ha recibido de sus seguidoras.
Por su parte, María, de ser una joven profesora que cobra por horas y librera en un barrio del extrarradio dedicada a la causa del feminismo, pasa sorprendentemente a ser guionista sin experiencia en la televisión por obra y gracia de Jacobo, que le abre la puerta para que lo destrone.
En mi opinión es Gloria, en manos de Manuela Paso, el personaje más emocionante y dramático; ella es la que primero desenmascara los intereses de los demás, nos informa de la lucha generacional y profesional que se está librando y es la primera víctima. Aliada de Jacobo, con la que lleva haciendo tándem profesional desde hace quince años, acaba defenestrada. Representa también el polo opuesto a María, ya que de poco le servirá su profesionalidad frente a una jovencita que, aunque no tiene ninguna experiencia laboral, defiende con la convicción del catequista las ideas del poder.
Más desdibujado dramáticamente queda Max, hermano de Jacobo, y que interpreta Miki Esparbé. El elenco se completa con la joven Alba Planas en el personaje de la hija de Jacobo, Miranda, y que representa la generación incipiente, la consumidora de series de televisión.
La pieza alcanza el final con un extraordinario epílogo, momento culminante de la lucha entre Jacobo y María, donde se nos revela que, en definitiva, y por encima de ideologías, lo que realmente cuenta son los intereses personales y el disfrute del poder.
Ficha técnica
Sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán (Centro Dramático Nacional)
Texto y dirección: Lucía Carballal
Reparto: Israel Elejalde (Jacobo), Miki Esparbé (Max), Natalia Huarte (María), Manuela Paso (Gloria), Alba Planas (Miranda)
Escenografía: Alessio Meloni (AAPEE)
Iluminación: Paloma Parra
Vestuario: Sandra Espinosa
Sonido: Sandra Vicente
Videoescena y fotografía: Bárbara Sánchez Palomero
Producción: Centro Dramático Nacional