Valeria Castro en las oficinas de Warner, Madrid.

Valeria Castro en las oficinas de Warner, Madrid. Cristina Villarino

Música

Valeria Castro pone voz a la 'guerra fría' estética: "La enemistad femenina con el cuerpo es intergeneracional"

La cantautora canaria, nominada dos años consecutivos a los Goya, lanza su segundo álbum, 'el cuerpo después de todo', donde colabora con Sílvia Pérez Cruz.

Más información: Zahara, sobre el #MeToo en la música: "Con lo que los hombres han visto, deberían tener unas noches malísimas"

Publicada
Actualizada

Dice Rozalén que Valeria Castro (La Palma, 1999) es "un oasis entre tanto ruido”, una cantautora de "alma vieja y a la vez muy fresquita". La canaria, que consiguió convertir en poesía la tragedia del volcán de su isla con el disco con cariño y con cuidado, se ha convertido en la protegida de artistas veteranas como la albaceteña o Sílvia Pérez Cruz, con la que ha colaborado en su nuevo álbum: el cuerpo después de todo, publicado este viernes. 

A Castro se le iluminan todavía más los ojos al oír hablar de estas "dos mujeres maravillosas". "Rozalén siempre se preocupa por cómo estoy, me baja a lo humano", reconoce a El Cultural. "Sílvia es mi referente, mi musa", añade sobre la catalana.

"Hay una sororidad entre ellas, también entre amigas como Tanxugueiras o Queralt Lahoz, que estando muy lejos todas siempre hay una pausa para preocuparnos las unas por las otras. Es una industria que solo nos hace coincidir en momentos concretos pero nos conecta tanto que quedamos pendientes de todas para protegernos y apoyarnos". 

Si el anterior disco apelaba explícitamente a su isla y a sus raíces —"Siempre las voy a llevar por bandera"— en este Valeria Castro ha tenido que rebuscar en su interior para poder ponerle palabras a un malestar que llevaba tiempo rumiando."Siempre me he permitido mostrarme vulnerable, pero he tenido cierto respeto de confesar a la gente que la mirada que tengo en el espejo no es una mirada amable".

Mirar hacia dentro no le ha alejado de lo colectivo. A través de la inspiración de un imaginario literario que pasa de la prosa de Paul AusterSara Torres  a la poesía de Alejandra Martinez de Miguel, Castro ha conseguido poner voz a una "guerra fría" estética que afecta sobre todo a las mujeres. "Ojalá hubiéramos superado algo, pero las presiones estéticas y la enemistad femenina frente al cuerpo es intergeneracional. Miro a mis amigas, mi madre, mi abuela y nos veo a todas con las mismas herencias de las que no nos hemos podido liberar", lamenta. "No sé cuál es la solución, pero confío que ponerle palabras y asumirlo, nos permita, si no sanarlo, empezar a dar pasitos". 

"Ojalá a la piel desnuda la miren con ternura cuando una no puede", canta en la canción homónima del álbum. Para la cineasta Itsaso Arana, la canaria ha inventado un nuevo género musical: en vez de canciones de desamor ha hecho canciones de reamor, hacia una misma, hacia el propio cuerpo. "Siempre me dice mi psicóloga que soy mucho más que mi cuerpo. Soy el cerebro que tengo, las palabras que uso, la voz que tengo y las canciones que canto. Estoy en el proceso de intentar conformarme y centrarme en eso", reconoce con sencillez la artista. 

Plasmar todo "ese peso que no sale en la báscula y que también cargamos a la espalda" e intentar suturar estas heridas a través de la música le enorgullece. "Las canciones permiten que se exteriorice de una forma tan tierna, vulnerable y humana que me siento muy agradecida de que este sea mi trabajo". 

Castro, que debutó con su primer EP chiquita (2021), parece haber tomado el relevo generacional de la canción popular contemporáneaEscribió su primera canción a los 5 años y a los 10 se enfundó la guitarra española. El timple canario llegaría después, así como el bombo legüero o el pandero cuadrado. La cantautora los saca a relucir con facilidad y naturalidad en cada canción y concierto, en los que se rodea de una banda tan numerosa como ecléctica. 

Valeria Castro en las oficinas de Warner, Madrid.

Valeria Castro en las oficinas de Warner, Madrid. Cristina Villarino

En su música, estos instrumentos tradicionales parecen haber encontrado una segunda vida. "Utilizarlos surge por la sonoridad que aportan, no tanto por lo estético o lo histórico. Me siento muy bien tocándolos, porque se sienten muy vivos y eso se agradece a la hora de tocar en directo". Todos ellos forman parte también de la riqueza sonora de este nuevo disco, compuesto a ratitos libres entre Madrid y Ciudad de México junto al productor Carles 'Campi' Campón (que ha trabajado con Jorge Drexler, Natalia Lafourcade y Vetusta Morla). 

Lejos de agotarse, esa revolución folclórica que explotó tras la pandemia sigue extendiéndose, con hitos como el Premio Nacional de Músicas Actuales 2023 a Rodrigo Cuevas o el último disco de Bad Bunny, un homenaje a los sonidos más puros de Puerto Rico. Sobre el por qué de este regreso colectivo al folclore, Castro prefiere no aventurarse. "No sé que pasará por la cabeza de Bad Bunny, me gustaría saberlo", ríe la canaria, para quien su pequeña revolución "nace del agradecimiento" hacia su tierra y hacia otras de las que aprende cada día. 

"Te das cuenta que lo musical no solo es la música popular que te impusieron, sino una herencia de muchos lugares muy bonita de la que se puede beber. Entiendo que no se quiera abrazar lo puro del folclore, pero yo vivo del imaginario del folclore, de esos tiempos ternarios, de esos ritmos folclóricos percusivos. Me parece precioso usarlo a favor de la emoción de las canciones", apunta la artista, que se ha erigido como un símbolo de la resistencia cultural canaria, reivindicada desde el reguetón de Quevedo, hasta fenómenos literarios como Panza de burro (2020) de Andrea Abreu.

Aunque la palmera es capaz de crear un refugio emocional universal en el que todo el mundo cabe. De ahí que haya sido capaz de poner también voz al drama de los vecinos de Torre Baró en la taquillera El 47 con "El borde del mundo", canción que le valió su segunda nominación consecutiva a los Goya, la primera fue por El amor de Andrea junto a Vetusta Morla. 

En abril arrancará la gira de este nuevo álbum con el que recorrerá 17 países europeos y de Latinoamérica, culminando en el Movistar Arena de Madrid. La cantautora dice estar acostumbrada a esa vida de carretera y avión con la que dio 82 conciertos en la anterior gira. "Hay cosas que pesan, estar fuera de casa, tener que viajar horas y horas. Pero hay una cosa tan brutal en el momento que sales al escenario, que lo apaga todo, apaga cualquier ruido. Y para alguien que tiene mucho ruido en la cabeza, que haya algo que lo apague, me da la vida".