Rodrigo Cuevas, músico y agitador folclórico: "Soy un señor majo que se ríe mucho de sí mismo"
Tradición y vanguardia convergen en este original artista. LABoral de Gijón le dedica una exposición mientras él sigue peregrinando con 'La romería'.
2 junio, 2024 01:47¿Qué libro tiene entre manos?
Cruising. Historia íntima de un pasatiempo radical, de Alex Espinoza.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
El aburrimiento.
¿Con qué personaje cultural le gustaría tomar un café?
Con Orlando, de Virginia Woolf.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza. Me encantó y, de hecho, me están dando ganas de volver a leerlo.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
En papel y por la noche. También en los trenes.
¿Qué persona o acontecimiento cultural le hizo cambiar su manera de ver el mundo?
Una mascarada de carnaval en un lugar de España que no revelaré porque no quiero que se masifique.
Le dedican una exposición en la LABoral de Gijón y acaba de agendar una segunda fecha en Oviedo en diciembre tras agotar entradas. ¿Se siente profeta en su tierra?
Sí, me siento muy querido en Asturias. Al público le gusta que use nuestros códigos locales y se siente representado.
¿Quién es Rodrigo Cuevas, ateniéndonos a lo que puede verse en esa exposición?
Un señor majo que se ríe mucho de sí mismo.
¿Qué le llevó a sumergirse en el folclore y mezclarlo con sonidos contemporáneos?
Fui descubriendo el folclore y reinterpretándolo de una manera muy natural, sin unos parámetros prefijados.
No está solo en eso, otros artistas como Baiuca o Tanxugueiras exploran la misma vía. ¿Es una revolución?
Mucha gente está volviendo la mirada hacia los saberes tradicionales para llevarlos de nuevo a la excelencia. No solo en la música, también en el arte y la artesanía.
[Revolución 'trad': nuevos tintes para la música folclórica]
¿Qué se celebra en esa romería que está llevando por los escenarios?
Celebramos las amigas, el paisaje, la familia y la libertad en un espectáculo en el que canto las canciones de mi disco Manual de romería y en el que me revuelco mucho por el suelo, como siempre. Nos lo pasamos muy bien arriba y el público se lo pasa muy bien abajo.
¿Qué tal se vive en la aldea, lejos del bullicio de la ciudad?
Muy bien, no lo cambio por nada. Se vive una vida más real y con menos máscaras, que están muy bien pero son agotadoras porque pesan muchísimo.
¿Qué película ha visto más veces?
El último tranvía, de Lina Morgan. De pequeño me moría de risa con ella y me sabía todos los diálogos.
¿Se ha enganchado a alguna serie?
Sí, a Mi reno de peluche. Me gustó, es bastante inquietante y grotesca.
¿Le importa la crítica, le sirve para algo?
Sí, me gusta leerlas. La mayoría de las veces las críticas profesionales –no el hate– expresan con palabras lo que tú percibes con sensaciones.
¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
Algunas cosas sí, otras no. Estamos en una época del arte contemporáneo un poco más pop y sentimental, porque antes apelaba demasiado a lo cerebral.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado?
La que hicimos desde La Benéfica de Piloña en el antiguo balneario de Borines para seguir rehabilitando nuestro centro cultural, con obras donadas por artistas como Carlos Aires, Kiko Miyares y Carmen Castillo.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
De Carlos Aires. Me gusta mucho una obra suya en el MACBA, un parqué hecho con maderas del cementerio de pateras de Cádiz. Ese es el tipo de arte contemporáneo que me emociona.
¿Le gusta España?
Sí. No podría vivir en otro sitio que no fuera España o Portugal. Aquí vivimos muy bien, tenemos mucha suerte.
¿Qué medida aplicaría para mejorar el sector cultural?
Hacer un currículo escolar vertebrado por la cultura, para que esta pesara tanto como las matemáticas.