El New York City Ballet desembarca en el Teatro Real: mujeres que vuelan al compás de Balanchine
La compañía neoyorquina actuará del jueves al domingo en el coliseo madrileño con un programa que rinde homenaje a su histórico factótum
23 marzo, 2023 02:39Del 23 al 26 de marzo, el escenario del Teatro Real estará tomado por el New York City Ballet. La compañía que, cuarenta años después de la muerte de su factótum, el gran George Balanchine, sigue resistiendo los envites de su ausencia. A falta de alguna obra de Jerome Robbins –la otra pata creativa de esta histórica formación–, el tríptico que presentan reúne lo mejor del pasado y un guiño al presente. Ver los ballets de Balanchine por los artistas del New York City Ballet es algo único. La velocidad y precisión de sus piernas, la libertad de los brazos infinitos de sus bailarinas y la musicalidad imperante en las ejecuciones demuestran que, al otro lado del Atlántico, el ballet se convirtió en otra cosa.
En su presentación no podía faltar Serenade (1934), probablemente el ballet balanchiniano que más compañías tienen en repertorio: nuestro Ballet Nacional de España Clásico –actual Compañía Nacional de Danza, entonces dirigido por María de Ávila– también lo presentó en 1983 y la imagen de una de sus bailarinas enfundada en el famoso tutú azul diseñado por Barbara Karinska se convirtió en emblema de nuestra compañía durante años. Serenade no sólo resiste al paso del tiempo, sino que sigue siendo un tratado del arte de la coreografía.
Balanchine creó un ballet en el que las mujeres –especialmente el corps de ballet– protagonizan un sinfín de combinaciones numéricas y espaciales sobre la Serenata para cuerdas en Do Op. 48 de Chaikovski mientras tres solistas femeninas interpretan pasajes vertiginosos. El coreógrafo creó una primera versión para los estudiantes de su recién formada School of American Ballet –que sigue nutriendo a la compañía de bailarines especializados en la hoy célebre ‘Balanchine Technique’– y fue incrementando su complejidad durante años a medida que su plantilla, cada vez mejor formada técnicamente, se lo permitía.
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Balanchine se tomó la licencia de alterar el orden de la partitura, cerrando el ballet con el tercer movimiento –la ‘Elegía’– mientras que la parte más briosa –el ‘Tema Ruso’ con el que Chaikovski concluía la pieza– lo precede. En ese hoy famoso ‘final previo al final’, el coreógrafo incluyó la caída al suelo de una bailarina durante un ensayo, transformándola en coreografía. Un montaje histórico en el que Balanchine también incorporó la entrada a destiempo de otra joven que llegó tarde al ensayo o un número siempre cambiante de artistas en escena, dependiendo de cuántos estudiantes acudieran cada día. Cuenta una leyenda urbana que Balanchine creó su primer Serenade en cinco días.
Square Dance es otra de las obras más prodigiosas de su inventiva y está inspirada, como indica su título, en un square dance tradicional americano en el que los bailarines intercalan el intrincado trabajo rápido de piernas que adoraba el coreógrafo con la estructura de aquellos bailes sociales de antaño: cambios de pareja, planos escénicos que varían… y un recuerdo velado al hoy desaparecido caller –la persona que ‘cantaba’ los movimientos a interpretar– que el coreógrafo colocó en escena, junto con la orquesta, en su primera versión de 1957. A partir de 1976, añadió un solo masculino, devolvió a los músicos al foso y dejó que la pareja solista ejecutara sus pasos unos pocos compases antes que el resto del grupo, a modo de recuerdo del caller. Square Dance esconde infinitos guiños coreográficos en la música de Vivaldi y Corelli, deslumbrando al público con una aparente simplicidad acentuada por el hecho de que los bailarines actúan en ropa de ensayo.
Zapatillas deportivas
Cierra la velada una obra de Justin Peck, actual coreógrafo residente y asesor artístico del NYCB. Con más de 45 ballets creados para algunas de las más relevantes compañías de danza, el coreógrafo –hermano de Tiler Peck, Primera Bailarina de la compañía y una de las artistas más brillantes y veneradas de la actualidad– parece seguir la estela de Robbins con sus incursiones en cine y teatro. The Times are Racing es una pieza para una veintena de bailarines en zapatillas de deporte y un vistoso vestuario urbano de Humberto Leon sobre cuatro piezas del álbum America de Dan Deacon.
La compañía que fuera hogar y laboratorio de Balanchine tiene hoy como director a Jonathan Stafford, y a Wendy Whelan como directora asociada; ambos, antiguos primeros bailarines de la compañía y altamente respetados tanto por el público como por la profesión. Los acompañará en el foso la Orquesta del Teatro Real, dirigida por Andrews Sill y Clotilde Otranto.