George Steiner halló en sus Antígonas una forma de entender el mundo contemporáneo. Recreó el mito y halló una nueva cara de los circuitos existenciales que Sófocles vislumbró en forma de tragedia. Esa misma intuición es la que ha guiado al director de escena belga Guy Cassiers a acercarse a esta figura inagotable del teatro clásico a través de Antigone in Molenbeek + Tiresias, dos monólogos que intentan explicar los prejuicios reprimidos de la sociedad actual firmados por Stefan Hertmans y Kae Tempest, respectivamente.
"Había que escuchar las dos obras juntas porque forman parte de un proceso épico, poético y político". Guy Cassiers
El 39 Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid se traslada de esta manera, los días 19 y 20 en los Teatros del Canal, al barrio de Molenbeek (Bruselas), epicentro de los atentados perpetrados por seguidores del Estado Islámico en 2016. Antígona es aquí la hermana de un terrorista suicida al que las autoridades niegan el entierro y Tiresias un personaje mutante que sufre varias transformaciones hasta convertirse en un profeta ciego.
“Empecé por el Tiresias de Tempest y luego leí el texto de Hertmans, Antigone in Molenbeek. Enseguida pensé que había que escucharlos juntos porque ambos forman parte de un proceso épico, poético y político que nos permite
desarrollar la imaginación y elevarnos más allá de lo material. Fue la modernidad de estos escritos, absolutamente originales, diferentes en estilo, lo que me hizo querer presentarlos juntos”, explica el director a El Cultural.
Uno de los aspectos que define los montajes de Cassiers es su personal despliegue tecnológico, esta vez filtrado por la puesta en escena de Charlotte Bockaert, la producción de Toneelhuis, la iluminación de Fabiana Piccioli y la música de Shostakóvich (Cuarteto de cuerda Nº 15) interpretada por el Danel Quartet. “Elegí a Shostakóvich porque hay mucha ambigüedad en su música. Estas composiciones fueron encargadas por el Estado soviético y, por lo tanto, debían cumplir con los criterios de la música ‘socialista’. Su música es también un guiño a este tipo de imposiciones. Intenta llegar lo más lejos posible en su enfoque personal dentro de un curso prescrito. Es casi esquizofrénico porque conoce las amenazas que se ciernen sobre él. Dicen que siempre tenía una maleta lista por si lo arrestaban en las primeras horas de la mañana. Estas tensiones internas se encuentran en sus partituras”.
Otro recurso cargado de sorpresas es el vídeo, con el que Cassiers quiere mostrar el alma de los personajes. Las imágenes son en directo. Cada pieza tiene su propio estilo de filmación pero el resultado es el mismo para ambas: provocar rupturas de escala entre la imagen proyectada en una gran pantalla y la presencia escénica de los actores. “Para Antígona, la cámara es como una araña que encierra a su presa con su tela. Ella se mueve y la cámara la sigue, la observa desde todos los ángulos y reduce su universo. Para Tiresias, por el contrario, los objetivos abren lentamente su universo permitiéndole generar nuevos mundos. El espectador se enfrenta así a un mosaico sensorial de palabras, imágenes, sonidos, cuerpos, técnicas y proyecciones”, desvela el director, que prepara para la Comédie Française una adaptación de Los demonios, de Dostoievski. “Es la primera novela sobre terrorismo doméstico”, concluye.