Rosa Montero, más allá del dolor
Nunca ha ocultado sus ya lejanas incursiones en el teatro independiente a través de grupos como Tábano. También acude ocasionalmente a escenarios como los del Español o La Casa del Lector para presentar sus novelas en montajes que ella misma escribe y dirige. Rosa Montero y el teatro siempre han estado muy cerca. Tanto como la versión que el director Eugenio Amaya (Santiago de Chile, 1951) y Aran Dramática estrenan el 4 de junio en el Teatro Fígaro de La ridícula idea de no volver a verte, un título en el que Montero, guiada por los diarios de Marie Curie, vierte la dolorosa experiencia de perder a un ser querido (en este caso su pareja, el periodista Pablo Lizcano).
"Es el libro más hermoso que ha escrito Rosa Montero", afirmaba contundente Pilar Castro en la crítica publicada en estas páginas. El montaje que veremos sobre el escenario de la calle Doctor Cortezo lo protagoniza la actriz María Luisa Borruel. Es un monólogo que, según explica la escritora madrileña a El Cultural, presenta a un personaje más dramático que el del libro, que tiene más sentido del humor: "Sólo he visto un primerísimo ensayo general. No sé si el personaje quedará finalmente así. En todo caso, me quedé impactada. Es una gran actriz”.
La otra columna vertebral que sostiene el montaje es Amaya, con quien Montero reconoce haber colaborado en los borradores de la obra con algún pequeñísimo comentario. "El mérito es suyo y creo que ha hecho un trabajo absolutamente formidable", señala la autora de Los tiempos del odio (Seix Barral) y El arte de la entrevista (Debate), sus entregas narrativas más recientes. "Nunca pensé en La ridícula idea de no volver a verte como un monólogo. Ni se me ocurrió, pero debe ser un buen material porque están en marcha otras dos versiones en Latinoamérica, una de ellas en Argentina promovida por Gisela Halier". Comprobado el impacto que recibió el texto literario, Montero no cree que su mensaje llegue más directamente en un escenario – "no hay nada más íntimo y más directo que el vínculo entre un libro y un lector"– pero el teatro aporta otras cosas: "Es más adrenalítico, más vertiginoso y físico. Es el hecho, algo que sucede ahí, en ese momento, contigo y también con los demás".