Los temporales, A España no la va a reconocer ni la madre que la parió (junto a Víctor Sánchez Rodríguez) y Una vida americana son algunas de las credenciales que sitúan a Lucía Carballal (Madrid, 1984) como uno de los nombres llamados a poner patas arriba nuestra dramaturgia. Carballal se siente arropada por los recientes trabajos de María Velasco, Pablo Remón, Antonio Rojano, Carolina África, Alberto Conejero, Denise Despeyroux, Lola Blasco, Félix Estaire, Guillem Clua, Paco Bezerra y José Padilla. Además, a Carballal le gustaría alcanzar la hondura de Rambert, golpear como Liddell, manejar la estructura como Miller y Stoppard y alcanzar la ligereza de Pinter.

Con estos inmensos referentes, siempre bajo su personalísimo punto de vista, compuso La resistencia, un trabajo que nace en la factoría Kamikaze a través de sus becas de dramagturgia y que ahora llega a los Teatros del Canal (a partir del jueves, 31) dirigido por Israel Elejalde y protagonizado por Mar Sodupe y Francesc Garrido. “Tenemos un teatro en plena ebullición -afirma a El Cultural, guionista también de la serie Vis a vis-. Hay escenarios muy potentes y obras que se crean y que se estrenan a ritmo frenético pero faltan audiciones y otros sistemas para descubrir y consolidar talento nuevo, faltan mujeres dirigiendo espectáculos y teatros, faltan diseñadores y fotógrafos que renueven la imagen de lo que hacemos. Falta también conexión con el pensamiento contemporáneo y con los jóvenes pero vamos mejorando. Ahora están conviviendo lenguajes muy distintos, por lo que quiero pensar que hay más convivencia entre las distintas familias artísticas. Empiezo a sentir que hay espacio para todos”.

Es precisamente la convivencia uno de los temas que aborda este face to face de una pareja de novelistas que no atinan a separar lo personal de lo profesional. ¿Qué sucede cuando en una pareja uno tiene más éxito, cuando uno no confía en el talento del otro? ¿Hasta que punto van vinculados amor y admiración? Mónica y David rondan los cincuenta. Son dos personajes que miran el abismo al que se asoman sus existencias. Están al borde de un cambio vital, por lo que el desenlace puede ser dramático o liberador. Ella quiere arriesgar, salir de lo establecido; él no entiende esa actitud, quiere sosiego, tapar los escapes de agua... Según la autora, asistimos a la transformación de ambos mundos: “Su desequilibrio ha contaminado el interior de la relación. Han resistido diez años juntos, eran como una trinchera frente a un mundo laboral despiadado y han soportado también profundas diferencias... Todo sostenido por un amor que era muy fuerte”.

De todas las obras de la autora, esta es la que menos trazos de farsa contiene. Hay una intención de sobriedad, de llegar a lo esencial. “Tienen en común, sin embargo, que en todas hay un personaje protagonista que quiere colocarse de manera distinta en el mundo y que debe romper con lo que es para poder seguir avanzando. Son testimonios de un cambio de piel. Intentando siempre comprender al desertor. Me pregunto qué significa eso de ‘dejar atrás' las cosas”, explica la dramaturga, que estos días prepara junto a Fernando Sánchez Cabezudo Storywalker: de Qingtian a Usera, una ficción sonora sobre la comunidad china en Madrid.

Elejalde, director

La escritura de Carballal, la delicadeza de sus conflictos y los huecos que subyacen entre las palabras, sedujo a Israel Elejalde, que en esta ocasión oficia como director de una obra que le apeló directamente. Desde su primera lectura. “Tengo un respeto y una gran admiración por el trabajo de Lucía. Siento que ella me devuelve lo mismo. En ese espacio de confianza somos muy críticos el uno con el otro. Ella cuestiona mi trabajo y yo el suyo pero hemos trabajado con una sola voz. La veo como una auténtica compañera de viaje. Repetiremos”, dice Elejalde, que reconoce llevar un año trabajando “y soñando” con la apuesta en escena.

El actor y director se muestra reacio a extraer un mensaje concreto de La resistencia: “El teatro no debe tener mensajes. El teatro se ocupa del matiz, de lo pequeño, de la grieta. De lo general se encarga la política, que sí da mensajes. El teatro hace preguntas. No da respuestas. Uno va a ver una obra para salir con más dudas de las que tenía antes, para encontrarnos con los otros yoes que llevamos dentro”. El que fuera también fundador de Kamikaze anuncia su retiro temporal: “Voy a parar un tiempo. No tengo nada a la vista. Necesito descansar y tomar cervezas. Ver lo que hacen mis compañeros. En estos tres años de El Pavón Teatro Kamikaze he interpretado 10 obras y he dirigido tres. Ya está. Necesito pensar en la vida”.

@ecolote