Paco Bezerra. Foto: Michael Oats
Junto a Alberto Conejero y Josep María Miró, Paco Bezerra representa a una nueva generación de autores que apuestan por historias escritas a pie de obra. Este viernes, 12, estrena en el Teatro Cervantes de Alcalá de Henares El pequeño poni, un montaje de triste actualidad basado en el acoso escolar sufrido por dos niños de Carolina del Norte.
También con Luque en la dirección, vuelve a los escenarios -a partir de este viernes,12, en el Teatro Cervantes de Alcalá de Henares- con El pequeño poni, una obra sobre el acoso escolar en los colegios que interpretan María Adánez y Roberto Enríquez. "El acoso escolar es algo que ha marcado profundamente mi vida y con lo que he tenido que aprender a convivir durante años -explica a El Cultural Bezerra-. Desde que escribo teatro el tema ha estado ahí, esperándome pacientemente, acompañándome y observándome hasta que un día leí la noticia que me atravesó de arriba abajo y todo se puso en marcha". Bezerra se refiere a la historia de Gryson Bruce, el niño de 9 años de Carolina Norte que en 2014 sufrió varios ataques físicos y verbales por llevar una mochila de la serie My Little Pony. Un mes antes, otro chico de once años, Michael Morones, intentó ahorcarse en circunstancias similares. Pero la obra de Bezerra llega a nuestros escenarios con la sociedad española sacudida y trastorna aún por el suicidio del niño Diego González, que se quitó la vida por el acoso recibido en el colegio madrileño Nuestra Señora de los Ángeles.
Pregunta.- ¿Cómo recibió la noticia del caso del niño de Villaverde? ¿Ha cambiado algo del montaje por este suceso?
Respuesta.- No. La obra partió de los casos de Grayson y Morones. Desafortunadamente, desde que empezamos los ensayos las malas noticias nos han ido acompañando. El proceso está siendo doloroso pero toda esta oscuridad la estamos llenando de luz gracias al teatro. Es intolerable e inadmisible que aún vivamos en esta constante y perpetua ceguera.
P.- ¿Qué diferencias encuentra entre los acosadores de Grooming y El pequeño poni?
R.- El primero es sexual y acosa porque tiene una enfermedad clínicamente probada: es pederasta. El acosador del El pequeño poni también está enfermo, sin embargo su enfermedad no está estigmatizada ni señalada por la sociedad porque ese acosador somos todos. Por eso ni la advertimos ni nos parece tan grave. En el fondo, sabemos que tenemos las manos manchadas y que, en mayor o menor medida, somos consentidores y responsables.
P.-¿Cree que la sociedad no ha asumido aún el problema del acoso escolar?El teatro sienta bien, tengas la edad que tengas y seas del partido que seas. Es un encuentro con el misterio de nuestra existencia"
R.- Señalamos y reconocemos fácilmente lo anómalo en el otro pero cuando el otro somos nosotros y dicha enfermedad la padecemos junto a millones de personas comenzamos a quitarle importancia y a verlo como un mal menor.
P.- ¿Qué le llamó la atención de los acontecimientos de Carolina del Norte?
R.- Que el director del centro acusó al chaval de "disrupción en el aula", responsabilizándolo de que sus compañeros le agredieran e insultaran. Se entiende que, según el director, el niño se merecía los malos tratos recibidos.
Roberto Enríquez y María Adánez protagonizan El pequeño poni, de Paco Bezerra.
P.-Vuelve a hacer tándem con Luis Luque. ¿Cómo es su forma de trabajar?R.- Luis se involucra en el montaje desde el principio. Yo me mantengo a su lado durante el proceso de ensayos. No nos separamos. Nos supervisamos mutuamente hasta que el resultado final es de ambos, una labor de conjunto.
P.- ¿Se siente encabezando una nueva generación de dramaturgos?
R.- No cabe duda de que la dramaturgia ha vuelto a interesar al público. El pálpito de la palabra invisible ha vuelto a coger vuelo. Ha nacido un público que demanda esta dramaturgia recién escrita, con historias de ahora mismo. Creo que existe en España un nuevo teatrodel que me siento parte y del que destacaría a los dramaturgos Alberto Conejero y Josep María Miró. Estéticamente hacemos un teatro similar.
P.- ¿Ve muchas carencias en la escena actual? ¿Cómo las compensa?
R.- Muchas, pero tienen una parte positiva: la ausencia de control por parte del poder. La gran suerte que tenemos como dramaturgos es nuestra gran desgracia. Por un lado no hay estructuras que nos garanticen una mínima seguridad dentro del tejido teatral pero, por ese mismo motivo, podemos estrenar y escribir con plena libertad. Cuando alguien te da cobijo y te ayuda, también te está condicionando. Pero si a tu alrededor no hay nadie, entonces tu expresión se vuelve más auténtica y pura porque no hay que intentar agradar.
P.- ¿Qué les diría a los nuevos equipos de gobierno de las distintas administraciones para relanzar el teatro?
R.- Que es necesario y que le sienta bien a la salud, a la mental y a la física, tengas la edad que tengas y seas del partido que seas. El teatro es una reunión con el misterio de nuestra existencia, un encuentro que alivia el alma y ensancha el espíritu.
Dejamos a Bezerra metido en un "texto de investigación" ambientado en el el Palomares plutónico y radiactivo cincuenta años después del desastre nuclear, y preparando Lulú, un proyecto que cuenta, como en El pequeño poni, con la producción de Celestino Aranda, la interpretación de María Adánez y la dirección de Luis Luque. Pero eso ya será para 2017.
@ecolote