Eduard Fernández. Foto: Ana Martí

Eduard Fernández. Foto: Ana Martí

Cine

Eduard Fernández estrena 'Marco': "Todo el mundo se crea ahora su propio personaje"

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Eduard Fernández (Barcelona, 1974) atraviesa uno de los momentos más dulces de su carrera, en la que ya ha acumulado tres premios Goya -de reparto por En la ciudad (Cesc Gay, 2003) y Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar, 2019) y como protagonista por Fausto 5.0 (Isidro Ortiz, Àlex Ollé y Carlus Padrissa, 2001)- y la Concha de Plata por su papel del agente secreto Francisco Paesa en El hombre de las mil caras (Alberto Rodríguez, 2016).

Ahora, opta de nuevo a la gloria gracias a dos trabajos principales basados en hechos reales: el del conductor de autobús y sindicalista Manolo Vital en El 47, filme de Marcel Barrena que se ha convertido en uno de los más taquilleros del año, y el del impostor Enric Marco en la película de Aitor Arregi y Jon Garaño (HandiaLa trinchera infinita), que llega el 8 de noviembre a las salas.

En Marco, Fernández se transforma, con algo de látex y unos cuantos kilos de más, en el hombre que falseó su biografía para hacerse pasar por un superviviente de los campos de concentración y convertirse en el carismatico presidente de la Asociación Española de Víctimas del Holocausto. Hasta que un historiador descubrió la mentira, lo que provocó un enorme escándalo mediático. Tras el documental Ich bin Enric Marco (Santiago Fillol, Lucas Vermal, 2009) y la novela El impostor (2014), de Javier Cercas, los directores vascos ofrecen su personal acercamiento al enigma desde la ficción.

Pregunta. ¿Conocía la historia de Enric Marco?

Respuesta. Por los titulares. Sabía que había mentido sobre su internamiento en Flossenbürg, pero no mucho más. Cuando me llegó el guion me enteré bien de la historia. Además, Aitor y Jon tenían mucho material propio, porque él les había ido a buscar para hacer una entrevista. Grabaron nueve horas. Pero con Marco nada es suficiente. Por muchos libros o películas que se hagan, uno siempre quiere más.

P. ¿Le sorprendió que le ofrecieran el papel?

R. Sin duda, la diferencia de edad era una dificultad. Me vi varias veces con Aitor y Jon y, en una de ellas, yo había cogido 3 o 4 kilos. Aitor me dijo: “Esa barriguita te va a venir bien para el papel”. Al final engordé 16 kilos, y en pantalla es algo que funciona. Se percibe una dificultad física muy de anciano en el movimiento.

P. ¿Era duro someterse a la caracterización?

R. No era para tanto. Yo regalé la calva. No todos los actores se prestan a afeitarse la cabeza, pero lo cierto es que nos ahorró bastante tiempo. Después me ponían un peluquín y algunas arruguitas. Eran unos tres cuartos de hora. Los momentos en los que Enric es nonagenario sí nos llevaban más tiempo, unas cuatro horas.

Eduard Fernández en 'Marco'

Eduard Fernández en 'Marco'

P. ¿Es de esos a los que les cuesta salir del personaje?

R. Es que ha sido como un juego, con mucha broma y mucha tontería. Se trataba de jugar a ser Marco, en vez de esa cosa sesuda de no salir del personaje. Ahora que empiezo a hacer entrevistas se me va la voz [dice adoptando el tono de Enric Marco]. Lo tengo muy pegado todavía.

"Marco era el que mejor hablaba de los campos de concentración porque nunca había estado en uno"

P. ¿Cuál es la contradicción de Marco que más le atraía?

R. Cuesta mucho saber por qué mintió sin sacar ningún beneficio económico. Todo se trataba del ego, de la visibilidad en los medios, de que hablaran de él, de ser el protagonista siempre, sin límite. La verdad es que en eso se parece a un actor. Por otro lado, lo más contradictorio es que era el que mejor hablaba de lo que ocurrió en los campos de concentración, precisamente porque no había estado nunca en uno. Los que sí vivieron esa horrible experiencia tenían tal trauma que no eran capaces de hablar de ello.

P. ¿Qué destacaría de Arregi y Garaño como directores?

R. Son muy concretos, como todos los grandes con los que he trabajado. Van muy al detalle y están muy cerca de la interpretación. Son perfeccionistas, como yo.

P. ¿Qué cree que aporta el filme que no está en el documental ni en el libro de Cercas?

R. Igual que para interpretar a alguien que ha estado en un campo de concentración el mejor era él, porque no había estado y lo podía contar, para conocer a Enric Marco es mejor recurrir a un actor que a él mismo. Un actor puede mostrar aquellas partes que Enric trataba de esconder. Aún así, hay momentos en el filme en los que le diría a Enric: “Dame un abrazo y cállate un rato”.

P. ¿Se está la sociedad enricmarquizando?

R. Sí, todo el mundo ahora se crea su propio personaje, eso es lo que vende, pero es algo que también puede provocar mucho dolor. Nadie se gusta lo suficiente como para decir: “Mira, yo soy así”. Enric Marco, a su modo, también iba en busca de likes.

P. Para terminar: ¿Qué ha sido lo más grato de El 47?

R. Nunca había hecho una película en la que los espectadores se levantasen a aplaudir cuando se encienden las luces en la sala de cine. Ha recibido una acogida muy amorosa y muy numerosa. Me alegra que la película comercial del momento sea El 47, una apuesta social.