El éxito de Cariño: "La viralización de una 'story' de María Pombo ha hecho más que tocar en Coachella"
- La banda que revitalizó el 'tontipop' de los 90 regresa con 'Tanto por hacer', su tercer álbum, en el que reflexionan sobre el vertiginoso ascenso de su carrera.
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El nuevo disco de Cariño se podría explicar con un meme. Concretamente, en el que dos personas observan por la ventanilla de un autobús: una, angustiada, solo mira la parte oscura de la vida, otra, feliz y contenta, solo la luminosa. Ambas representan las dos caras de una misma moneda. Para María Talaverano (voz y teclado), Alicia Ros (voz y bajo) y Paola Rivero (guitarra), esta sería una buena forma de resumir los seis años que llevan dedicándose profesionalmente a la música.
Tanto por hacer surge tras girar por toda España, Latinoamérica y Estados Unidos, y después de dos exitosos álbumes: Movidas (2018) y Cariño (2022). Unos años frenéticos que han vivido contentas, agradecidas y "disociadas". Con el subidón inicial de intentar cada vez surfear olas más grandes, llegó también el agotamiento y el momento de replantearse las cosas.
"Cuando nos plantamos en el estudio con Luis (Lamadrid) y Lucas (El Malamia) nos preguntaron en qué punto estábamos como banda, como personas. Y ahí salió la conversación de que, realmente, nada importa tanto. Teníamos la necesidad de conectar con lo personal, porque al final para nosotras son mucho más importantes nuestras relaciones personales que los hitos y los logros", cuenta Paola a El Cultural.
Aun así, las tres explican que el álbum fue un reto, "una lucha constante" y una "búsqueda espiritual", porque no tenían muy claro a dónde querían ir, solo sabían con quien: "Al final, si nos juntamos las tres, hacemos Cariño". Sonoramente se puede decir que la banda ya había dado con la tecla, —"teníamos una forma que nos funcionaba" —, pero querían hacer algunas canciones más lentas y bajar un poco los BPM respecto a los otros discos.
En estos años sus referencias musicales han ido cambiando, tornándose más dispares entre ellas, pero lograron encontrar un punto en común: Por Cesárea, último disco del trapero argentino Dillom —curiosamente, uno de los artistas con los que Carolina Durante, banda amiga de Cariño, sueña con colaborar—. "A las tres nos encantaba y cuando se nos dio la oportunidad de trabajar con uno de sus productores (Luis Lamadrid) vimos un nexo de unión".
Cuando empezaron, las Cariño abanderaron el resurgir del tontipop, ese género que tuvo su esplendor en la década de los 90 con Los Fresones Rebeldes y La Casa Azul, y que se podría resumir en música para llorar bailando. Ahora, recalcan que sus nuevas canciones siguen teniendo ese espíritu naif y que "nunca ha habido una intención real de alejarse del tontipop", pero sí que han querido explorar otros sonidos e intentar "hacer música más madura".
"Más que huir del 'tonti' sería huir de lo infantil. En nuestra cabeza, aunque per se el tontipop no quiera estar unido a eso, yo creo que tiende a tener una relación", señala Paola. A María, la palabra madurez no le convence porque, al final, ser niño significa "hacer cosas más libre, también musicalmente, poder permitirse explorar".
Alicia y Paola lo ven al revés. "Madurar es ser más libre, significa dejar de estar atado por la opinión de los demás, estar a gusto con uno mismo", opina la guitarrista. "¿Tú crees?", le pregunta María. "Yo creo que los adultos somos muy aburridos. Estamos muy limitados y somos muy racionales. No nos damos pie a cosas imposibles", prosigue la vocalista y cita a El Principito: "No hablo con los adultos porque no lo entienden".
Hacer pop no ha impedido a la banda coquetear ligeramente con géneros como el reguetón o el trap, con letras provocadoras y autotune sin complejos. "María escribe muchas de las letras de Cariño y es la que más se ha ido a lo urbano. Tiene mucho que ver con lo que escucha cada una, lo que nos influye", dice la bajista. "Al final cualquier canción puede ser del género que quieras con la instrumental, pero lo que me interesa del urbano es que cambia mucho el flow en las estrofas, es más dinámico", señala María, también conocida por Valverdina, su proyecto musical en paralelo.
Paola lanza una pregunta al aire: "¿El reguetón se parece al pop? o ¿el pop se parece al reguetón?". Aun así, cree que Cariño no podría hacer reguetón porque este género "es una cosa de nicho culturalmente". "Ya no", opina Alicia. "Por favor, estamos en 2024", le interrumpe también María. "Lo que quiero decir es que no es solamente un ritmo, sino que es algo cultural. Siento es que el reguetón como concepto se ha acercado al pop y se ha mezclado, como todo un poco a día de hoy", termina de explicarse la guitarrista.
Aunque parecen tener opiniones distintas en muchas cosas, algo que todas tienen claro es que si no hablasen de amor, no serían las Cariño. En una de las nuevas canciones, No quería escribir de amor, cantan: "Que le den a la canción protesta, ahora quiero monarquía / Tú la reina, vida mía, ampliemos la dinastía". ¿Se tiene la mentalidad generalizada de que hablar de amor no es serio?
"Como dice Yolanda Ramos en Paquita Salas: '¿Todavía puede una enamorarse o está mal visto?'", contesta María, quien asegura que podrían escribir de cualquier cosa, pero que, en el fondo, "se vive para enamorarse todo el rato, mientras más, mejor". "No es que se deba hablar de política, sino que como sociedad estamos en un punto en el que nos da un poco más igual el amor romántico, nos importa más como estemos todos en conjunto", cree Alicia.
Pero para Paola "el 99,9% de las canciones hablan de amor" y considera que Todo por hacer es "una reivindicación del amor", no solo el romántico, sino también el propio, el que profesamos a nuestros amigos. Ese amor más estable que se aleja de la intensidad del adolescente.
Las Cariño, que surgió de una no tan fallida cita de Tinder, pueden presumir de haber sido de los primeros grupos de la escena nacional reciente que normalizaron hablar de relaciones no normativas en sus canciones. Con la canción Bisexual, se erigieron como referentes LGTBIQ+ casi sin querer. "Mucha gente piensa que la canción es reivindicativa, pero simplemente cuenta una historia, nunca se pensó como algo político", admite la compositora.
Sin duda, consideran que el pop se ha abierto mucho más a este tipo de historias. "Ahora está de moda", apostilla Alicia y dice María: "Todo el mundo es gay". "Hasta hace poco los artistas queer se dedicaban solo a los artistas queer y eso ya no es así, afortunadamente. Es super necesario que la gente joven tenga referentes queer en la música y en cualquier ámbito", señala Paola, quien resalta el caso de la nueva estrella del pop Chappell Roan. "Me parece increíble, hace canciones que están escritas a un amor lésbico super fuerte y que las cantan personas cishetero como si nada".
Algo similar les ocurrió a ellas con uno de sus grandes hits, Si quieres, su canción más escuchada, que se hizo viral en redes sociales cuando la compartieron influencers como María Pombo o la italiana Chiara Ferragni. Antes de eso, estas casi treintañeras ya se habían subido al escenario de uno de los festivales más importantes del mundo: el Coachella.
Las invitaron a tocar cuando sacaron el primer álbum, pero el concierto tuvo que posponerse por la Covid. Esa oportunidad fue un gran foco de atención sobre la banda, pero realmente "la viralización de una story de María Pombo compartiendo Si quieres ha hecho más que tocar en Coachella", asegura Alicia.
El trío tampoco falta en los festivales nacionales, ni en las salas. Poco a poco, gira a gira —la del nuevo disco arrancará el próximo 21 de noviembre en Bilbao hasta marzo—se han ido convirtiendo en una de las bandas más relevantes y queridas de la escena indie-pop nacional. Sus ambiciones no son pocas, tampoco altas. Aspiran a seguir igual, quizá estar un poco más "tranquilas", "tocar menos" y seguir viviendo de esto "sin autoexplotarnos".
"Nunca quisimos ser músicas, estar en un escenario. Simplemente queríamos hacer canciones, pasárnoslo bien. Igual fue por eso por lo que funcionó la cosa, porque no había una ambición extrema de conseguir nada", reflexiona la guitarrista. Cariño forma parte de ese boom de bandas que comenzaron a gestarse años antes de la pandemia. Esas que se dieron cuenta de que era mucho más fácil hacer música que nunca, podían hacerla desde su casa, casi sin dinero y sin tener que esperar al beneplácito de la industria.
Tras ellas, han ido llegando otros grupos formadas por mujeres como Shego o Aiko el Grupo. Creen que la industria musical ha mejorado en estos seis años, pero todavía se sigue tratando a la mujer simplemente como "la cantante o la intérprete". "A mí me sorprende la pregunta de: '¿y hacéis vosotros las canciones?'", dice Alicia y apunta María: "Hay mucho síndrome del impostor real provocado por los tíos".
Las tres artistas denuncian una falta de reconocimiento en puestos como la composición o la producción, que lo achacan a "un problema de percepción como sociedad". "Cuando ves una chica en el estudio no entiendes que esa persona que está sentada en el ordenador es una ingeniera, das por hecho que está cantando. Este tipo de cosas tienen que cambiar y solamente va a cambiar teniendo grandes referentes en la música, no solamente mujeres, hablo de todo tipo de géneros, que enseñen y trabajen en esto", concluye Paola. Está claro que todavía necesitamos Cariño.