Galder Gaztelu-Urrutia: “Los humanos somos una especie miserable y peligrosa”
El director estrena 'El hoyo', una película de horror casi gore y contundente metáfora política sobre la desigualdad en el mundo
8 noviembre, 2019 07:07Ganadora del premio del público en el Festival de Toronto (el único premio que se da en la muestra) y del galardón a la mejor película en el último Festival de Sitges, El hoyo llega a las pantallas precedida de una enorme expectación. Película de horror casi gore y contundente metáfora política sobre la desigualdad en el mundo, la trama nos sitúa en una espantosa prisión vertical estructurada de tal forma que la pareja de habitantes del nivel superior pueden disponer de toda la comida que quieran y a medida que bajan los pisos (hay hasta 200) los de cada nivel inferior reciben las sobras de los del nivel superior. Un infierno en vida en el que el protagonista, Goreng (Iván Massagué) entra por voluntad propia para obtener un título para toparse con el peor de los mundos, un lugar de una violencia extrema en el que el hambre lleva a sus desafortunados prisioneros a devorarse los unos a los otros. Debut en el largometraje de Galder Gaztelu-Urrutia (Bilbao, 1975), curtido en varios cortometrajes y como realizador de publicidad, el director nos explica las claves políticas y psicológicas de un filme en el que ha colocado el límite del horror “exactamente donde está” para transportar al espectador a un universo de espanto casi infinito.
Pregunta. ¿Es hoy más pertinente que nunca hablar sobre desigualdad?
Respuesta. Es una reflexión sobre el mal reparto de la riqueza en el mundo y por desgracia es un tema que estaba de actualidad hace 200 años, lo sigue ahora y al paso que vamos lo estará dentro de otros 200 años. En la película queremos poner al espectador ante los límites de su propia solidaridad. Hemos visto que las sociedades liberales acentúan las diferencias y éstas pueden acabar siendo enormes si no ponemos una solución. No es una película contra los de arriba sino que interpela al espectador para colocarlo en la posición del protagonista. ¿Qué harías tú si estuvieras arriba y pudieras comer todo lo que quisieras? Existe una solidaridad que consiste en darle unas monedas a un mendigo pero hay otra que es verdadera que tiene que ver con sacrificarse de verdad para que todos podamos vivir decentemente. ¿Estamos dispuestos a hacer esa clase de sacrificio por los demás?
P. ¿Oculta la opulencia de los países ricos el sufrimiento humano y medioambiental que ese derroche significa para los países pobres?
R. Desde el momento en el que compramos un producto barato a sabiendas de que ese precio se debe a que está producido en condiciones laborales esclavistas participamos de la brutalidad del capitalismo. Por eso esta película no va contra los de arriba porque eso se acaba convirtiendo en que andas excusándote con que tus pequeños "delitos" no son nada comparado con los que cometen “los de arriba”. Todos tenemos la posibilidad de hacer el mundo un poco mejor a pequeña escala. A través de lo que consumimos, por ejemplo.
P. ¿La codicia humana no tiene límites?
R. Vivimos en una sociedad muy consumista cuando los recursos son finitos. Existe la idea de que si dejamos de consumir nos vamos al garete. Si no encontramos una manera más humanista de organizar el mundo esto puede acabar muy mal. De todos modos en la película no soltamos sermones ni proponemos soluciones, nos limitamos a lanzar las preguntas. Creo que si la película está funcionando tan bien en muchos países es gracias a que se presta a múltiples lecturas. Lo que no hay es una culpabilización directa, todos formamos parte del sistema.
P. ¿El hambre nos convierte en monstruos?
R. Si estás en el nivel 3 del hoyo no te vas a pelear porque tienes comida de sobra y el hambre desata la locura. No solo es una cuestión de hambre, ahora vivimos en una sociedad en la que estamos expuestos constantemente a vidas mejores que las nuestras en los medios de comunicación y las redes sociales y eso genera mucha frustración. Una de las cosas importantes en la película era que nos sintiéramos identificados con el protagonista, pero al mismo tiempo también comprendemos los motivos del antagonista, el señor Trimagasi (Zorion Eguileor). Hay una frase muy chula al final de Nixon (Oliver Stone, 1995) en la que Nixon le dice a Kennedy algo así como que la gente cuando lo ve a él ve lo que les gustaría ser y cuando le ven a él mismo ven lo que de verdad son. Algo parecido pasa con estos dos personajes.
P. Después de todo el horror que vemos en la película al final hay una cierta esperanza. ¿Aún tenemos la posibilidad de arreglar el desaguisado?
R. Llegamos a rodar un final devastador pero no funcionaba. Resultaba mucho más liberador terminar con un pequeño mensaje de esperanza. Al principio el protagonista entra con buenas ideas pero no sabe cómo aplicarlas. Después hay un sacrificio muy grande que también le concede una pequeña victoria.
P. ¿El fracaso del comunismo deslegitimó cualquier sistema que no fuera el capitalismo?
R. Como vemos en la película, el problema del comunismo es que para que funcione hay que cargarse a la mitad del personal. Los homo sapiens somos por definición egoístas y miedosos. No hay nada peor que cuando una persona con miedo coge el poder porque se convierte en un hijo de puta. Los seres humanos somos una especie bastante miserable y muy peligrosa. Ojito con nosotros.
P. ¿El descenso de los niveles del “hoyo” funciona también como una metáfora de la profundidad de la psique del protagonista?
R. La parte final tenía que funcionar a nivel emocional y lo que vemos es esa bajada tan onírica, tan poética. A partir del momento en el que comienza el tercer acto y el ascensor comienza a bajar llegamos hasta el fondo de la mente del protagonista.
P. Hay escenas muy violentas y vemos barbaries como el canibalismo. ¿Dónde quería poner el límite?
R. ¡Yo creo que la gente aplaude al final porque por fin se ha acabado la angustia! Ya sabíamos que no es una película para todos los públicos pero si sobrepasábamos determinado nivel hubiéramos podido tener problemas para llegar a alguna audiencia o incluso con festivales. Probablemente con más dinero la película no sería tan violenta porque con mejores movimientos de cámara y más medios no necesitas tanta sangre. Al final hay un sobredimensión de la violencia pero no podíamos hacer tampoco una película suave. ¿Cuánto sufrimiento salvaje genera en países africanos que los occidentales queramos cambiarnos de móvil cada dos años? Y es una violencia horrible, nada estética, porque la violencia es horrible.
P. ¿Cuáles han sido los referentes?
R. Algunos literarios como La divina comedia de Dante que es un referente obvio. Y hay películas que nos han inspirado como El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962), Delicatessen (Jean-Pierre Jeunet, Marc Caro, 1991), Blade Runner (Ridley Scott, 1982) o Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) por esa cosa de los personajes de la película de que dicen una cosa y hacen otra porque al final todos nos creemos mejores de lo que somos.