Image: El cine español sale del orfanato

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Cine

El cine español sale del orfanato

El éxito de J. A. Bayona consagra a la nueva generación

29 noviembre, 2007 01:00

Arriba, Juan Antonio Bayona. Abajo, de izq. a dcha., Rodrigo Plá, Rafa Cortés y Pedro Aguilera. Sobre estas líneas, Jaime Rosales, y Félix Viscarret.

El orfanato, debut de Juan Antonio Bayona, es ya la película más taquillera del año. Un éxito que simboliza el empuje de los directores noveles. Hasta la fecha, en este 2007 se han estrenado 57 óperas primas y siete segundas películas de un total de 151. Parece claro que, para superar su sempiterna crisis, los productores confían en una nueva generación de cineastas con ideas frescas y formatos radicales. Ya ha comenzado una nueva era.

Concluye uno de los años más extraños en toda la historia del cine español. Un año en el que ha pasado lo mejor y lo peor. Lo malo se puede resumir en ese triste 9,53% de cuota de pantalla que ostentaba el 21 de octubre. Un mal dato que ni siquiera el fenómeno de El orfanato podrá mitigar del todo. A falta de un milagro (un milagro que puede llamarse REC, de Jaume Balagueró y Paco Plaza, estrenada el viernes pasado) la cifra se quedará lejos de ese 17,4% de 2001 que hizo que algunos comenzaran a soñar. Pero mientras la cuota baja, se detectan síntomas de renovación. Si hacemos caso a la web del Ministerio de Cultura, este año se han estrenado 151 películas españolas; de ellas 64 son primeros o segundos trabajos. En realidad, ha habido un total de poco más de 60 filmes que hayan llegado a las salas de, como mínimo, más de una ciudad. De ellos, hasta 42 son óperas primas. Como El orfanato, de J. A. Bayona, que se ha convertido en el estreno más taquillero de 2007, superando incluso a las terceras partes de Piratas del Caribe, Shrek o Spider-man. En su sexta semana de proyección ya había sido vista por casi cuatro millones de españoles y superaba los 21 millones en taquilla. Y recientemente, otro debut, La torre de Suso, del ex guionista televisivo Tom Fernández, también está rompiendo la taquilla. Ya han visto esta tragicomedia casi 150.000 personas.

Pero no se trata sólo de dinero. Este 2007, el triunfo artístico de filmes como La soledad (segunda película de Jaime Rosales), y los debuts Yo, de Rafa Cortés, o La influencia, de Pedro Aguilera, por citar tres que entusiasmaron en Cannes, así como la resonancia de otras óperas primas como La Zona, de Rodrigo Plà, premiada en Venecia; o Bajo las estrellas, de Félix Viscarret, y Ladrones, de Jaime Marqués, descubiertas en el Festival de Málaga, corroboran que se está produciendo una especie de "revolución silenciosa". Una revolución que mucho tiene que ver con la mayor generosidad en las subvenciones cuando se trata de primeras películas, pero que está cambiando por completo el rostro del cine patrio y que, más pronto que tarde, será percibida por el gran público como el recambio más importante habido en España desde que, a principios de los 90, Alejandro Amenábar, Julio Medem o álex de la Iglesia abanderaran una transformación de gran calado. Si entonces Amenábar ejerció como icono de los 90, la nueva generación (la inmensa mayoría anda por el ecuador de los 30) ya tiene el suyo: Bayona.

Ganadores absolutos. "Es difícil saber por qué la película ha tenido tanto éxito", comenta el propio director de El orfanato sin disimular su asombro. "Supongo que se debe a muchos factores, entre los que se cuenta la preselección por la Academia para los Oscar, el aval de Guillermo del Toro, una promoción bien hecha o que, sencillamente, ha gustado a la gente". El productor de la película, álvaro Agustín, de Estudios Picasso, quizá tenga la llave del éxito, no en vano lleva ya varios aciertos seguidos como Los 2 lados de la cama (2005), El laberinto del fauno (2006) o Alatriste (2006). Para Agustín, se trata de competir con Hollywood y hacerlo con las mejores armas: "Aprovechar el talento que hay en España y una producción cuidada. Muchas veces he oído como elogio que El orfanato no parece europea, me temo que se refieren a que tiene un look que se mide dignamente con el cine de Estados Unidos. Es algo que hemos conseguido, además, gastando sólo 3.5 millones de euros".

Para Estudios Picasso está muy claro que "no existe diferencia entre cine de autor y cine comercial, está el cine bueno que interesa al público". Sin embargo, no resulta tan aventurado dividir a la nueva generación en dos grupos, aquellos que buscan al público masivo y lo hacen utilizando muchas de las armas del cine típicamente estadounidense; y aquellos que quieren innovar a toda costa, sin preocuparles su impacto en las salas, priorizando el prestigio de los festivales y fiando su suerte en la distribución internacional. En el primer sector, con Bayona como jefe de filas, destacan otros como Koldo Serra (con el thriller Bosque de sombras), Alvaro Díaz Lorenzo (con la exitosa comedia romántica Café solo... o con ellas), el mexicano afincado en España Rodrigo Plà (con otro thriller, La zona) o Elio Quiroga (con la terrorífica La hora fría). Son películas "bien hechas", muy deudoras de sus referentes estadounidenses y con vocación popular. "Creo que sí hay un elemento generacional", admite Bayona. "Hemos tenido una educación sentimental parecida y eso se nota. Quizá el rasgo más evidente es que a todos nos gusta el cine de género".

Y mientras unos buscan el éxito popular, los otros se dedican a realizar filmes muy personales, herederos al cien por cien de la tradición europea de cine de autor, preocupados por estar a la vanguardia. Son cineastas como Rafa Cortés (Yo), Jaime Rosales (La influencia), Pablo García (Bolboreta Papallona), Albert Serra (Honor de cavalleria) o Isaki Lacuesta (La leyenda del tiempo). Aunque la inmensa mayoría de la gente jamás llegue a enterarse de su existencia, lo cierto es que su éxito en los mejores foros (sobre todo, en el siempre esquivo Festival de Cannes, por donde han pasado casi todos ellos) está ayudando de forma crucial al prestigio internacional de nuestro cine. La crítica los mima y se dejan querer por lo más exquisito del cine mundial. Es el caso de Pedro Aguilera, recién llegado del Festival de Tesalónica, donde La influencia ha vuelto a llevarse aplausos tras ser seleccionado en certámenes tan dispares como el de Seúl, Bruselas, Londres, Montreal o el propio Cannes. Sin embargo, ni siquiera han sido tres mil las personas que han ido a ver la película en España: "No aspiro a ser un cineasta de masas -explica Aguilera- pero sí creo que no lo hemos hecho bien esta vez. Quizá nuestro techo está en esas 40.000 personas que fueron a ver Lo que sé de Lola, una película con muchos puntos en común con la mía". 40.000 personas que, en cualquier caso, tampoco dan para financiar una película.

Por ello, Aguilera sabe muy bien que "los directores como yo dependemos del circuito internacional. Si sumas una minoría en España a otra minoría en Francia, Gran Bretaña etc puedes comenzar a contar con un respaldo que te permita trabajar tranquilo". Es el mismo cálculo que hace José María Morales, productor de Wanda Visión, desde donde ha financiado filmes como los mencionados La soledad o Lo que sé de Lola: "No reniego en absoluto de llegar al gran público, pero somos muy conscientes de que nuestro tipo de cine muy difícilmente tendrá unas recaudaciones espectaculares. Procuramos hacer películas que nos gusten y que puedan gustar a quienes son como nosotros".

La conexión suramericana va a más

Lo dijo un Guillermo del Toro profundamente emocionado cuando recogió el pasado enero su Goya al Mejor Guión por El laberinto del fauno: "La colaboración entre ambos lados del Atlántico no es sólo cuestión de amistad, es pura supervivencia". Los hechos indican que esa colaboración se está ampliando. Uno de los mejores debuts de este 2007, La zona, del mexicano Rodrigo Plà, tiene producción española; del mismo modo que las óperas primas de Ricardo Darín (la ya vista La señal) o Lucía Puenzo (la próxima XXY) han sido financiadas desde España, en ambos casos por Wanda Visión. "Nosotros creemos en el cine en español más que en el cine español", resume José María Morales, jefe de la compañía. Es una vocación que comparten con Estudios Picasso, una productora con un planteamiento totalmente distinto en casi todos los aspectos menos éste: "Hay que quitarse todos los complejos", apunta álvaro Agustín. "Podemos hacer películas tan buenas o mejores que los estadounidenses, se trata de buscar el talento donde existe". La esperada superproducción Santos, ópera prima del mexicano Nicolás López sobre superhéroes, será el siguiente proyecto de la productora tras su fortuna con del Toro. Sin duda, esos más de 350 millones de hispanohablantes son la gran esperanza del cine patrio.