En 2011, EE. UU. frenó la publicación completa de varias investigaciones sobre las mutaciones genéticas que harían que la gripe aviaria H5N1 pudiera pasar de forma efectiva desde aves a mamíferos. Concretamente, el Consejo Asesor Científico Nacional para la Bioseguridad “aconsejó” —por decirlo eufemísticamente— a la revista Science que no publicara la versión completa de los artículos que definían claramente las cinco mutaciones genéticas necesarias para que el H5N1 pudiera transmitirse potencialmente entre personas.
La investigación fue llevada a cabo por los laboratorios de Ron Fouchier, de la Escuela de Medicina Erasmus en Róterdam, y de Yoshihiro Kawaoka, de la Universidad de Wisconsin, en hurones, un modelo muy parecido a humanos en cuanto a sensibilidad y respuesta a la gripe. Finalmente, y con cierta autocensura, los trabajos acabaron publicándose en Nature y Science. Detrás de esta censura estaría el intentar evitar la generación de posibles armas biológicas altamente letales.
Hasta ahora, y a lo largo de las últimas décadas, el virus de la gripe A H5N1 ha generado graves episodios o brotes epidémicos entre aves que han obligado a sacrificar millones de pollos de granjas avícolas. Principalmente, la vía de contagio era a través de un ave silvestre migratoria infectada. La transmisión de aves a humanos no era imposible, aunque sí improbable. Sin embargo, allí donde el contacto entre humanos y aves ha sido tradicionalmente muy intenso, como en el sudeste asiático, sí se han producido casos esporádicos de infección en personas del H5N1, con el agravante de que la mayoría de las veces esta infección era sistémica, pudiendo afectar, además de a los pulmones, al cerebro y otros órganos vitales, con una letalidad que podría sobrepasar el 30%; es decir, uno de cada tres infectados podía llegar a morir. No obstante, y a excepción de los ensayos controlados con hurones anteriormente descritos, no se ha constatado la transmisión del H5N1 entre mamíferos… ¡Hasta ahora!
En los últimos meses, incrementándose semana a semana, se están notificando casos de infección por H5N1 en visones de granja, nutrias, zorros o en cientos de leones marinos. A pesar de que la mayoría de los virólogos vemos más que plausible que la transmisión de este virus de gripe A aviario se esté produciendo ya directamente entre mamíferos —es complicado explicar la aparición de un centenar de leones marinos flotando en el mar suponiendo que, de forma individual, hubieran entrado en contacto, o comido, una ave infectada—, desde la OMS se pide calma argumentando que el riesgo de transmisión a humanos es bajo.
La pregunta es: ¿no nos suena ya esta cantinela? Por supuesto, alarmas las justas, pero esperar a que un virus tan patogénico como el H5N1 estuviera ya ampliamente extendido en humanos para mostrar preocupación, teniendo el reciente bagaje de la COVID, tampoco parece muy sensato. Por ello, ¿qué podríamos hacer?
Lo primero, lo obvio: mantener en alerta al Sistema Mundial de Vigilancia Epidemiológica y de Respuesta a la Gripe, mantener en alerta a los Centros de Control de Enfermedades o tener engrasada la maquinaria de producción de nuevas vacunas antigripales. Pero también, que aunque sigue siendo obvio, no lo parece, reforzar la sanidad y la investigación públicas, con más camas, equipamientos y capacidad de producción propia de material de protección; mayor coordinación entre Comunidades Autónomas, el Gobierno central y los países de la Unión Europea o del mundo, o potenciar y regular el teletrabajo.
Y, por supuesto, hacer lo que no se está haciendo con el SARS-CoV-2: pedagogía; insistir que la mascarilla puede ser útil en ciertos entornos, si nos encontramos mal, procurar no ir a trabajar y exponer a nuestros compañeros, ventilar, lavarnos las manos y, en el caso que nos ocupa, no tocar ni recoger animales salvajes muertos o enfermos. Avisar a las autoridades dado el caso. Que vendrán otras pandemias, no le quepa la menor duda. Que nos pillen en un proceso pos-COVID, preparados, o en la casilla de salida pre-COVID, dependerá de cuán inteligentes seamos como especie.
José Antonio López Guerrero es catedrático de microbiología y director del grupo de Neurovirología de la Universidad Autónoma de Madrid.