Luis de Pablo. Foto: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Luis de Pablo. Foto: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Qué raro es todo!

¿Música o poesía? 'Inéditos' de Vicente Aleixandre

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¿Qué forma poética tendría hoy un canto a la paz, elegía u oda?, le preguntaba en Radio Nacional, en 1981, José Luis García del Busto a Vicente Aleixandre. La respuesta, aunque a vuela micrófono, vino en verso: "¡Qué difícil hoy, en el fondo del abismo, escribir una oda a la paz! Habría que llamarla Oda imposible a la paz necesaria". Digo que está en verso no por el improvisado endecasílabo (de gaita gallega, por cierto, en tres por ocho), sino por la precisión, la densidad expresiva y de concepto y los varios niveles de imagen y representación que se despliegan constantemente en la entrevista.

Por ejemplo: "Si la poesía utiliza la palabra, quiere decir que utiliza todavía el concepto". Tras enmarcar y explicar con ese "todavía" siglos de poesía, el maestro continúa: "La música, sin embargo, parece haber eliminado ese que llamaríamos peso. Entonces, eximida de esa servidumbre, se expresa con una libertad todavía más innombrable". Y añade: "La poesía es más pobre, en cuanto que maneja unos instrumentos que tienen un peso, una ganga, que no es posible del todo eliminar". ¡Refiriéndose al concepto, a la palabra, dice ganga, el sobrante que hace impuro al mineral! ¿Dónde quedará, entonces, la mena? El poeta se muestra admirador humilde de otro oficio, el de músico, que, a diferencia del suyo, permite alcanzar lo innombrable.

Son versos en prosa que he llamado inéditos, por orales, no publicados en papel. Nos los regaló quien en su día los había incitado, García del Busto. Tuvo la generosidad de rescatarlos y hacerlos sonar en el Salón de Actos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando durante el concierto Luis de Pablo in memoriam, el último de los tres homenajes con que la Academia ha ido despidiendo a sus tres miembros, gigantes de la composición, que murieron en 2021: Antón García Abril, Cristóbal Halffter y Luis de Pablo.

La presencia en ese acto de la voz de Vicente Aleixandre tenía pleno sentido, porque De Pablo fue un aleixandriano confeso, frecuentador de las tertulias de Velintonia 3, la casa del poeta que está ahora en trance de recuperación, y porque Sonido de la guerra, la obra de De Pablo que se interpretó en el homenaje, parte de versos de Aleixandre.

Sonó con gran impacto en la voz de José Luis Temes —que ofició de recitador y había dirigido antes otra perla depabliana, el arreglo para grupo instrumental de Lindaraja de Debussy— y en la de dos magníficos cantantes jóvenes: la soprano Laia Falcón y el tenor César Arrieta, con Ángel Luis Quintana como violonchelo solista y José Ramón Encinar al frente de todos ellos y de los conjuntos instrumental y coral. Fue un concierto inolvidable.

La mezzosoprano María José Montiel en su recital de ingreso. Foto: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

La mezzosoprano María José Montiel en su recital de ingreso. Foto: Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Tampoco olvidaremos fácilmente el del día anterior, el recital de ingreso de María José Montiel. Pude asistir al primer bloque, dedicado a la canción española de concierto. María José Montiel sucede en la Academia a Teresa Berganza. Nadie con más mérito, porque, como ella y muy pocos cantantes más, Montiel es capaz de alcanzar una intensidad de expresión inaudita sin merma de la elegancia. Así recuerdo, hace años, su muerte de amor, o más bien desamor, como Salud en La vida breve y así me ha sonado ahora su Ay, qué linda moça, el hermoso fado de Ernesto Halffter.

María José Montiel, soprano antes, mezzo ahora, representa con tremenda verosimilitud la tragedia de Falla y la melancolía de Halffter mientras las inunda con la luz de su voz. Le hemos oído transfiguraciones igualmente luminosas en sus múltiples papeles de ópera, incluidos estrenos absolutos, y en situación de cámara, "la hora de la verdad en música", como la definió Berganza desde el estrado de la Academia el día de su ingreso.