Algunos de los ninots principales de 'Fauna Fallera'. Foto: Ángel Mora

Algunos de los ninots principales de 'Fauna Fallera'. Foto: Ángel Mora

Arte

'Fauna Fallera': un viaje a las tripas de la falla del Ayuntamiento de Valencia

Este sábado los monumentos falleros por fin salen a las calles de Valencia. Entramos en el taller de Alejandro Santaeulalia para conocer los entresijos del oficio de artista fallero.

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Ángel Mora
Valencia
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Antes de que Valencia empiece a oler a pólvora, las fallas se gestan en otro lugar. Si se presta atención paseando por la ciudad, uno se puede topar con la entrada de alguno de estos sitios, invariablemente cubierta por una ligera capa de polvo de poliestireno expandido. Son los talleres donde los artistas falleros conciben los monumentos que cada año adornan las calles de toda la región. Allí la nariz no percibe el olor a pólvora, que en Valencia es como decir que huele a marzo, sino a pintura, serrín y devoción.

Cuando Alejandro Santaeulalia (Valencia, 1971), artista fallero que firma junto a Vicente Llàcer la falla del Ayuntamiento de Valencia de este año, nos abre las puertas de su taller de Alcácer, nos encontramos a su equipo y a él en una carrera contrarreloj. Apenas quedan unos días para que los ninots hagan su viaje hasta la Plaza del Ayuntamiento y aún les queda "mucha tela que cortar". "Es la historia de cada año, estamos acostumbrados", apunta Santaeulalia.

Titulada Fauna Fallera, la falla municipal de este año es una vuelta a la esencia satírica de esta tradición. Representa, a través de animales antropomórficos, los diferentes "personajes" que uno puede ver durante las fiestas valencianas. En esta "jungla" nos encontramos, por ejemplo, con una anciana cocodrilo vendedora de buñuelos, una familia de felinos vestidos de falleros, o el mastodóntico dúo musical formado por un hipopótamo y un ñu, que amenizan el cotarro con su dolçaina i tabalet —instrumentos tradicionales de la región—.

El monumento lo corona una figura de dimensiones exiguas en comparación con los enormes músicos. Es el artista fallero, que, pincel en ristre, lo domina todo pero se mantiene al margen: "Va a su rollo y se mantiene fuera de la pelea. Para el artista fallero es su trabajo y su vida lo que para los demás es una fiesta", explica Santaeulalia.

El proceso creativo ha cambiado mucho desde sus orígenes. Todo comenzó con los restos de los talleres de carpintería. En el día de San José (su patrón), los carpinteros sacaban a la calle algunos de sus muebles viejos y los quemaban. Los niños, nos cuenta Santaeulalia, "aprovechaban ese momento para echar más trastos y alimentar el fuego. Con el tiempo, se pasó a imaginar que las cosas que se tiraban a la hoguera eran 'el rácano del tendero', o 'la vecina cotilla'". Había nacido la sátira en llamas y, con ello, las fallas tal y como las conocemos: "Si no te ríes viéndola, es otra cosa, pero no una falla", matiza el artista.

Parte del taller donde se ha creado 'Fauna Fallera', la falla del Ayuntamiento de Valencia. Foto: Ángel Mora

Parte del taller donde se ha creado 'Fauna Fallera', la falla del Ayuntamiento de Valencia. Foto: Ángel Mora

A partir de entonces, el proceso de creación de los ninots comenzaba con un modelado en barro. De este se sacaba un molde de escayola, "un negativo a partir del cual formabas las distintas partes del ninot utilizando cartónpiedra como materia prima". Por último, se estructuraba y daba consistencia al interior del muñeco con unas estructuras de madera.

"Todo esto cambió con la llegada del poliestireno expandido", recuerda Santaulalia. Con este material (comunmente conocido como corcho blanco), se pasaba a un proceso mucho más directo, con un material ligero y más barato que además se podía moldear con más detalle y más rápidamente. Al final, esto se tradujo en "más cantidad de falla por el mismo dinero", según el artista responsable de Fauna Fallera.

Alejandro Santaeulalia trabajando en su taller. Foto: Ángel Mora

Alejandro Santaeulalia trabajando en su taller. Foto: Ángel Mora

Durante estos días el mismo trajín que se ve en el taller de Santaeulalia se puede encontrar también en otros cientos desperdigados por toda Valencia. Unos 800 monumentos en total se crean en estos lugares. Los hay de diferente tamaño. Algunos, los de la llamada Categoría Especial, son proyectos babilónicos cuyo presupuesto suele rondar los 200.000€ pero en algunas ocasiones ha llegado a alcanzar el millón. A partir de esto hay diferentes niveles presupuestarios que determinan en cuál de las 23 secciones compite cada obra para llevarse el premio a la mejor falla.

No existe un tope para lo que puede costar una falla. Sí que lo hay para la subvención del 25% del valor del proyecto que se recibe por parte del Ayuntamiento y que tiene como límite el coste del monumento municipal.

Boceto de 'Fauna Fallera'. Foto: Archivo

Boceto de 'Fauna Fallera'. Foto: Archivo

El presupuesto de la falla del Ayuntamiento de este año es de 239.000€. El proyecto se logra por concurso público mediante la decisión de un jurado que para este año eligió por unanimidad el boceto presentado por Santaeulalia y Llàcer. El diseño del mismo corre a cuenta de José Santaeulalia, hermano del artista.

Señala Santaeulalia que la principal ventaja de trabajar para el Ayuntamiento en lugar de para una asociación fallera tiene que ver, precisamente, con el ámbito presupuestario. "Con la Falla Municipal no entras a concurso y, por tanto, te ciñes al presupuesto. Los artistas falleros somos gente muy masoquista. Con tal de ganar un premio llegamos a perder dinero añadiendo cada vez más detalles. Es una carrera suicida".

Vista del taller de Alejandro Santaeulalia. Foto: Ángel Mora

Vista del taller de Alejandro Santaeulalia. Foto: Ángel Mora

"Normalmente cuando una comisión fallera te contrata, lo hace por tu nombre. Porque te conoce y sabe que eres una persona con garantías. A partir de ahí tú presentas un boceto, pero eso es solo la escena delantera. Por atrás tú puedes añadir lo que quieras". En el caso de la falla municipal, en cambio, está todo mucho más medido: "Tú firmas que vas a hacer 25 ninots, y serán 25. Dices que la altura y la anchura será de tantos metros, y así será".

"Aquel que se dedica a hacer fallas, es porque le apasionan. Eso es muy peligroso porque pronto te puedes quedar sin margen de beneficio. Aunque tengas mucha experiencia puedes encontrarte con que te has quedado en pérdidas". El taller de Santaeulalia, sin embargo, no solo se dedica a las fallas. También firma proyectos de diseño como los montajes de Cortilandia durante varios años o exposiciones como una dedicada a la obra de Tim Burton en Nueva York.

Panorámica del taller de Alejandro Santaeulalia. Foto: Ángel Mora

Panorámica del taller de Alejandro Santaeulalia. Foto: Ángel Mora

Son estos trabajos los que, dice el artista, "son el auténtico alivio económico". Pero no es lo habitual: "Somos un poco rara avis en ese sentido. Hay muchos artistas que únicamente se dedican a las fallas y están en una situación muy complicada".

Según Santaeulalia, lo adecuado sería llegar a un consenso entre los artistas en el que se delimitara el tamaño según el presupuesto del que se disponga, "para no acabar arruinados mientras nos preocupamos por competir". Por ahora, ha sido imposible.