El inclasificable y radical artista Francisco Ruiz de Infante se instala en el país de Nunca Jamás
El polifacético creador de Vitoria expone en Azkuna Zentroa un proyecto tan complejo como interesante, una obra en construcción con múltiples significados.
25 mayo, 2024 02:19La novela Peter Pan y Wendy de J. M. Barrie (1911), más allá de la lectura reduccionista popularizada por Walt Disney en 1953, ha suscitado interpretaciones dispares. El mito del niño que se resistía a crecer ha eclipsado otros significados de un texto complejo, que ha interesado a escritores, artistas y a los pioneros del psicoanálisis.
Es el caso de Francisco Ruiz de Infante (Vitoria, 1966), que se apropia de modo muy libre e irreverente del célebre mito en Políptico de las operaciones (Jamás-Jamás 2024 // aventuras peligrosas para un Aquí y un Ahora).
Este polifacético artista, creador audiovisual, director escénico y performer, sostiene una trayectoria fuera de formato y es conocido por la complejidad de sus proyectos, abiertos a múltiples significados. También aquí da cuenta de esa densidad semiótica.
Presenta aquí una instalación como dispositivo multiforme y metamórfico. Una obra en construcción iniciada en 2017 en espacios artísticos de Barcelona, Madrid, Mallorca, Hangzhou, París, Estrasburgo, Bouxwiller y Montpellier, y que continúa en Bilbao.
Cuatro acciones estructuran su puesta en escena: Islas (expositivas), Vuelos (performativos), Simuladores de vuelo (talleres) y Huellas del aterrizaje (documentación ficcional de los hechos). Anexo a la sala ha dispuesto un estudio de trabajo. Todo, con alusiones a la novela de Barrie que obligan a una visita exigente.
Como en la isla de Nunca Jamás, en la isla expositiva de Ruiz de Infante nada permanece inalterado y el juego, la fantasía, el deseo de volar, la violencia, lo trágico y las paradojas que traman la existencia le permiten disputar dilemas contemporáneos. Se evidencia su atención por las ideas de fluidez, labilidad y proceso abierto en los elementos de sus instalaciones.
La estructura de la puesta en escena, con alusiones a la novela de Barrie,
obliga a una visita exigente
Así, dispone de una suerte de laboratorio de especies vegetales, legumbres que muestran su proceso de germinación y descomposición, pero que pueden ser sustituidas, como sucede con los niños que mueren en la isla del relato.
En el mundo de los Niños perdidos que propone Ruiz de Infante, se recupera la idea de “campo eventual” referida a los mapas de lugares que los pilotos de aviación llevan para realizar un aterrizaje forzoso.
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Esa analogía se manifiesta mediante la presencia de aviones sean en maquetas o en sombras proyectadas. Y diríase que apelan al vuelo libre de la imaginación de los niños: las camisetas azules, las pantallas en espera con su superficie azul, son índices del cielo y de los niños.
También hace alusión a la pérdida de la sombra que sufre Peter Pan. La sombra se recrea en la de cada visitante mientras recorre la muestra. Y en el vídeo La mirada de las mil yardas, 2023-2024: en la mirada de las personas con expresión de estar perdidas e inmóviles frente a la cámara que les graba.
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La proyección intermitente de frases que aluden a la necesidad de creer en la imaginación y un fragmento del tema Come Together (Vamos juntos), de The Beatles, que suena como leitmotiv, añaden nuevos significados a esta compleja propuesta.