Tino Sehgal, esculturas vivas que balbucean
El Centro Botín le da carta blanca a este premio Turner que, en diálogo con El Greco, introduce bebés en sus performances.
29 octubre, 2023 02:30Cuando entramos en la segunda planta del Centro Botín, que acoge en estos meses la nueva propuesta de Tino Sehgal (Londres, 1976), ese espacio vacío diseñado por Renzo Piano y sus grandes ventanales abiertos a la bahía de Santander adquieren mucho protagonismo. A través de ellos se cuela la vista de un paisaje neblinoso en el arranque del día que convive, en el otro extremo de la sala, con un cuadro de El Greco montado sobre un panel entelado dorado. Entre estas dos maravillas, tres personas permanecen inmóviles en el suelo en posición fetal.
El silencio lo invade todo. También cierta incertidumbre de no saber exactamente qué es lo que está ocurriendo. Uno de los performers se levanta, se acerca a una persona del público y le mira con extrañeza mientras replica sus gestos con ciertos aires robóticos. Todos tararean una melodía de fondo mientras se vuelven a tumbar. Van vestidos de blanco, negro y verde, aunque esto sea pura casualidad, porque la única directriz que tienen por parte del artista es que no lleven ropa con mensajes.
En eso consisten las experiencias que crea este coreógrafo y economista de formación. Todo es posible. No hay un férreo guion que teja los entresijos de las acciones, solo unas sencillas instrucciones no escritas que se van enriqueciendo con el propio hacer de los intérpretes. Tampoco se conserva ningún resto material una vez que se terminan las exposiciones. Busquen imágenes o vídeos en las webs de los numerosos museos y bienales por los que ha pasado –Guggenheim de Nueva York, Tate Modern, MoMA, Bienal de Venecia, Documenta de Kassel...– y se toparán con un fundido en negro en el recuadro que debería ilustrar cada una de las obras. Sehgal reivindica la experiencia directa, la conexión física, al mismo tiempo que aliviar nuestra huella de carbono en el planeta, generando residuos cero –no hay objetos, solo cuerpos– con estas acciones en las que trabaja in situ.
Sehgal reivindica la experiencia directa, la conexión física, con estas acciones en las que trabaja in situ
En el caso de Santander ha convocado a doce familias, muchas de ellas de colaboradores con los que lleva trabajando años, pero también del propio entorno del Centro Botín, de bailarines y cantantes que han sido padres recientemente. Y así llegamos al clímax de la obra This youiiyou (Este túyoyotú), que se alcanza cuando entra en la escena una mujer con un bebé, un niño de verdad, de carne y hueso, imprevisible (una apuesta arriesgada, recordaba Sehgal, ya que los principios más básicos de las performances desaconsejan trabajar con niños y con animales).
Se inicia con esta nueva incorporación una danza de movimientos lentos que gira en torno y responde a las reacciones de esa criatura de la misma manera que ocurre en la escena de La adoración de los pastores con la que comparte espacio. Así, los sonidos sencillos, las rítmicas pedorretas, los estetizados movimientos de muñeca se convierten en el nuevo hilo conductor de una situación en la que sorprendentemente ninguno de los bebés participantes llora, al menos en la hora y media que yo permanecí en la sala.
Como en obras anteriores –pienso en The Kiss (El beso, 2002), que evocaba en los movimientos enroscados de tan solo dos intérpretes distintas escenas amorosas de esculturas famosas– la historia del arte sirve de fuente de inspiración para la acción. Aquí, y por invitación del comisario, Udo Kittelmann, replica a la pintura de El Greco de la colección de la Fundación Botín (pensado originalmente para el retablo dedicado al Evangelio del Convento de Santo Domingo el Antiguo de Toledo), una composición magistral en la que todo gira, nuevamente, alrededor del nacimiento de Jesús: la luz, las miradas de la Virgen, de San José y de los pastores, con la única excepción de San Jerónimo.
En el desarrollo de esta partitura invisible de Tino Sehgal los espectadores tienen también un papel y pueden, por qué no, sumarse a la acción. Hace unos años, en la Sala de Turbinas de la Tate Modern, sus colaboradores asaltaban a los visitantes respondiendo con toda naturalidad a preguntas que en realidad no habían formulado. Y En la Documenta de Kassel nos sumergía en la más total de las oscuridades.
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Todas estas situaciones funcionan durante el tiempo en el que el espacio expositivo permanece abierto. Habla ahora de la maternidad, de las conexiones afectivas y de la potencia del juego con una obra realmente emocionante. Y rinde tributo con gestos muy sencillos a la vida, a los cuidados y las personas que la sostienen. Un artista diferente, fundamental. Todo un reto en esta era en la que vivimos a través de una pantalla.
Situaciones vivas
Huye de la etiqueta de performance, de las fotografías y de los vídeos. En la obra de Tino Sehgal (Londres, 1976) todo ocurre en el directo de la sala de exposición y se acaba con su clausura. Fue galardonado con el León de Oro en la 55º Bienal de Venecia en 2013, en la que ya había protagonizado el pabellón de Alemania en 2005. Ha expuesto en el Palais de Tokyo, el Stedelijk Museum, la Tate Modern, el MoMA o el Museo Guggenheim de Nueva York, y forma parte de sus colecciones.