El Museo Británico de Londres inaugura El siglo oculto de China, una colosal exposición sobre la China del siglo XIX, que aborda cómo sobrevivieron y florecieron las artes y la cultura china durante el considerado el "siglo de la humillación" debido a la violencia infligida a China por las potencias coloniales.
"Exponer la fenomenal creatividad cultural de la China del siglo XIX en una primicia mundial", señala Wenyuan Xin, uno de los comisarios, que continúa: "Es un período a menudo subestimado del arte y la cultura chinos y sin embargo su historia es fascinante. En el transcurso de poco más de 100 años, China se transformó de un imperio dinástico a una nación republicana moderna. A través de esta exposición, esperamos comunicar el drama, la complejidad y el conflicto de este proceso".
La exposición, respaldada por el banco Citi es el resultado de cuatro años de investigación del Museo Británico y la Universidad de Londres apoyados por the Arts and Humanities Research Council, y que involucró a una red de más de 100 académicos y expertos de 20 países. Nunca antes se había realizado una exposición de la China de la dinastía Qing del siglo XIX que fuera más allá de las pinturas o la fotografía, por lo que el equipo recorrió el mundo en busca de materiales y descubrió algunas de las historias extraordinarias de esa larga centuria.
Todos juntos trabajaron para descubrir, estudiar y restaurar muchos de los más de 300 objetos que conforman la exposición, en su mayoría nunca mostrados en público. El objetivo final de la investigación era tratar de comprender las experiencias de las personas que vivieron un período de cambio tumultuoso en el que murieron entre 20 y 60 millones de personas.
"Esta extraordinaria exposición abrirá una nueva página del entendimiento de la China imperial", explica la comisaria Jessica Harrison-Hall, jefa de la sección de China del museo, curadora del Sir Percival David Collection y conservadora del departamento de Artes Decorativas y Cerámicas del Museo Británico, que añade: "Fue un siglo dominado por una serie de guerras ruinosas que significaron que las artes y oficios de la época no tuviesen su momento en el sol. Sin embargo, mucho de lo que vemos hoy en China proviene del período del siglo XIX".
En realidad, cuando hablamos de este siglo XIX nos referimos al "largo siglo XIX" de China, pues se extiende desde el ascenso al trono en 1796 del quinto emperador de la dinastía Qing, Jiaqing, hasta la abdicación en 1912 del décimo, Puyi, dando paso a una república revolucionaria. En ese periodo, China soportó catastróficas guerras civiles y extranjeras, incluidas las notorias guerras del Opio con el Imperio británico, que obligaron a los chinos a legalizar el comercio de opio y conceder condiciones comerciales favorables a las potencias occidentales, y que a la postre culminaron con la revolución que llevó al declive y final de 2.000 años de gobierno dinástico, derribando una civilización.
A pesar de este trágico telón de fondo, la gente de la China del siglo XIX lanzó al país a cambios profundos en búsqueda de la modernidad. Los supervivientes de las dislocaciones de este siglo, de muchas clases sociales y grupos económicos, demostraron un ingenio extraordinario, impulsando y adoptando el cambio cultural y tecnológico en la pintura y la política, la guerra y la artesanía, la literatura y la moda.
Hartwig Fischer, director del Museo Británico, afirma: "Es un período doloroso para China y a menudo se pasa por alto, y la exposición supone un gran paso para una institución importante, pues muestra la resiliencia de las muchas personas que vivieron en el periodo imperial de la dinastía Qing". Tan solo del Museo Británico se evaluaron más de 200 objetos de la colección, desde una botella de rapé con incrustaciones de perlas que emulaba un racimo de uvas, hasta diminutos zapatos de loto con pies vendados bordados e incluso una aleta de tiburón seca, para determinar su idoneidad para exhibición.
Una oportunidad única
Los visitantes vislumbrarán la historia de los individuos y la sociedad, los grandes y los humildes, así como como las diversas texturas de la vida creativa y la sociedad en constante cambio que fue la China del siglo XIX, todo documentado a través de más de 300 objetos de arte, cerámica, moda, fotografías, periódicos, muebles e incluso los ingredientes de la sopa del emperador que componen la exposición. La comisaria Jessica Harrison-Hall, cuenta: "La mitad de los objetos son del Museo Británico; la otra mitad provienen de colecciones privadas británicas e internacionales diferentes, y la mayoría se muestra públicamente por primera vez. Es muy poco probable que se vuelvan a ver; realmente una oportunidad única en la vida".
Se reúnen objetos exquisitos por primera vez, desde mapas del "todo bajo el cielo" (como se llamaba el impero Qing), jarrones de cloisonné regalados por la corte del último emperador al rey Jorge y la reina María para su coronación en 1911. Botellas de rapé de valor incalculable y retratos "fotográficos" hechos de tela cosida. Tratados de ferrocarriles y puertos. Trajes de óperas, túnicas de seda encargadas por la emperatriz viuda Cixi, gobernante de facto de China desde 1861 hasta 1908, el retrato de 1912 del último emperador de China, representado como un niño solemne, o la fotografía de Looty, el perro del soberano.
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Paradójicamente esta pequeña fotografía es un símbolo tremendo del pillaje que sufrió el Imperio chino. Looty, un perro diminuto y peludo, pertenecía al emperador y las tropas británicas y francesas lo tomaron cuando saquearon y destruyeron el Palacio de Verano, llevándose también consigo obras de arte y fragmentos de arquitectura. Looty, como se renombró al perro (con un mal gusto impecable), fue entregado a la reina Victoria y fue el primer "pequinés" de Gran Bretaña.
La moda imperial es otro foco importante en la exposición. Desde la sección militar destaca el traje del militar abanderado con tachuelas de metal sobre paneles bordados de seda y dragones, que era la última forma de este conjunto de prendas que se adaptó durante el reinado Qing (1644-1912). En la sección de vida urbana se muestra moda y complementos para hombre, mujer y niños, así como la forma en que las artesanías se fueron comercializando cada vez más. En la sección global se despliega una túnica con un borde inusual de barcos de vapor especialmente adquirida para la exposición, y en la sección final se muestran trajes de mujer de principios del siglo XX.
El corazón de la exposición reside en la conservación y restauración de elementos notables que nunca antes se habían exhibido al público.
La pieza clave es una túnica morada, dorada y turquesa, con diseños chinos y japoneses de la emperatriz viuda Cixi, prestadas por el Museo Metropolitan de Nueva York. "Es un ejemplo de una paleta totalmente nueva que utiliza tintes de nueva invención, combinados con motivos del arte japonés, la moda Han y Manchú", explica Harrison-Hall, que la describe como "un objeto verdaderamente global". Y continúa: "La emperatriz viuda tenía que cambiar su indumentaria unas 10 veces al día y tenía cientos de túnicas diferentes, todas bellamente cosidas en patrones totalmente diferentes y lo que me encanta es el esquema de color innovador".
El otro extremo de la sociedad china está representado por una capa de paja impermeable probablemente hecha para un granjero o un pescador que ha sido cuidadosamente restaurada para la muestra, ofreciendo una visión fresca y directa de las texturas de la vida cotidiana. Es una capa compuesta por cientos de piezas individuales de paja recuperada con inimaginable paciencia por los conservadores del British, quienes han cepillado minuciosamente cada una de las hebras de paja individualmente y humedecido cada tallo para devolver la prenda a su forma original.
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Esta exposición está diseñada atmosféricamente como un laberinto entre luces y sombras, en el que se descubren continuamente pistas de una historia impactante. Los comisarios de la exposición terminan con una proyección a escala cinematográfica del poeta y activista revolucionario Qiu Jin, quien fue ejecutado en 1907 y se convirtió en mártir del nuevo siglo. Se proyecta como un símbolo de esperanza: como el rostro del futuro.
La gente
Esta exposición se centra en una pregunta clave: ¿cómo demostraron los chinos resiliencia y creatividad durante este período de extrema agitación y violencia? "Nuestro objetivo era celebrar las contribuciones de personas notables y por ello esta exposición será la primera que se centre en la gente de la China del siglo XIX y su entorno", explica Jessica Harrison-Hall, que añade: "La muestra se focaliza en la capacidad de recuperación de las personas y su creatividad, no permitiendo que el trauma del siglo XIX nos haga olvidar estas historias y personas extraordinarias. Nuestro objetivo es transmitir la habilidad y la innovación de los artistas en China a pesar de la inferencia colonial, la guerra civil y, en última instancia, la revolución".
Este período de violencia y agitación fue también uno de extraordinaria creatividad, impulsado por el cambio político, cultural y tecnológico. A la sombra de estos eventos yacen historias de personas notables de múltiples sectores de la sociedad: en la corte, en el ejército, artistas y escritores, agricultores y habitantes de ciudades cosmopolitas en auge, comunidades globalizadas de comerciantes, científicos y diplomáticos, reformadores y revolucionarios.
"La muestra ilumina la vida de las personas a través de varias voces clave", señala Harrison-Hall. "Una emperatriz, una bailarina, un soldado, una artista, un ama de casa, un comerciante y un diplomático". Por ello las voces que marcan la exposición clave provienen una cortesana desconocida que representa a más de 200 millones de mujeres que han dejado pocas huellas de sus vidas.
La emperatriz viuda Cixi está presente y podemos escuchar sus pensamientos sobre su contemporánea, la reina Victoria. Un abanderado manchú describe su trabajo y un artista examina su propio destino. Un ama de casa de clase media nos cuenta cómo cambian su rol. Un comerciante chino que hablaba inglés y negoció tratos por valor de miles de libras. La exposición se cierra con una feminista revolucionaria y poeta Qiu Jin, cuyo poema-canción ha sido grabada por el coro London China Philharmonic.
La modernidad china
Hasta hace poco, el siglo XIX en China era definido como un periodo de estancamiento cultural. Las investigaciones y el gran esfuerzo de colaboración entre académicos, coleccionistas, diseñadores, expertos para esta exposición han permitido ir más allá de estereotipos, estableciendo una nueva comprensión de este importante período, con conclusiones tan relevantes como de qué manera China se convirtió en una sociedad moderna.
En este sentido, se despliega una descripción visual detallada de las respuestas a la guerra, la tecnología, la urbanización, las transformaciones políticas y las influencias externas de China. Así lo explica Harrison-Hall: "Muchas personas no solo sobrevivieron, sino que prosperaron en este mundo tumultuoso. Nuevas formas de arte, como la fotografía y la impresión litográfica, florecieron mientras la tecnología y el transporte (el telégrafo, la electricidad, los ferrocarriles) transformaban la sociedad".
Toda esta modernización cultural se plasma en la exposición; destaca una sección organizada como a una ventana bidireccional entre China y el mundo: "Mostramos el papel desempeñado por la gran ciudad portuaria de Guangzhou en la primera mitad del siglo XIX y los tratados portuarios en la segunda mitad. A través de esto, podemos ilustrar el impacto de los nuevos métodos de transporte, como el ferrocarril y los barcos de vapor, que se filtraron a través de la moda. También nos permite mostrar el papel que jugaron las grandes exposiciones internacionales de finales del siglo XIX. El papel cambiante de la mujer y las reformas de la educación, el ejército y la diplomacia".
Jessica Harrison-Hall concluye: "La exposición iluminará un período fundamental en la historia de China, uno que forma un puente crucial hacia la nación moderna que es el país hoy".
Maravillosa, confusa, tremenda e inspiradora: así es la historia oculta hasta ahora para nosotros, no para ellos, estos más de 100 años que cuentan la historia compleja de cambios profundos y rápidos y que el Museo Británico nos da la oportunidad de descubrir hasta el mes de octubre.