Latinoamérica en ARCO: una oportunidad para ampliar horizontes
Diversidad e identidad son los principales atributos de las obras presentadas por las 11 galerías latinoamericanas reunidas en la sección 'Nunca lo mismo'
24 febrero, 2023 02:20ARCOmadrid lucha por sobrevivir como una feria internacional y, en este contexto, Latinoamérica es una baza imprescindible. Con presencia anecdótica de galerías de América del Norte y de Oriente medio (solo tres de Egipto e Israel) y ausencia absoluta de África subsahariana, del emergente mercado árabe y de Extremo Oriente, todavía puede defenderse como la feria europea donde puede verse y adquirirse más arte latinoamericano.
Si es que esto sigue teniendo algún sentido en un mundo global, de artistas migrantes y transeúntes, cuyo trabajo recibe y dialoga con toda suerte de influencias y cualquier galería tiene en su nómina artistas internacionales ajenos a la ubicación de la empresa.
En consecuencia, ARCO después de eliminar la ya anacrónica invitación a países, sección en la que los del cono sur siempre tuvieron protagonismo, creó hace tres años, en el difícil contexto de la pandemia, el programa Remitente, luego retitulado Nunca lo mismo. Sección que vuelve este año, con homónima denominación y dos galerías más, hasta superar la decena, para reforzar a las diecinueve galerías latinoamericanas presentes en el Programa general y en el programa Opening, apenas un 10% de las 185 galerías de esta 42ª edición.
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Dos comisarios independientes, el argentino Mariano Mayer y la ecuatoriana Manuela Moscoso, bien conocidos en nuestro país, regresan también para ocuparse de la selección en Nunca lo mismo, sugerente expresión que “reúne un conjunto de proyectos que manifiesta la voluntad de responder de manera crítica a los desafíos históricos, geográficos y sociales. Cada propuesta presta atención a las características de producción de sus propios contextos, sin limitarse a una definición universal identitaria”, dice la nota de prensa. ¿Entienden algo? Comunicar no consiste en agitar términos en una coctelera. ARCO y, en general, nuestro sistema del arte ganarían mucho si se descartara todo lenguaje retórico y se apostara por más transparencia.
Los criterios
Por ejemplo, hablemos de criterios. En esta selección, ¿pesa más el criterio de países, galerías o de artistas? Si se tratara de galerías representando a países, no se entiende muy bien qué variedad aporta, ya que solo suma Guatemala a los otros ocho países latinoamericanos presentes en la feria (Argentina, Colombia, Perú, Brasil, México, Chile, Cuba y Venezuela) y a los treinta países en total este año en ARCOmadrid.
Este programa contribuye al orden en la feria, con 'solo project' de un artista (excepcionalmente, dos) en 25 metros cuadrados
Tampoco la reiteración, incluyendo a tres galerías argentinas, cuando otras seis ya participan en el conjunto de la feria. Ni por qué tres galerías repiten en esta segunda edición del programa: la argentina Hache, la peruana Crisis y la guatemalteca Proyectos Ultravioleta, aunque con artistas diferentes a los mostrados el año pasado.
En todo caso, desplegado en un lateral del pabellón 9, Nunca lo mismo contribuye al orden en la feria, a semejanza de la sección Opening, con solo project de un artista (excepcionalmente, dos) en booths de veinticinco metros cuadrados. ¿Y qué más añade a este gran bazar? ¿Será el “color” del sur, es decir, un acento visible de la pertinaz vocación española de intensificar los vínculos de hispanidad? O bien, ¿algo más cercano a la materialidad sensorial y, al tiempo, a la raigambre en la sólida tradición conceptual?
Los artistas
Hablemos entonces de los artistas y sus obras que nos interpelan con su trabajo y, al cabo, son la única verdad de ARCO. Integrados ya en la colección del Museo Reina Sofía, en Jaqueline Martins encontramos al histórico e irreverente Hudinilson Jr. (São Paulo, 1957-2013) y su estética queer en papeles y cuadernos pobres; y en EXTRA, galería de Guatemala, a Manuel Chavajay (San Pedro La Laguna, 1982), artista tz’utujil originario de Sololá, adscrito a las raíces y a su materialidad con su cerámica de profundas raíces étnicas.
En la galería Crisis, la peruana Aileen Gavonel (Lima, 1989) también está apegada a la tierra, y no solo porque su medio es la cerámica: despegó a nivel internacional con su proyecto Brujas, que reivindica el matriarcado del Perú prehispánico. Ruinas, sitios arqueológicos, o extracciones mineras contaminantes están en el origen de sus proyectos, que siempre adquieren una modulación feminista. También formado en Perú pero residente en Bilbao desde hace tiempo, Javier Bravo de Rueda (Callao, 1989) se sirve del barro para materializar elegantes dibujos con ecos de arquitecturas poéticas. Algo de eso pudo verse en 2019, cuando Perú como último país invitado en ARCO le eligió para su representación.
De la potente galería guatemalteca Proyectos Ultravioleta, que representa artistas bien conocidas aquí, como Regina José Galindo, Amalia Pica y Vivian Suter, se ha elegido para esta edición a Jessica Kairé (Ciudad de Guatemala, 1980), que trabaja en diversos medios, del papel maché a la tela y el vídeo, en desarrollos performativos en torno al imaginario del trópico y la mutabilidad de espacios y arquitecturas. También la estrategia de la decodificación rige la pintura de Ana Segovia (Ciudad de México, 1991), que trabaja con humor estereotipos de género y nacionalismo, en la galería Karen Huber.
De la selva amazónica
En la galería Hache, la argentina Florencia Böhtlingk (Buenos Aires, 1966), que disfrutó de una beca Guillermo Kuitca en su formación, influida por la pintura amazónica, el constructivismo torresgarciano y el muralismo social de los años sesenta, se ha interesado crecientemente por la selva, sus ritos, misterios y secretos, que plasma en una pintura muy exuberante.
Por otra parte, en la galería argentina Diego Obligado, la fotógrafa Andrea Ostera (Santa Fé, 1967), que en su juventud también recibió una Beca Kuitca, continúa preguntándose por el sentido y los procedimientos de la fotografía. Representado por la galería lisboeta Madragoa, Adrián Balseca (Quito, 1989) cuestiona en sus vídeos las estrategias de representación y narración, al explorar las tensiones entre lo industrial y lo artesanal. Sobre los proyectos específicos para este ARCO de Nicolás Guagnini (Buenos Aires, 1966) y el reciclador Mano Penalva (Bahía, 1987), el público juzgará.