Cai Guo-Qiang, la traca final de Miguel Zugaza en el Prado
Pintando el 3 de mayo de Goya, 2017
El director del Museo del Prado se despide dejando organizada una exposición para el próximo otoño del artista chino. Guo-Qiang creará con pólvora una pintura monumental conectada con Goya, El Greco y Velázquez, que culminará con una explosión en el Salón de Reinos.
Se trata de la última exposición de Miguel Zugaza como director del Museo del Prado antes de su vuelta a Bilbao para dirigir el Museo de Bellas Artes. Este miércoles se reunirá el Patronato de la pinacoteca para llevar el nombre de Miguel Falomir, actual director adjunto y único candidato para el puesto, al Consejo de Ministros. Este último se reunirá este viernes y, a no ser que salte la sopresa, Falomir será nombrado director de la pinacoteca madrileña y en ese momento Zugaza ya será la cabeza visible del Bellas Artes de Bilbao.
Para Zugaza esta muestra de Cai Guo-Qiang se trata de “una alternativa para el arte contemporáneo en este espacio”. De hecho, el lugar escogido, el Salón de Reinos, tiene un paralelismo con el arte de Guo-Qiang. Aún se puede oler “la pólvora de cuando era el Museo del Ejército”, apunta Zugaza. El lugar ideal para renovar el fuego extinto del Ave Fénix. “Este es el año del gallo chino, mi año también, lo cual significa que va a ser un año duro para mí y que tengo que pintar mucho para el Prado”, señala. Se trata, pues, de “buscar conexiones con Goya y a través de sus imágenes hacer otra obra con mis propias manos”. Esa vuelta a la pintura es la que ilusiona a un artista con vocación de pintor. De hecho, una de sus mayores influencias es El Greco, una admiración que en 2009 le llevó a viajar con su hija desde Creta hasta Toledo siguiendo su estela. Un peregrinaje que culminó con un tríptico inspirado en el maestro. “Gracias a El Greco me di cuenta de que el arte puede conectar el mundo visible con el mundo invisible”. De hecho, para él, “el arte es como un túnel espacio-temporal que me permite viajar entre mundos visibles e invisibles y deambular dentro y fuera del sistema. También me permite oscilar entre las realidades sociales y mi búsqueda artística”.
En ese ir y venir entre el espacio, el tiempo, la realidad social y el arte, Cai Guo-Qiang se muestra preocupado por la realidad que vive. “Después del desastre nuclear de Fukushima doné una obra en una subasta benéfica para recaudar fondos y que mis viejos amigos en Iwaki pudieran reconstruir sus casas”. Pero con el dinero ellos decidieron plantar 100.000 cerezos en la zona y aunque en un principio le costó entender el por qué, con el tiempo entendió que en el lugar del desastre quizá en unos años haya un mar rosa de cerezos.
Cai Guo-Qiang en el Salón de Reinos
En esta ocasión el artista se limita a la pintura y lo entiende como una vuelta a su infancia, a su “sueño inicial de ser artista, de ser pintor”. Pero, matiza, se enfrenta a un problema. “En Sky Ladder conecto la tierra con el cielo pero ahora, a través de mi pincel, quiero conectarme a la historia de la pintura”. Pero, continua, “¿qué y para qué pintar? Hoy en día es más difícil hacerlo pero necesitamos búsquedas y soluciones de esos problemas, de modo que tenemos muchos motivos para hacerlo”, se responde. Pero existe una razón mucho más sencilla: “Pintamos porque nos gusta pintar”, señala. Y, sobre todo, para tender un puente al pasado. Además, “los pintores españoles del Prado se convierten en los colaboradores de mi exposición”.Es cierto que sus pinturas no son al uso ya que lo hace valiéndose de la pólvora y del impacto de su explosión sobre el lienzo. En una ocasión su abuela apagó el fuego de una de sus intervenciones con un paño blanco lo cual le hizo comprender que “es importante prender fuego pero también saber cuándo apagarlo”. A través de este material tan característico de su cultura, el artista se conecta “con los espíritus del espacio”, y a pesar de que no sabe cuál será el resultado de sus dinámicas en Madrid, el 23 de octubre culminará su presencia con la explosión de El espíritu de la pintura, una monumental obra de 18 metros de ancho en el mismo Salón de Reinos. Todas las piezas, que estarán inspiradas en el edificio que acoge su residencia y las obras de los maestros que lo habitan, serán realizadas por ignición de pólvora proveniente de Valencia y serán expuestas a partir del 25 de octubre en el edificio de los Jerónimos.
Quizá sea la primera falla para Falomir en el Prado.
@scamarzana