Sebastián Díaz Morales, el desierto en tiempo real
Sebastián Díaz Morales
14 mayo, 2010 02:00El camino entre dos puntos, 2010
Pepe Cobo presenta, además de una vídeo-escultura relacionada, el primer largometraje del artista, El camino entre dos puntos -se proyecta sólo martes y jueves a las 20.30h-, y una obra más antigua que pudo verse en la Fundación Joan Miró en 2006: El hombre con la bolsa. Ambos tienen una misma estructura: un hombre atraviesa el desierto en un recorrido circular. En El hombre..., una ilustración literal de la expresión "tropezar siempre con la misma piedra", ese periplo constituye sólo una parte del desplazamiento, atravesando la ciudad de Comodoro. En El camino..., se trata en realidad de un trayecto lineal narrado de manera que se nos muestra el final al principio de la película; la circularidad es temporal. También la propia obra de Morales es circular: regresa siempre a las mismas localizaciones, que aparecen también en El visitante enigmático (2003) y Paralelo 46 (1998). Son construcciones abandonadas en medio de la nada, de nuevo metáforas de un lugar interior.
Morales introduce sutilmente rasgos experimentales pero su estilo se basa sobre todo en una temporalidad contemplativa, que nos permite seguir a los personajes -la cámara va a menudo por detrás-, o mirarles cuando miran, casi en tiempo real. Es una apuesta arriesgada por su parte, pues los 39 minutos de El hombre... no pasan volando y los 80 de El camino... se hacen eternos. No he podido verla, pero estoy segura de que la versión de esta última en dos canales, de 18 minutos, exhibida el año pasado en otros lugares, es mucho más llevadera y, además, más rica en la experiencia visual por el diálogo entre las dos pantallas. En cualquier caso, ésta se sostiene sobre un punteo poético, enigmático, con algunas imágenes memorables. Aunque, en lo formal, lo más interesante de la exposición sea el experimento de rodar las escenas de El hombre con la bolsa con dos cámaras en paralelo que producen una línea de ruptura central en la que se pierden fragmentos de cuerpo y de paisaje.