¿Qué libro tiene entre manos?
Releo Cien Años de Soledad.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
La formalidad sin alma.
¿Con qué personaje literario le gustaría tomarse un café mañana?
Con la Maga de Rayuela.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Viaje al Centro de la Tierra de Julio Verne. Me obsesionó encontrar esa entrada en alguno de los volcanes de Nicaragua.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche…?
Leo de 5 a 7 de la tarde y antes de dormir. Leo mucho en la tableta porque tengo acceso a títulos que no encuentro en Nicaragua, pero nada huele como el papel.
Cuéntenos una experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Estuve interna en un colegio cerca de Atocha en Madrid a los catorce años. Muy sola. Caminaba al Museo del Prado los domingos. Me maravillaba tenerlo cerca. Lo llegué a conocer muy bien.
¿Qué supone para usted el premio que ha recibido, y el poeta (Gil de Biedma) al que está dedicado?
Todo premio es un abrazo. Escribo menos poesía ahora y este libro es una destilación de varios años y muchos cambios. No sé cuántos libros más escribiré. Admiro la decisión de Gil de Biedma de dejar de escribir antes de los 40. Me gusta su desfachatez y valentía.
En el libro leemos: “Si eres una mujer fuerte / protégete de las alimañas que querrán /almorzar tu corazón”. ¿Cuáles son las peores?
La envidia, la descalificación, el paternalismo, el sarcasmo para invisibilizarnos a las mujeres.
¿Qué tiene de provocación y qué de declaración de principios su “Cantemos al estrógeno”?
Lo escribí pensando en la violencia de la testosterona. Es un repudio al machismo violento, pero desde una posición de poder, no de debilidad.
¿Sigue siendo “Peligroso/ ser orgullosamente mujer / proclamarse persona”?
Sigue inspirando miedo. La identidad masculina no se ha adaptado aún. Tiene que reconocer en qué se funda la propia. Creo que la época los está obligando.
Parafraseando al libro, “¿qué puede hacer la poesía?” en tiempos de crueldad”?
No desertar de la belleza, ni la empatía.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
Pensaba que no hasta que vi una retrospectiva de Damien Hirst que me llevó del pasmo, al rechazo, al deslumbre y a que se me pusiera la carne de gallina.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
De Sorolla. Nadie pinta la luz como él.
¿Qué música escucha en casa?
Oigo poco. Pienso mejor con el sonido ambiente del trópico.
¿Se ha “enganchado” a alguna serie de televisión? ¿A cuál y por qué?
Juego de Tronos sigue siendo mi favorita. Era impredecible y me encantó la invención de una época histórica y una geografía donde la fantasía y la magia eran parte de lo cotidiano.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Miller o Hemingway dijeron: “No leo las críticas, las mido”. Trato de ponerlo en práctica, pero lo cierto es que aprendo de la crítica, excepto cuando ésta rezuma mala leche.
¿Qué libro le recomendaría a Daniel Ortega y por qué?
La Divina Comedia, para que escoja su piso.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
La detestaba cuando estaba Franco. Era lúgubre en mi época del colegio. Ahora amo su vitalidad, el desparpajo de la gente, el espíritu contestatario, el Barça, Sabina, Chus, mis amigos, la belleza de Madrid. A excepción de Vox y otros resabios fascistas, todo me gusta.