Para Nadal, Wimbledon también está en las rodillas
El español, que se juega este lunes el pase a cuartos ante Jiri Vesely, encadena dos cursos sin dolores sobre hierba tras varios años con problemas en las articulaciones.
9 julio, 2018 00:03Noticias relacionadas
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Ángel Ruiz Cotorro, doctor de la Federación Española y médico de confianza de Rafael Nadal, apareció el domingo por las pistas de Aorangi Park recién llegado del aeropuerto y se encontró con una escena hipnótica. Roger Federer, Novak Djokovic y el español entrenándose a la vez durante el Middle Sunday, el tradicional día de descanso en el que el torneo se detiene por completo antes de entrar en la segunda semana de competición. Posiblemente, durante la mañana, a Cotorro le tranquilizó comprobar lo que ya sabía: que por segundo año consecutivo Nadal juega sobre hierba sin limitaciones porque no le duelen las rodillas, que puede flexionar y apoyar sin temor a un pinchazo y que eso es energía positiva para asaltar el título.
“Con las rodillas mal no se puede competir en hierba”, asegura el número uno del mundo, citado este lunes con Jiri Vesely (1-0 en el cara a cara) por el pase a los cuartos de final. “Aunque lo intente es imposible porque necesito unos apoyos estables en la superficie más inestable de todas. Si no tengo estabilidad en los apoyos, no puedo jugar a un nivel alto”, insiste el balear. “Aquí necesitas coger mucha fuerza de esa parte del cuerpo y cuando la rodilla no responde al 100%, o al menos a un porcentaje elevado que te permita no sentirte muy limitado, es imposible competir bien. Dicho esto, aún estando bien de las rodillas puedo perder”, cierra el jugador, programado por cuarto partido seguido en la pista central.
“Es básico que las rodillas estén bien y tuvo varios años donde lo pasó bastante mal ”, cuenta en la terraza del torneo Francis Roig, uno de los entrenadores del tenista. “En hierba te penetra mucho el pie y el tendón se resiente más. La pelota pesa y hay que usar bien las piernas. Eso muy importante”, prosigue el técnico catalán. “Y como todos, Rafa se mueve por sensaciones. Al final es humano, y cuando tiene dolor en las rodillas la cabeza se le dispara y piensa que puede ir a más”, añade. “Eso te quita concentración, que en hierba es muy importante para aspirar a todo”.
Nadal jugó muy flexionado sus primeros años en Wimbledon, con la rodilla rozando el césped. Fue la época de los dos títulos (2008 y 2010) y las cinco finales consecutivas (2005-2011). Habituado a convivir con problemas en las articulaciones, sufriendo dolor en los tendones cuadricipitales y rotulianos de ambas rodillas, el mallorquín asaltó con limitaciones el templo de la hierba en 2012 (derrota con Lukas Rosol en segunda ronda), 2013 (Steve Darcis en primera) y 2015 (Dustin Brown en segunda) tras enfrentarse a siete meses en blanco (entre 2012 y 2013) por una rotura parcial del tendón rotuliano izquierdo y una hoffitis (inflamación de la zona de grasa situada detrás del tendón y debajo de la rótula) que le dejaron grandes secuelas.
“Cuando el tenis se desarrolla en pista de hierba, el bote de la bola es muy distinto a cualquier otra superficie”, explica Blanca Bernal, fisioterapeuta del circuito femenino durante muchos años. “Al contacto con la hierba, la pelota patina, sin elevarse como lo hace en otras superficies. Esto implica que el jugador tenga que estar más flexionado, aumentando la carga en los cuádriceps y, por tanto, aumentando la carga en las rodillas a través del tendón rotuliano”, desarrolla. “Además, las frenadas son muy inestables, exigiendo mucho a las articulaciones y demandando mucha carga excéntrica del aparato extensor de la rodilla”.
En 2018, y al igual que el curso anterior (derrotado en octavos por Gilles Muller con un dramático 15-13 en el quinto set), Nadal juega Wimbledon sin dolores en la rodilla. Eso le permite ser competitivo. Quizás, lo que más necesita en su intento de reconquistar la copa.