Lia Thomas se ha convertido en tendencia en los últimos días en el universo del deporte. Su caso, mundialmente conocido, ha dado la vuelta al planeta en cuestión de horas después de su éxito en los campeonatos nacionales de natación organizados por la NCAA. Sin embargo, su protagonismo viene coleando desde muchos meses atrás.
Concretamente, desde que empezó a brillar en las competiciones que disputaba en un ámbito deportivo mucho más reducido y que terminaron llegando al estrellato después de sus victorias y sus récords en la Ivy League. Sin embargo, Lia Thomas tiene un origen anterior que explica muchas cosas de las que están sucediendo hoy en día.
La nadadora transexual más famosa de Estados Unidos, y se podría decir que de todo el mundo, ha causado conmoción en el deporte femenino. Y más desde lo que sucedió en los campeonatos nacionales. En el momento de recibir el premio como ganadora de la prueba de 500 yardas, Lia recibió la ira y los abucheos de un público que consideraba que su presencia compitiendo contra mujeres desvirtuaba la competición por sus superiores capacidades físicas al haber nacido como hombre.
A raíz de eso, una parte del deporte femenino se ha volcado en contra de su participación en las competiciones de natación y de las deportistas que, como ella, cuentan con unas características especiales. Sin embargo, Lia tiene una historia previa a este boom mediático, la que construyó como Will Thomas, un nadador masculino.
El origen de Lia Thomas
Hoy en día, todo el mundo conoce a esta nadadora transexual como Lia Thomas. Sin embargo, su origen es bien distinto. Concretamente porque su nombre no era Lia, si no Will. Will Thomas. Lo que no cambia desde sus primeros pasos es que esta deportista nacida en Austin, Texas, en 1999, tiene un amor exacerbado por la natación. Sin embargo, como hombre, sus resultados no fueron ni mucho menos cercanos a los que está consiguiendo ahora compitiendo entre mujeres.
Will empezó a nadar y a desarrollar su amor por este deporte a los cinco años. Fue ahí cuando comenzó a practicar el deporte que le gustaba y al que soñaba con dedicarse de manera profesional. Lógicamente, siempre había competido entre chicos y sus resultados habían sido de lo más discretos.
A medida que fue creciendo, fue subiendo categoría. Pero nunca llegó a entrar entre los 400 mejores nadadores de su nivel. Una situación que alejaba y mucho el sueño de poder dedicarse a la natación de manera profesional, algo que ahora sí está consiguiendo. Antes de afrontar su importante cambio, Will estuvo durante tres años formando parte del equipo masculino de la Universidad de Pensilvania. Allí consiguió algunos de sus éxitos como la segunda plaza en las pruebas de la All-Ivy League en las 500, 1.000 y 1650 yardas estilo libre.
La natación se convirtió para él en una vía de escape y también en el empujón que necesitaba para tomar la decisión más importante de su vida. A mediados del mes de noviembre de la temporada 2019/2020 fue la última vez que compitió en la categoría masculina antes de dar el paso.
Se podría decir que Will, o mejor dicho Lia, es hoy por hoy lo que es gracias a este deporte. Muchos ahora le acusan de estar compitiendo en desigualdad de condiciones respecto a sus rivales, algo que provoca una cierta adulteración de las competiciones que es tendencia a nivel mundial. Pero también es cierto que gracias a la natación se dio cuenta, según explica, de que necesitaba un cambio en su vida que ahora se ha hecho real.
La natación: vía de escape
Lia tiene ahora 22 años. Hasta el 2019, estuvo compitiendo en diferentes pruebas de natación formando parte del equipo masculino de UPen. Sin embargo, gracias a la piscina encontró las fuerzas necesarias para tomar una decisión que ha cambiado su vida para siempre. Concretamente, fue justo un año antes cuando comenzó a hacerse preguntas existenciales de una manera frecuente.
Durante todo el 2018, Will ya había decidido internamente convertirse en Lia porque era lo que realmente sentía. Sin embargo, decidió callarlo durante muchos meses porque no se atrevía a dar el paso, algo que le provocó un sufrimiento interno y una crisis personal y existencial.
"Había mucha incertidumbre. No sabía qué podía hacer. Decidí nadar esa temporada como hombre, sin salir del armario, y eso me causó mucha angustia. Luché, mi salud mental no era muy buena. Sufrí mucha inquietud y me sentí atrapada en mi cuerpo. Fue cuando decidí que había llegado el momento de comenzar mi transición".
Gracias a verse todo un año atrapada en competiciones masculinas cuando no era lo que realmente sentía, decidió dar el paso definitivo. Comenzó su tratamiento y siguió compitiendo en la categoría masculina hasta que pudo empezar la fase más avanzada del proceso. Y poco tiempo después, decidió aparcar el deporte completo tal y como le obligaba la normativa vigente y se sometió a los tratamientos pertinentes más agresivos.
Estuvo más de doce meses apartada de la competición hasta que consiguió eliminar la mayor parte de sus niveles de testosterona en sangre y situarse en los valores permitidos que marcaba la reglamentación para poder competir. Algo que muchos de sus rivales, jueces, entrenadores y personas cercanas a la natación consideraron insuficiente.
Durante casi 20 años había desarrollado músculo y beneficios propios de la testosterona producida naturalmente por su cuerpo. Esa fuerza no desaparece ni incluso después de un año de tratamiento con supresores. Y en consecuencia, muchas de sus rivales consideraban, y consideran, que Lia Thomas se sumerge en el agua con una ventaja inherente respecto a las demás. Ellas consideran que siguen nadando contra Will.
Un debate sin fin
Will Thomas comenzó a nadar cuando tenía solo cinco años, mientras que Lia empezó a hacerlo de manera efectiva a finales del año 2021. Desde entonces, su crecimiento deportivo es un hecho que admite poco debate. Ha pasado de no estar entre los 400 mejores nadadores nacionales de su generación a ser la absoluta número uno.
Ahora gana competiciones sin parar y bate récords de nadadoras olímpicas y de campeonas legendarias de la talla de Katie Ledecky. Sin embargo, el debate en Estados Unidos, y en todo el mundo, está servido. Y lo más importante es que no parece tener un fin claro.
La corriente mayoritaria apoya la versión de que permitirle nadar con mujeres es no partir en igualdad de condiciones y que debería regresar a nadar entre hombres por sus condiciones físicas iniciales. Pero también hay quien apuesta porque Lia, considerada como mujer, tiene todo su derecho a hacer su concurso en competiciones en las que participan personas de su mismo sexual actual.
Y por último están aquellos que no ven claras ninguna de las dos posturas y que abogan por hacer una nueva categoría para personas transgénero para intentar igualar en lo máximo posible todas las competiciones que han surgido en los últimos años. El futuro nadie lo conoce, pero el pasado de Lia Thomas, que explica muchas cosas, comenzó con Will en Austin y con una pasión desmedida por la natación.
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