El Tour de Francia femenino arrancó el pasado 24 de julio. Su primera etapa, celebrada en un circuito por las calles de París con final al sprint junto a los Campos Elíseos, coincidió en día con el final de prueba femenina, ganada de manera brillante por Jonas Vingegaard. En aquella jornada que terminó con triunfo de Jasper Philippsen en la volata más prestigiosa del mundo de la bicicleta, se produjo un momento histórico.
La ronda femenina regresaba al calendario internacional del World Tour 33 años después. Era la primera edición que se disputaba desde el año 1989, al menos en un formato similar a la carrera de hombres, constando de una carrera por etapas de una considerable duración. La Grand Boucle concluirá el próximo 31 de julio, dejando un mes al completo de ciclismo en tierras galas.
Hasta ahora, el éxito del Tour de Francia femenino está siendo enorme. El regreso de la mejor carrera del mundo había generado una expectación máxima, pero lo cierto es que se han superado todas las previsiones. La prueba está siendo seguida de forma masiva por los aficionados en las carreteras del país y está batiendo récords de audiencia respecto a otras carreras y a otras pruebas de deporte femenino en general.
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El triunfo de este nuevo Tour es rotundo, con mayor número de medios cubriendo la carrera, con un número considerable de horas de emisión y con la llegada de grandes patrocinadores que prometen hacer crecer la prueba en los próximos años. Sin embargo, ha costado mucho tiempo llegar hasta esta situación y muchas de las involucradas, tanto las propias corredoras como las dirigentes de los equipos o las profesionales de la comunicación, se preguntan si va a costar el mismo número de años que la prueba siga creciendo hasta equipararse lo máximo posible con la masculina.
El ejemplo de Marianne Vos
El Tour de Francia femenino no solo está siendo un éxito en cuanto a seguimiento, si no también respecto a su composición. El recorrido, elegido con mucho detalle, está dejando etapas realmente interesantes. Jornadas con formato de clásicas muy disputadas, llegadas al sprint vistosas, caminos de tierra, subidas míticas como la de la Super Planche des Belles Filles y una de las etapas más largas en la historia reciente del ciclismo femenino, la de este jueves, de unos 175 kilómetros.
Al frente de la carrera se ha situado casi desde el inicio una de las mejores corredoras del mundo y de la historia, Marianne Vos. La neerlandesa de 35 años ha tenido el privilegio y el mérito de defender el maillot amarillo en favor del equipo Jumbo-Visma durante muchas etapas. Haciendo un paralelismo con sus compañeros de pelotón, y aprovechando también la moda, muchos la definen como la Wout Van Aert de la serpiente multicolor de las féminas.
Vos lo ha ganado prácticamente todo el universo ciclista. Es múltiple campeona olímpica, mundial y europea de ciclismo en ruta y también varias veces campeona mundial y europea de ciclocross. Además, también ha vencido en tres ocasiones en el Giro Rosa, la versión femenina del Giro de Italia, y que constituye la carrera por etapas más importante del World Tour femenino. Sin embargo, nunca había tenido la oportunidad de vestir el maillot amarillo y ahora ha podido hacerlo gracias al resurgir del Tour.
Sin embargo, con el tiempo fue meditando y recordando aquellos días viendo el Tour desde la cuneta, animando a los corredores a su paso, y cayó en la cuenta de que el hecho de ser mujer no era motivo alguno para que ella y todas las mujeres que quisieran no pudieran participar en la que debería ser la prueba más importante también del pelotón femenino. Lo más impactante de todo es que esta idea recorrió su cabeza cuando ya era corredora profesional y una de las mejores del planeta.
Por ello, decidió encabezar una potente campaña para conseguir la recuperación del Tour, ya que, en la antigüedad, sí se había disputado en alguna ocasión. En el año 2013 fundó el grupo Le Tour Entier junto a la estadounidense Kathryn Bertine, la británica Emma Pooley y Chrissie Wellington.
Tres mujeres que como Vos, estaban entregadas al universo de la bicicleta en diferentes disciplinas y que creían que ya era hora de que el Tour de Francia se implicara en la lucha por la igualdad y por el crecimiento de la mujer en el deporte. De esta forma, encabezaron un grupo que tenía como reto recibir el mayor apoyo del público posible para ejercer presión ante ASO, la empresa organizadora de la prueba masculina.
Después de muchas batallas consiguieron su propósito y en el año 2014 se produjo el regreso del Tour de Francia femenino. O mejor dicho, una especie de premio de consolación a tanto esfuerzo, ya que lo conseguido no era lo que tenían en mente y lo que, ahora sí, soñaban. No obstante, fue el principio de un largo camino que sigue recorriéndose en 2022.
La evolución del Tour femenino
El Tour de Francia femenino es una carrera que cuenta con una historia controvertida. De hecho, la propia organización de la prueba no cuenta ni siquiera todas las ediciones en las que se ha disputado, ya que ha ido pasando de unas manos a otras y cambiando sus nombres y sus formatos. Como tal, se inauguró en el año 1955. Sin embargo, no se volvió a disputar hasta 1984. Ahí, tuvo un pequeño proceso de continuación hasta que en 1989 desapareció.
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Retomando la iniciativa de Marianne Vos, aquel 2014 se dio un pequeño paso para recuperar lo que se había perdido. Se creó una prueba llamada La Course de Le Tour de France. Se trataba de una carrera realizada dentro de un circuito y que solo duraba un día. Se disputaba el mismo día de la conclusión del Tour masculino, algo así como la antesala del plato fuerte. En aquella primera edición, la victoria fue para la propia Marianne Vos. Repetiría cinco años más tarde, en el 2019.
El objetivo de ASO, o eso es al menos lo que había transmitido, es que la prueba pasara a ser primero de tres días, después de cinco y así ir evolucionando hasta crear una carrera igual que la masculina. 21 días de competición, un verdadero Tour de Francia. Mientras en aquellas ediciones de los años 80 se subían colosos tan míticos como el Alpe d'Huez, Marianne Vos y compañía no se podían contentar con un circuito cerrado por las calles de París. Por ello, decidieron seguir haciendo ruido, contando cada vez con más apoyo, hasta lograr lo que se ha estrenado en este 2022.
ASO por fin ha sentado las bases para crear un Tour de Francia femenino auténtico. De momento, con ocho etapas, recorridos de entidad, subidas míticas y una prueba atractiva tanto para las profesionales como para los aficionados. Unas están respondiendo con espectáculo y batalla y otros con un seguimiento nunca antes visto. Síntomas claros, ahora sí, del crecimiento.
Marianne Martin, la primera corredora estadounidense, femenina o masculina, en ganar el Tour de Francia, estuvo en aquella edición de 1984 y ha estado ahora en París. En dicha ocasión, las mujeres participantes de la carrera hicieron hasta 18 etapas. Sin embargo, asegura que lo que vivió el pasado domingo en la capital gala se asemeja mucho al espíritu que ella sintió cuando participaba en la prueba más prestigiosa del universo de la bicicleta. Con su experiencia, confirmaba que las cosas van por buen camino.
Queda camino por andar
Dentro de su reflexión, Marianne Martin reconocía también otros aspectos que hacían ver que, aunque este Tour esté siendo un éxito de integración y de lucha por el deporte femenino, queda todavía mucho camino por andar. Incluso pasos que ella en su día ni se preguntaba si debía dar o no.
En sus reflexiones cuenta que durante aquellos Tour, a veces iba a los hoteles de los hombres para cenar con ellos y veía que sus habitaciones, sus comidas y sus instalaciones eran mejores que las que tenían los equipos femeninos. Sin embargo, no se preguntaba si ellas debían tener lo mismo porque tenía interiorizado que eso era así. Sin más. No tenía una expectativa mayor porque estaba corriendo el Tour después de 30 años de vacío de dicha prueba y eso ya era lo máximo.
Ahora hace esta reflexión para que las corredoras no piensen lo mismo que ella y no se conformen hasta lograr la ansiada igualdad. Con su victoria en 1984 recibió un trofeo y un premio de 1.000 dólares. El ganador del Tour masculino en aquella edición, la leyenda francesa Laurent Fignon, recibió más de 100.000. Una diferencia que puede parecer de otro tiempo, pero que no lo es tanto.
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La futura ganadora del Tour de Francia femenino recibirá un premio de 50.000 dólares. Y la bolsa total de reparto asciende a los 250.000. Sin embargo, Jonas Vingegaard, flamante ganador de la Grand Boucle ha recibido más de 500.000 solo por llegar de amarillo a los Campos Elíseos. En total, la bolsa de premios de la categoría masculina ha sido superior a los 2.250.000 dólares.
No solo queda camino por recorrer en cuanto a la amplitud de los recorridos o en cuanto al hecho de aumentar el número de días de competición. También queda mucho trabajo por hacer en el aspecto económico. Es necesario igualar los premios y aumentar las labores de hallazgo de sponsors y patrocinios para seguir impulsando el ciclismo femenino aprovechando el tirón que pruebas como el Giro Rosa o el Tour están teniendo. Como en su día defendía Le Tour Entier, es el momento.
Ahora o nunca. La ronda francesa ya ha tenido dos parones históricos de tres décadas y en su última remodelación, ha tardado más de 8 años en poder ofrecer una prueba digna a corredores tan brillantes como la propia Marianne Vos, Elisa Longo Borghini, Elisa Balsamo o Annemiek Van Vleuten, estrella del equipo español Movistar. La para muchos mejor corredora del mundo ha asegurado que ella se vería con fuerzas de completar el reto de hacer un Tour de tres semanas, como el masculino, y a buen nivel.
Linda Jackson, considerada como una autoridad dentro del ciclismo femenino, asegura que es necesario crear un plan específico para dar un impulso mayor a este deporte. Ella lo hizo con sus planes empresariales y en el 2004 consiguió convertirse en la propietaria del EF Education-TIBCO-SVB, equipo World Tour que ahora disputa el Tour de Francia y las mejores pruebas del mundo.
Jackson explica que es clave la aparición de agentes potentes como Zwift, la empresa de fitness que ha impulsado la presente edición del Tour femenino. En 2020, la compañía se unió a ASO para crear un Tour de Francia virtual durante la pandemia. Las cifras de audiencia fueron tan altas que Zwift acabó comprometiéndose a ayudar a ASO a resucitar esta carrera de verdad.
A raíz de ello firmaron un acuerdo de cuatro años para revitalizar el Tour y emprender el camino hacia eso que en su día ganó Marianne Martin y que ahora corredoras como Marianne Vos sí sueñan con correr: un Tour de verdad. Saben que para ello necesitan apoyo económico porque si ASO ha hecho crecer la prueba es porque ha encontrado rentabilidad financiera y no porque quiera apoyar el deporte femenino. Pero tienen la esperanza de que esto haya sido un punto de inflexión y que en los próximos 20 o 30 años no haya que lamentar más parones como en el pasado.