Jonas Vingegaard se proclamó hace unos días ganador del Tour de Francia 2022. El corredor del equipo Jumbo-Visma ha sido el más fuerte durante las tres semanas que ha durado la ronda francesa. En ella ha conseguido vencer al que hasta ahora había sido el gran dominador de la prueba en las últimas tres ediciones, Tadej Pogacar.
Una hazaña inesperada para muchos cuando arrancó la carrera en Dinamarca. Aunque no para él, ya que cuando se le preguntaba, Vingegaard siempre dejaba claro que había llegado para ganar el Tour. Incluso por delante de quien era el teórico líder de filas del Jumbo-Visma, Primoz Roglic.
Tras una batalla intensa de tres semanas en las que el corredor danés ha conseguido resistir a todos los ataques del líder del UAE, el escalador del Jumbo ha conseguido el triunfo más importante de su trayectoria deportiva. Un palmarés que hasta ahora no ha contado con grandes victorias, ya que Jonas siempre había pasado desapercibido, incluso en categorías inferiores. Todo al contrario de lo sucedido con Pogacar, conocido por arrasar también de niño.
De Vingegaard se han contado muchas anécdotas e historias estos días, siendo su paso por una conservera de pesado cuando todavía estaba empezando en el mundo de la bicicleta la más celebre. Sin embargo, su amor por los pedales y las dos ruedas, que viene de mucho antes, nació de una manera muy curiosa. De hecho, fue casi por obligación.
Es la anécdota que ha explicado su madre en el canal TV2 de la televisión danesa. Ella todavía no se cree que su hijo se haya convertido en el segundo ganador del Tour de Francia en la historia del país tras Bjarne Riis. Una hazaña que da sentido completo al enorme despliegue realizado por Dinamarca al inicio de una ronda gala en la que fueron punto de partida.
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La emoción de la familia Vingegaard
Claus y Karina, los padres de Vingegaard, explicaron cómo fueron sus primeros pasos antes de poner al mundo a sus pies con su exhibición en el Col du Granon, la cual culminó días después en Hautacam para certificar su primer Tour: "Cuando competía en niños nunca ganó nada. Si tenía suerte, era uno de los tres ciclistas que sacaba puntos de premio. No solía subir al podio hasta ahora. Es un poco salvaje".
Es una buena definición de todo lo que están viviendo. Ya el curso pasado fue segundo en la Grand Boucle y llamó la atención de todos. Pero este año, casi sin esperarlo, ha sido capaz de plantar a un Pogacar que parecía invencible. Pero más increíble resulta que este joven, que ahora está llamado a dominar el ciclismo, fue obligado por su madre a montar en bicicleta ya que ni él mismo quería.
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"Dos meses antes de que empezase en la escuela deportiva de Ikast me dijo que no quería seguir montando en bicicleta. Y esa vez le dije: 'Debes hacerlo, a menos que quieras quedarte en casa y estudiar el décimo grado en la escuela primaria local'".
Gracias a ese ultimátum consiguieron empujarle a un mundo que ahora se está dando todo: "Dejamos que fuese a la escuela deportiva, pero tenía que ir allí siempre en bicicleta aunque no compitiese y que, si no se sentía bien, lo dejase. Entonces todo cambió para él durante ese año. Empezó a subirse de nuevo a la bici y mejoró, y entonces ya no se detuvo. Es la única vez que le escuchamos decir 'ya no estoy molesto con la bicicleta'".
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Debido a esa decisión, Vingegaard descubrió no solo su pasión, también su enorme talento. Con el paso de los años, fue mejorando y forjando una personalidad y una forma física que le hicieron destacar hasta convertirse en profesional. Jumbo-Visma le fichó del modesto ColoQuick y ahora ya es uno de los mejores corredores del mundo por méritos propios.