El campo de prácticas de las legiones romanas de León: un hallazgo único en la Península Ibérica
Investigadores de la UCM y el CSIC identifican un gran complejo militar con 18 recintos en San Andrés de Rabanedo: son los ensayos de los militares que aprendían a construir los campamentos de campaña.
17 septiembre, 2020 04:02Noticias relacionadas
Toda Hispania estaba al fin pacificada después de la victoria de Roma en las guerras cántabras y tras dos siglos de luchas omnipresentes. Pero no había tregua para los legionarios, que seguían adiestrándose ante un eventual traslado a otras fronteras del imperio donde el dominio romano aún debía ser consolidado por las armas. Fue el caso de las tropas acantonadas en Legio, la capital militar del noroeste de la Península Ibérica, fundada en torno al cambio de era sobre la actual ciudad de León. Un campamento estable de enormes dimensiones donde no solo se instruía a los militares en tácticas de asedio o formaciones para batallas campales; también en la construcción de estructuras defensivas.
A cuatro kilómetros del centro del asentamiento, en las inmediaciones de la calzada que conducía a Asturica Augusta (Astorga), los romanos establecieron un campo de prácticas para que los nuevos reclutas aprendiesen a construir campamentos de campaña (castra aestiva) que luego serían fundamentales para su supervivencia durante las operaciones bélicas. Los vestigios de esos ensayos acaban de ser descubiertos por un equipo de expertos de la Universidad Complutense y el CSIC en una zona limítrofe entre los términos municipales de San Andrés de Rabanedo y León. El gran complejo militar, datado en principio entre los siglos I-III, es el primero de este tipo que se documenta en suelo peninsular.
"Hasta ahora hemos identificado 18 recintos que son alineamientos de fosos y de terraplenes; campamentos sin estructuras interiores, de planta cuadrangular con esquinas redondeadas que siguen la tipología normal de campamento romano de época imperial", explica Ángel Morillo, catedrático de Arqueología de la UCM y uno de los artífices del hallazgo junto con Almudena Orejas, profesora de Investigación del CSIC; Brais Currás, investigador postdoctoral del CSIC; y Agostino Nobilini, investigador predoctoral de la UCM. El descubrimiento se ha realizado gracias a un análisis intensivo con medios de teledetección, como la fotografía aérea y el escáner láser con LiDAR aerotransportado, una técnica que permite identificar líneas y alteraciones sobre el terreno.
Los recintos hallados son de tamaños muy variados y con distintas orientaciones, ensayos que formaban parte del manual militar del legionario romano: "Cuando estaban en campaña en tierra hostil tenían que construir cada noche un campamento que les podía salvar la vida y que estaba perfectamente ritmado con el número de soldados que formaban la unidad", señala Ángel Morillo. "Cada uno de ellos tenía encargado un determinado cometido para que en dos horas estuviera formado el campamento y luego, antes de irse por la mañana, desmantelado".
Los expertos habían descubierto este tipo de complejos militares para el adiestramiento de las tropas en otras provincias del Imperio romano como Germania, Britania o la zona del Danubio, pero hasta ahora no había salido a la luz nada igual en territorio hispano. "Lo conocíamos en todos los sitios pero en la Península Ibérica no teníamos ninguna información al respecto", desvela el investigador de la UCM, aunque se muestra cauto hasta que las excavaciones en el sitio, previstas para la campaña del próximo año y financiadas por la Junta de Castilla y León —ahora están contrastando los resultados del LiDAR con trabajos con un georradar 3D—, no lo confirmen: "Los arqueólogos siempre planteamos hipótesis, no tenemos ninguna certeza hasta que no vamos y lo comprobamos directamente".
Cronología del recinto
Las fuentes antiguas, como los escritos de Apiano, Polibio o Vegecio, refieren este tipo de entrenamiento militar. Como escribe Séneca en sus Epístolas, "el soldado en plena paz se ejercita, sin enemigo enfrente, levanta la empalizada y se fatiga en trabajos superfluos para poder bastarse en los necesarios. A quien no quisieres ver temblando en plena acción, ejercítalo antes de la acción". Así hicieron las tropas de las legiones VI Victrix y VII Gemina, asentadas en Legio desde finales del siglo I a.C. y hasta el V d.C, encargadas también de controlar la organización del territorio conquistado y la explotación de las minas de oro.
Para examinar a los reclutas, los instructores militares escogieron una zona a media jornada de marcha del campamento principal ubicada en la actual localidad de Trobajo del Camino, en el municipio leonés de San Andrés de Rabanedo. "Legio estaba situado en un interfluvio entre dos ríos y los terrenos cercanos son húmedos y se encharcan fácilmente. Por eso, para cavar fosos y acumular trincheras, los romanos buscan un terreno geológicamente más adecuado", expone Ángel Morillo en relación a la distancia entre la base de operaciones y el campo de prácticas.
La cronología del recinto, por el momento, resulta más ardua de precisar: "Sin hacer una excavación es muy difícil pronunciarse. El único dato que tenemos es que el complejo está claramente vinculado al campamento de León, por lo que tiene que fecharse entre los siglos I-III sin duda. También alguna pista de la forma de los campamentos nos indican que estamos en un siglo I avanzado, II o principios del III. La arqueología romana es muy tipológica: construyen con unas formas muy establecidas y unas fórmulas arquitectónicas perfectamente definidas. Por eso tenemos la enorme ventaja de poder identificar el modelo", desgrana el arqueólogo.
El hallazgo del complejo de recintos, además, ofrece pistas sobre lo que sucedía en el territorio aledaño a Legio y estaba bajo dominio del ejército. También evidencia la función de Hispania, sobre todo de la zona norte, tras décadas de guerras y revueltas, como una reserva de hombres para reclutar a muchos legionarios. "Es un fenómeno muy bonito porque los propios indígenas conquistados y romanizados encuentran en el ejército una forma de promoción social, donde aprenden el oficio de armas", cierra Morillo. "Y después de veinte años de servicio militar podían ser enviados a las fronteras septentrionales, el que sobreviviera, tenía el derecho a la ciudadanía cuando se licenciaba. Había ascendido socialmente".