El cuadro que separó a Esperanza Aguirre de Ignacio González
Esta es la historia de un amor truncado por la muerte repentina de él. Venus intuye que su amante Adonis perderá la vida si sale a cazar. La diosa trata de retenerle inútilmente. Mira a Cupido, desesperada, para que pare a ese galgo ansioso que quiere despertar al joven cazador. Veronés se centró (en 1580) en la pesadumbre de la diosa del amor. Ella, que lo sabía todo, no fue capaz de apartar a su amado del mal camino. Venus quiere presentarse a los ojos de sus súbditos como una mujer “conmocionada” y dolida por “el calvario” tras tantos años de relación en confianza ciega. “Es un palo muy relevante”, dijo la diosa intocable. Velázquez compró el cuadro para Felipe IV, en su segundo viaje a Italia, sorprendido por la exótica vibración de las luces y los colores, de la diestra composición en fuga. El lienzo del Prado es la perfecta alegoría del rey amante de la cacería y las mujeres.