Elisa Victoria: "El trabajo, el cambiar tiempo y energía por dinero, es enfermizo y pudre todo"
La autora de 'Vozdevieja' presenta ahora 'El Evangelio', una novela sobre una joven que trabaja en un colegio de monjas y que pretende salvar a los críos del adoctrinamiento.
18 mayo, 2021 01:17Noticias relacionadas
"Mundo maldito, llévame a mí si quieres que ya estoy podrida de todas formas pero no me chafes a Alberto, a Alberto déjamelo tranquilo dando saltos en su casa vestido de gato, déjamelo que haga dibujos, que plante árboles, que baile, no le des sustos, no le des una pandilla que le ponga retos crueles, que se escape, que no se haga mayor como un cadáver dentro de un cuerpo grande con el que sea imposible volver a comunicarse, que no se queden sus huesitos arrojados en el interior de un tonto que monte un negocio vinculado con el diablo y se pase las jornadas firmando papeles y hablando con despotismo", escribe Elisa Victoria en El Evangelio (Blackie Books).
"No me pudras a este niño, mundo asqueroso, solo te pido eso, asústame a mí, enférmame, tortúrame, échame a una zanja y que nunca me encuentren, hazme daño a mí y a este niño que nada lo vuelva malo". En su nueva novela, la autora de Vozdevieja habla un poco de sí misma sin hablar, porque, como su protagonista, ha vendido pizzas y hamburguesas con gorra roja y estudió Magisterio. Aquí se enfrenta al adoctrinamiento y la apisonadora de creatividad de un colegio privado desde la perspectiva de una joven maestra que no está bautizada ni ha tenido contacto alguno con la Iglesia.
No sé si has visto la película Paterson, pero pensaba en ese conductor de autobús que escribe poemas y en ti, esa escritora que trabajaba vendiendo comida rápida. ¿Qué aprendiste de la literatura observando a la gente y currando de cara al público?
Aprendí que era un material muy interesante con enfoque literario o sin él, cualquier persona que trabaje cara al público se da cuenta de que su estudio sobre la condición humana está bien nutrido, le aplique luego una perspectiva artística o no.
¿Crees que hay oficios más ‘intelectuales’ o ‘creativos’ (todo con comillas porque ya se sabe) que atrofian más a la escritora o al escritor que un trabajo físico? ¿Nos pudrimos si estamos todo el día ultraproduciendo ‘cultura’ (de nuevo comillas)?
He observado que en muchos casos ocurre lo que mencionas por lo que supongo que es algo frecuente, aunque el trabajo en sí entendido como el empleo de tiempo y energía a cambio de dinero me parece un concepto enfermizo generador de putrefacción en general.
Una pequeña crueldad: ¿el precariado nos hace más agudos, más poéticos, más artísticos? Siempre creí que el mejor flamenco se cantaba cuando se pagaban verdaderas ‘fatiguitas’, antes del presunto Estado del Bienestar. ¿Y ahora? ¿Será el reino de la literatura de los pobres, de los que conocen mejor las crudezas de la vida?
No sabría decirte, la literatura sobre precariedad y pobreza se enfoca más fácil si se ha conocido pero también es muchísimo más difícil publicar desde ese contexto, sin recursos económicos que apoyen la labor ni contactos a los que acudir en busca de orientación sobre el acceso al mercado. En cualquier caso no creo que nada de esto signifique que la precariedad y la pobreza sean los únicos enfoques interesantes posibles para la literatura.
¿Tiene dios o Dios, Elisa Victoria; algún tipo de creencia sobrenatural? ¿A quién le rezas, si es que has rezado alguna vez, aunque sea como último recurso ante el dolor de la vida?
No albergo ninguna creencia sobrenatural. Sí conozco y respeto el efecto que pueden tener los ritos en la psicología humana y como no he sido capaz de creer en nada concreto a veces me entrego a pequeños rituales esperando que me ayuden a seguir funcionando. En busca del camino correcto le rezo a un arroyo que me limpia la cabeza por dentro con su rumor y me indica el ritmo al que debo colocar una palabra detrás de otra, y ante el dolor de la vida le rezo a la capacidad sanadora y dotadora de sentido de mi propia escritura para mi existencia particular.
¿La segregación por sexos en algunos colegios religiosos creó generaciones enteras de salidos y salidas, de gente reprimida que deseaba romper a follar ya por hacer algo?
Parece ser que la segregación potenciaba el interés hacia el sexo opuesto y fomentaba su idealización, aunque tal vez durante la adolescencia siempre haya habido un montón de gente salpicada de la misma represión a una escala u otra y deseando tener experiencias sexuales, no sólo por hacer algo sino por saber de una vez cómo es tras tanto imaginarlo desde el punto de vista misterioso y contradictorio en que la sociedad presenta la cuestión.
¿Tenemos que seguir creyendo que la educación sexual en los colegios es un profesor poniéndole un condón a un plátano?
La educación sexual debería tratarse de manera amplia y abierta, sería mucho más sano para todo el mundo.
Si pudieras elegir, como profesora, en vez de la vieja foto del Rey mirándonos desde la pared de clase y al lado, el crucifijo, ¿qué te gustaría que hubiese colgado en las aulas de las clases de España?
Buenas referencias estéticas que fomentasen la creatividad, la imaginación y el interés hacia el arte por parte de los alumnos.
¿Qué asignatura incorporarías a los planes de estudios actuales para crear mejores ciudadanos o, sencillamente, ¡personas!?
Antes que incluir asignaturas nuevas igual preferiría probar a romper la rutina dividida en horas dedicadas a materias concretas, construir una especie de asignatura global en la que se fueran fusionando de forma indistinguible con algunos aspectos de las materias que ya se imparten el desarrollo de la creatividad, el conocimiento personal, las herramientas de socialización, la empatía, la estética, la adaptación al mundo, el pensamiento crítico, los derechos humanos, el antiespecismo, la educación sexual, algo de cultura financiera, conocimientos generales sobre salud o gestión de las emociones.
¿Cómo reconoceríamos a una niña genia o a un niño genio en medio de la apisonadora de la educación repetitiva y memorialística actual? ¿Está la escuela española matando a sus Emilia Pardo Bazán, a sus Virginia Woolf, a sus Dalí o a sus Panero?
Sólo hay que pasar a su lado el tiempo suficiente con la atención adecuada para entender cómo son e identificar su brillo característico. Unas veces bastan cinco minutos, otras hacen falta meses para ganarte su confianza y que te muestren cómo son. Todos los niños son genios en algún sentido, sólo necesitan el acompañamiento adecuado para aprender a abrazar su propia chispa, apreciarla y no perderla. Muchos de ellos logran reconocerla y mantenerla sin apoyo alguno e incluso con todo en contra, esto me causa siempre una inmensa admiración y la sensación de presenciar lo más parecido a un milagro que soy capaz de concebir, es como encontrarte un rosal floreciendo en medio del desierto.