Ya se sabe, los poetas suelen ser visionarios: hace 25 años, Charles Bukowski, el último gran poeta borracho, el rey de los escritores malditos, en uno de sus últimos poemas antes de su muerte en 1994, anticipó el triunfo de Donald Trump y su héroe paradigmático, el hombre blanco norteamericano de clase media. En un poema titulado “En agradecimiento”, Bukowski decía:
No puedo por menos de admirar
a la más vilipendiada de las especies humanas:
el hombre blanco
norteamericano
de clase media.
Como escritor
se me ha criticado por
escribir con crueldad sobre
mujeres;
a otros escritores se les ha criticado
por escribir con crueldad sobre
negros,
orientales,
homosexuales,
lesbianas,
amerindios,
los ancianos,
los nonatos,
los recién nacidos,
los lisiados
o los chicanos
(…)
estoy eternamente
agradecido
al hombre blanco
norteamericano
de clase media
al que todavía se puede criticar,
insultar y
ningunear una y
otra vez
sin que nadie proteste,
y él nunca protesta,
sencillamente le importa un
carajo.
¡bueno, claro, dice el
coro de la
corrección política,
es que están plenamente satisfechos
con su existencia
en este mundo!
sí, alguno
sí,
pero no todos.
algunos son tan
heroicos
como los homosexuales
y las lesbianas
y las feministas
y los negros
y todos los etcéteras
y en algunos casos,
más
aún.
pero nuestro hombre blanco
norteamericano de clase media
nunca protesta
¡pero eso, dice el
coro de la
corrección política,
es porque tiene la sartén,
por el mango!
quizá,
quizá no
lo único que sé es
que nunca se queja,
puedo maltratarlo
y
vapulearlo,
y puedo arrastrarlo
por los suelos en el
poema
(…)
así que una vez más
me descubro ante el hombre
blanco norteamericano de clase media.
el hazmerreír
de todos,
el payaso,
el bruto,
el espectador de tv,
el bribón,
el bebedor de cerveza,
el cerdo sexista,
el marido inepto,
el bobo,
barrigón
descerebrado
capaz de aguantar cualquier
maltrato posible
sin decir
nada
limitándose a
encender otro
puro,
repatingarse en el
sillón e intentar
sonreír.
¡brindo por este
héroe
olvidado!
“Nuestro hombre blanco norteamericano de clase media nunca protesta”. Si algo parece haber cambiado con la elección de Trump es esta pasividad de su elector estrella. Este “héroe olvidado” permaneció viendo por la tele cómo todos los demás protestaban y protestaban durante años y prácticamente sin decir nada; se ha dejado “vapulear” y “maltratar” sin chistar, en palabras de Bukowski. Pero si en apariencia ocurría esto, era porque el discurso público hegemónico le hacía sentir que era él el que “tenía la sartén por el mango”.
Es cuando uno siente que son los otros los que “tienen la sartén por el mango”, que puede empezar a protestar. Y quizás esto es lo que ha logrado Trump con este viejo “héroe olvidado”: darle una identidad política de minoría, victimizarlo, (como hace Bukowski en el poema), decirle explícitamente que ahora son los otros (inmigrantes, negros, latinos, mujeres, homosexuales y todos los etcéteras) los que tienen la sartén por el mango.
Se trata de la potentísima conversión política (o por lo menos discursiva) de una mayoría opresora en una minoría oprimida. Esta mutación que se da dentro del poema de Bukowski es la que ha puesto en el centro de la arena política el propio discurso de Trump. Quizás sólo después de dos mandatos de un presidente negro podía volver a tomar la sartén por el mango el hombre norteamericano blanco de clase media. Lo que revelan las palabras de Bukowski, con la intuición visionaria única de los poetas, es que ya hace más de 25 años que se cuece este brutal cambio de roles.