Así era Antonio Gala: una vida sentimental desconocida, un carácter peculiar y una curiosa colección de bastones

Este domingo, día 28 de junio, ha fallecido el escritor Antonio Gala, a los 92 años, tras una larga temporada enfermo de cáncer. Lo ha hecho en el convento cordobés del siglo XVII donde vivía voluntariamente desde hacía tres lustros, y en el que creó una fundación con su nombre para ayudar a jóvenes creadores. En alguna ocasión, el cordobés aseguró que esta fundación era su heredera universal y su obra más importante.

Hubo una época en la que el cordobés figuraba siempre entre los escritores más vendedores del país y entre los autores que más obras de teatro estrenaban en España. Entre las décadas de los sesenta y los ochenta, Gala se convirtió en el dramaturgo más comercial. Tanto es así, que algunas de las actrices más populares del país se peleaban por interpretar una obra escrita por él.

Pese a esa circunstancia, el escritor tenía un carácter peculiar y se negó a escribir para muchas de las susodichas, entre las que se encontraban algunas buenas amigas suyas como Concha Velasco (83) —quien llegó a estrenar cinco obras suyas—. Concha Piquer también le pidió que escribiera para ella una obra musical basada en su vida (y que ella quería que interpretase su hija, la cantante Concha Márquez Piquer). Gala le contestó: "Doña Concha, su vida es muy poco interesante, porque lo único relevante que le ha pasado a usted es que se enamoró de un torero rubio, algo que nos ha pasado a todos". 

[Muere el escritor español Antonio Gala a los 92 años]

El autor de La pasión turca nunca ocultó su condición de hombre homosexual, aunque tampoco se le conocieron parejas. Aun así, en su libro de memorias dejó entrever que había vivido un romance con cierto actor cuyo nombre no quiso mencionar. Tampoco tuvo problemas en definirse públicamente como una persona de izquierdas (no se identificó abiertamente con ningún partido político), ni en contar los numerosos problemas que tuvo con la censura durante el franquismo. En los ochenta, decidió presidir la Plataforma Cívica por la salida de la OTAN, algo que, en opinión de muchos, le pasó factura a su carrera e imagen pública.

Entre otras cosas, Gala se hizo famoso por lucir siempre bonitos bastones que, de paso, usaba como apoyo. Él mismo contó que empezó a usarlos a raíz de un percance que sufrió en 1973 en Madrid. Sucedió un día que se encontraba comiendo con unos amigos y, de pronto, sintió un tremendo dolor en el abdomen. Resultó que se le había perforado el duodeno, lo que provocó que tuvieran que operarle de urgencia. El postoperatorio fue duro y cuando al cabo de diez días abandonó el hospital, lo hizo pesando apenas 48 kilos. Desde entonces, se dejó ya siempre ver con su característico bastón. "Al principio, porque lo necesitaba; después, porque me acostumbré", señaló él mismo en una ocasión. Por lo visto, el escritor cordobés tenía varios cientos de bastones de colección (la mayoría de los cuales procedía de un taller de Jarafuel).