Se consideran volcánicos todos aquellos vinos que provienen de viñedos plantados en suelos volcánicos, sobre roca o ceniza. La tierra inerte y hostil para cualquier cultivo que aparece tras la erupción de un volcán en la que, sin embargo, la vid consigue sobrevivir gracias a su capacidad de adaptación y al nivel de resiliencia que ha adquirido a lo largo de los siglos.
La mayoría de estos vinos tienen en común haber salido indemnes al ataque de la filoxera. En islas de lava como Canarias o Azores jamás se registró la actividad de este insecto que acabó con el viñedo europeo a finales del siglo XIX, lo que convirtió a estos privilegiados terruños en reservorio natural de variedades extintas.
Uvas únicas y diferentes, adaptadas a climas extremos que, gracias al empeño de viticultores comprometidos con el entorno y la tradición, hoy vuelven a ser protagonistas. Te recomendamos 7 vinos nacidos en tierras de fuego cuya complejidad aromática y frescura envolvente dan buena muestra de que el carácter volcánico es para el verano.
Rajadero (Altos de Chipude)
Procedente de tan sólo 1 hectárea de viejas viñas que retuercen sus troncos para encontrar su acomodo en las laderas volcánicas al pie del Parque Nacional de Garajonay, en La Gomera, a 1.150 metros de altitud sobre el Atlántico, Rajadero es la joya de la corona de Altos de Chipude, la pequeña bodega desde la que Gloria Negrín se ha propuesto poner en valor la forastera gomera.
Un monovarietal elaborado con esmero, a partir de una viticultura tradicional y sin herbicidas, en conversión a ecológico, con un final aromático que nos lleva al cercano bosque de laurisilva y una boca fresca con un atractivo toque mineral.
Palo Blanco (Envínate)
Como grandes defensores de viñedos singulares y de elaboraciones adaptadas a las características de la añada, los vinos de Laura Ramos, Roberto Santana, Alfonso Torrente y José Ángel Martínez (Envínate) son frescos, elegantes y sin protagonismo de la madera. Incluso cuando tienen un paso por barrica, como Palo Blanco.
Se trata de un vino blanco elaborado con listán blanco en el Valle de la Orotava, Tenerife, y que cría en fudres de roble ovalados durante 12 meses. Un tesoro que procede de un viñedo de 1,5 hectáreas a 600 metros de altitud, con cepas de más de 100 años plantadas sobre suelos volcánicos en cordón trenzado, el sistema de conducción tradicional de la zona. Un blanco fácil de beber, con un toque salino y una interesante complejidad que le ha llevado a conseguir 98 puntos Parker.
Ancestral Malvasía Volcánica (El Grifo)
Ancestral surge del afán de El Grifo por investigar, romper tópicos y ampliar su línea ‘Experiencias de vendimia’. Un espumoso estructurado, fresco, complejo y marcado por la tipicidad de su procedencia, un viñedo de más de cuarenta años de malvasía volcánica, que debe su nombre al método de elaboración, con el que más se respeta el terruño y que franceses llaman pét-nat (pétillant naturel).
La producción de este espumoso natural está limitada a 1.000 botellas, ya que son tan solo 300 cepas distribuidas en una única hectárea de viñedo en el noroeste de Lanzarote, donde predominan los vientos atlánticos, que moderan las temperaturas ayudando a evitar golpes de calor y favoreciendo una maduración más equilibrada. La uva se cultiva a pie franco en una única parcela, cuya situación da dos expresiones diferentes.
Terrantez do Pico (Azores Wine Company)
La terrantez do Pico es una variedad autóctona de las Azores, casi extinta en la actualidad. Cuando António Maçanita, enólogo de Azores Wine Company, decidió involucrarse en su recuperación, el recuento de vides era inferior a 100 cepas. Hoy, gracias al impulso de esta revolucionaria bodega de Isla de Pico, la terrantez se está replantando poco a poco en la región.
Este vino demuestra el potencial de esta variedad única en su especie, superviviente de un terruño volcánico extremo. Un blanco puro, mineral y salino, completamente diferente a lo que hayamos probado antes, reflejo del suelo y el clima de una isla gobernada por la Montaña del Pico.
Arinto dos Açores (Pico Wines)
Fundada en 1949, Pico Wines es la cooperativa que acoge a la mayoría de los viticultores de la isla azoriana, con el objetivo de recuperar un pasado de esplendor y gloria en materia vitivinícola. La llegada del enólogo Bernardo Cabral, en 2017, marcó un antes y un después en la vida de los vinos de Pico, con los primeros monovarietales de verdelho, arinto dos Açores y terrantez do Pico, uvas autóctonas casi desaparecidas que hablaban del terroir volcánico de este lugar tan singular.
Las cepas con las que se elabora Arinto dos Açores han sido mimadas como bebés en pro de conseguir la más alta calidad. Fermentado en barrica de roble francés y con una crianza de 6 meses con lías finas, se trata de un vino blanco persistente y salino, con marcada acidez y una característica mineralidad, donde las frutas tropicales frescas se equilibran con los sutiles matices de la madera.
Colheita Seleccionada (A Cerca dos Frades)
Hace unos cuatro años, Tito Silva compró unas viñas abandonadas que habían pertenecido a los curas franciscanos de Isla de Pico, Azores. El suyo es uno de los preciosos proyectos de recuperación de viñedo que se están llevando a cabo en este archipiélago portugués en los últimos años.
Tras terminar la construcción de su propia bodega, en 2019 lanzó sus primeros vinos elaborados a partir de variedades locales y de viñas plantadas en suelo basáltico de lava seca, protegidas de la maresía (brisa marina) por los impresionantes currais (murallas de roca volcánica) que conforman el particular paisaje Patrimonio de la Humanidad de Pico.
A Cerca dos Frades Colheita Seleccionada es un blend de verdelho, arinto y terrantez fresco y elegante, que habla de la tierra donde nace. Salino y mineral, con una alta acidez y un gran potencial de evolución en botella.