Federico Simón espera en la cola, dentro de su coche, entre tres y cuatro horas. Cuando le dejan pasar atraviesa la puerta de su bodega y se pone a trabajar. Está en plena vendimia, terminando la fermentación de los tintos, y los depósitos de acero inoxidable con temperatura controlada, siguen bajo control. Da gracias a que no les han cortado la luz, porque de haber sido así, el vino de los depósitos habría hecho una fermentación tumultuosa y se hubiera estropeado. Las bombas siguen funcionando, y menos mal, porque hay que hacer trasiegos. Están a punto de terminar, pero ya le obligan a salir y no podrá volver a la bodega hasta dentro de tres días. Se va cruzando los dedos, y el hecho de que los blancos ya están terminados le tranquiliza un poco.
Simón es el apellido de los hermanos propietarios de bodegas Tamanca, y Federico es el enólogo de la familia. La firma es más o menos la cuarta en producción de la isla de La Palma, y junto a otra cercana, más pequeñita, son las dos afectadas por el volcán. Están evacuados y confían en que la lava no les afecte, porque sería un desastre para ellos y todos los vecinos del Barrio de Las Manchas San Nicolás, en el municipio de El Paso. Y en estos momentos en que los enólogos de toda España están febriles trabajando en la culminación de sus vendimias. Todos preocupados, nadie se mueve a pie de depósito o de viña, te comentan, incluso algunos duermen en la bodega, sostienen, Federico solo puede entrar unas horas cada tres días. Y lo está consiguiendo.
La denominación de origen Palma
En la isla de la Palma, La Isla Bonita, para quien la conoce o la conocemos, hay una denominación de origen de los vinos (La Palma) que reúne a 18 bodegas, generalmente pequeñas y de poca producción. Según Eva Hernández, gerente del Consejo Regulador de la D.O La Palma, hay 485 hectáreas en producción y una elaboración total que oscila sobre el millón de litros al año. Probablemente la décima parte de una gran bodega riojana. Los Simón, con sus 45 hectáreas de viñedo, son sobre el 10 %. Hectáreas, ahora cubiertas de cenizas, pero ya vendimiadas, que el tiempo, la lluvia o ellos mismos limpiarán para el año que viene.
La mayor parte de los viñedos y bodegas de la isla están en el sur, en Fuencaliente, donde también está le sede del Consejo Regulador. Hay bodegas en la zona este, llamada Hoyo de Mazo, y la otra zona es Norte de La Palma. Y disponen de una curiosidad, que son los vinos de Tea. Admitidos como especiales por el Consejo Regulador, y que son vinos criados en barricas de pino canario (tea), que trasmiten unos aromas clarísimos a resina, y que tienen una lógica similitud con los retsinas griegos, tan famosos y curiosos, pero distintos ya que añaden resina de pino en la fermentación.
La Macaronesia
Pero los vinos de La Palma forman parte del conjunto de los vinos canarios; incluso más, de los vinos de la Macaronesia, como se llama al conjunto de islas situadas en la parte oeste del norte de África, en donde además de los canarios están los de Azores, Madeira, Cabo Verde e Islas Salvajes que tienen todos un punto en común, y es que son viñedos especiales, una suerte de jardín botánico de la viticultura. Variedades de uvas ancestrales plantadas en las islas a principios del siglo XVI, que llegaron de la Península, incluida Portugal a sus territorios, y que nunca sufrieron la plaga de la filoxera, que se han aclimatado después de estos 500 años.
Una de sus joyas es la malvasía de Creta, con la que han hecho históricamente vinos blancos deliciosos, que los británicos importaban con determinación, y los llamaban canary o sack; y de los que por cierto Shakespeare era un gran propagandista, entre otras razones porque su suegro comerciaba con ellos. Además, disponen de variedades estupendas como la listán prieta (negra) y blanca, la negramoll, verdello, albillo…
Camino de América
En 1505 llegaron a La Palma los primeros conquistadores peninsulares que fueron para quedarse, y plantaron viñas para hacer vino por primera vez. En el resto de las islas ocurrió lo mismo. Años después con el comercio con las colonias americanas los vinos canarios florecieron, porque era mucho más cómodo cargar vino allí que llevarlo desde los puertos peninsulares. Y más saludable. El agua se podía corromper en las largas travesías, pero el vino no.
En La Palma, a mediados de los cincuenta del siglo pasado, resultó mucho más rentable trasformar los viñedos en plataneros; aunque aun así no tienen problemas. Los vinos de Canarias en general no son baratos, y tienen la virtud de que se venden íntegramente en las islas; es más, falta vino que las bodegas peninsulares se apresuran a llevar. Cosas del turismo.
Federico Simón, en estos días volverá a entrar en su bodega un rato, a ver si termina de una vez. Todo indica que sí; y si no ocurre un desastre cuando el volcán se pare no habrá ninguna bodega afectada, y quizá, con el paso de los años nos den paisajes vinícolas tan espectaculares como los de Fuencaliente, y La Geria en Lanzarote.