Arroz

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Actualidad gastronómica

Alimentos milagrosos, no os creáis todo lo que se dice

Una pequeña reflexión sobre la justificación pseudocientífica que se emplea en algunos medios para vendernos información sobre alimentos milagrosos.

26 marzo, 2015 21:27

Nunca antes fue tan fácil como ahora acceder a información. Gracias a Internet, con unos cuantos clicks de ratón podemos acceder a millones de noticias cada día procedentes de los rincones más insospechados del planeta. Mientras desayunamos podemos echar un vistazo a la prensa internacional del día estemos donde estemos y sin que nos cueste dinero.

Esto que, en apariencia puede resultar tan beneficioso, si no se tiene cuidado con lo que se lee, puede llegar a ser hasta peligroso, pues precisamente esa creciente avidez por el consumo de información que tenemos hoy en día acaba siendo el negocio de algunos que, muchas veces, buscan el sensacionalismo con el único fin de obtener más lectores. Y es comprensible, a todos los que nos dedicamos a escribir nos gusta que nos lean.

Alimentos milagrosos, ¿por qué no hay que creérselo todo?

Os cuento todo esto porque ayer mismo leía esta noticia en The Washington Post  en la que se “informa” de que unos científicos de Sri Lanka han descubierto que si cocemos el arroz con un poco de aceite de coco y lo dejamos enfriar en la nevera 12 horas, luego ya podemos recalentarlo y consumirlo felices que va a tener la mitad de calorías. Además en el artículo se da una explicación “científica” de cómo es posible tal milagro.

Ante semejante notición, no me quedó más remedio que abrir los ojos como platos, dejar que se enfriara el café que me estaba tomando -porque me olvidé de él- y centrar toda mi atención en la noticia que estaba leyendo. No es que me guste mucho el arroz recalentado, pero en fin, a veces con tal de mantener la línea una puede hacer sacrificios como ese si es verdad que es cierto.

Lo primero que me resultó extraño fue que en la noticia no se nombrase al organismo para el que investigan los descubridores de semejante hallazgo ni mucho menos aparecía enlace a ninguna publicación científica en la que se documentase dicho estudio.

Bueno, no hay problema, tengo internet, yo busco la fuente original -algo que siempre hacemos en Cocinillas cuando os contamos algo sobre temas que tienen que ver con la nutrición y con la salud- a ver qué es lo que han dicho estos investigadores y así veo hasta qué punto han exagerado al contar la noticia. No he encontrado la fuente en ningún portal serio de revistas científicas y con esto no estoy diciendo que el estudio no exista, sino simplemente que no hemos podido contrastar la información, por lo que para mí carece totalmente de valor.

Sí, casi con toda seguridad es cierto que al cocinar el arroz con algo de grasa y dejarlo enfriar se producen transformaciones químicas en los almidones del arroz y que, debido a estas transformaciones nuestro cuerpo los asimile de distinta forma. E incluso puede ser verdad que las calorías aprovechadas por nuestro cuerpo sean algunas menos. Ahora, de ahí a decir que se pueden reducir hasta en un 50% sin nada que lo apoye, me parece jugar con las personas y, más concretamente, con la salud de algunas personas.

 Conclusiones

Muchas veces leemos cosas que pueden ser de sentido común, como que cuanto más procesados -con conservantes, colorantes, etc- estén los alimentos que consumimos menos beneficios aportarán a nuestra salud o que cuanto peores sean las condiciones de cría del ganado que nos abastece de carne peor será la calidad de esta. Eso es indudable.

Pero de ahí a creerse noticias en las que se afirma que hay alimentos que curan el cáncer o el autismo -cuando lo único que hay son estudios en ratones que muestran que hay algunos indicios de que podrían ayudar a tratar estas enfermedades-, que os prometo que se leen por ahí, hay un abismo del que debemos ser conscientes.

En fin, que ya me he desahogado, que me pone de los nervios cuando se usa la pseudociencia para llamar la atención hasta en la gastronomía vendiéndonos toda clase de alimentos milagrosos. Que como decía mi abuelo, ¡con la salud no se juega!