Ni gratitud, ni meditación, ni ejercicio: las estrategias de felicidad más populares no tienen solidez científica
Un análisis de los estudios sobre las cinco técnicas más populares para aumenta la satisfacción revela la poca consistencia de sus resultados.
24 julio, 2023 02:12El intento de la psicología de superar la llamada 'crisis de replicación' ha dejado cinco cadáveres: los de las cinco estrategias más populares para aumentar la felicidad. Un estudio que acaba de publicarse en una revista del grupo Nature advierte que ninguna de ellas está apuntalada por la suficiente evidencia científica.
Hace algo más de diez años, la disciplina entró en crisis. Si la razón de un estudio científico es la posibilidad de repetir el experimento y obtener los mismos resultados, una serie de proyectos que trataban de comprobar esto hallaron todo lo contrario: en la mayoría de los casos el resultado era completamente distinto.
El problema no estaba en la disciplina en sí sino en la flexibilidad metodológica: era práctica habitual adaptar los objetivos conforme avanzaba el estudio o utilizar un número bajo de participantes (con lo que se pierde la relevancia estadística).
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Una de las soluciones para salir del embrollo fue pre-registrar los estudios, es decir, poner en conocimiento de la comunidad científica las características del trabajo (hipótesis, metodología, tamaño y características de la muestra, etc.) y comprometerse a seguirlo.
De ahí este nuevo estudio, llevado a cabo por Dunigan Folk y Elizabeth Dunn, del departamento de Psicología de la Universidad de la Columbia Británica, en Vancouver. Tomaron un objeto con un amplio número de estudios, como la felicidad, y analizaron cuánto de lo publicado era metodológicamente relevante.
Primero eligieron las cinco estrategias más populares para aumentar la felicidad que hubieran aparecido en los medios de comunicación. Fueron cinco: el ejercicio diario de la gratitud, la meditación o mindfulness, los paseos en el campo, la actividad física y el contacto social.
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De una criba inicial de 1.035 estudios relevantes, solo hallaron 57 que tuvieran las características que buscaban: que hubieran sido pre-registrados, que tuvieran suficiente potencia estadística o ambas.
De hecho, solo hallaron dos estudios sobre gratitud que cumplieran ambos requisitos, otros dos que evaluaban las interacciones sociales pero ninguno en el caso de la meditación, la actividad física y la exposición a la naturaleza.
Efectos inmediatos pero no a largo plazo
Uno de los estudios sobre gratitud pedía a 395 padres estadounidenses que escribieran una carta de agradecimiento y a otros 217 que escribieran sobre cómo habían pasado la semana previa.
Aquellos que escribieron la carta de agradecimiento mostraron niveles significativos de afecto positivo inmediatamente después de la carta, pero a los cinco días de seguimiento no se encontraron diferencias.
El segundo estudio, realizado en estudiantes, mostró unos resultados similares: efecto inmediato pero que se desvanecía con el tiempo.
En otra de las estrategias, el ejercicio físico, los investigadores incluyeron doce estudios que, sin haber sido pre-registrados, tenían relevancia estadística. Juntos, "sugieren que una sola sesión de ejercicio puede mejorar el estado de ánimo. Sin embargo, casi todos los programas de ejercicio a largo plazo no produjeron ningún beneficio en la felicidad".
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En general, los autores de este trabajo observaban que los beneficios de las estrategias eran inmediatos pero no se mantenían en el tiempo.
"La presente revisión", concluyen, "revela que algunas de las estrategias más frecuentemente recomendadas para aumentar la felicidad descansan en una débil base de evidencia".
El 95% de los experimentos de tres de ellas -ejercicio físico, exposición a la naturaleza y meditación- carecen del suficiente potencial para solventar sesgos asociados al tamaño de la muestra.
En el análisis de la gratitud y la sociabilidad hay una evidencia algo mayor sobre sus beneficios, al menos en el corto plazo, pero no se libran de la sospecha de un sesgo de publicación, es decir, que solo se den a conocer los resultados positivos.
No hay excusa
"Hay mucha evidencia acumulada sobre la falta de efectividad y de calidad científica de los estudios sobre la felicidad, el bienestar y el mindfulness, de la cual este estudio es solo el último de ellos", afirma contundente el psicólogo Edgar Cabanas, investigador de la Universidad Autónoma de Madrid y coautor, junto a Eva Illouz, de Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas.
"Lo que esta evidencia muestra es que, cuando los estudios cumplen los mínimos estándares científicos, los resultados que obtienen las intervenciones sobre la felicidad son nulos e incluso negativos, es decir, que no hacen lo que dicen y, en ocasiones, lo que hacen es más bien lo contrario".
Cabanas pone en su punto de mira a la psicología positiva, disciplina dedicada a estudiar la felicidad, especialmente afectada por esa 'crisis de la replicabilidad'. "La ciencia de la felicidad, incluyendo la psicología positiva, tiene ya casi 25 años desde que se inauguró inicialmente, por lo que ha habido tiempo de sobra para hacer las cosas bien. No es excusa".
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Otros expertos, en cambio, se muestran más conciliadores. En declaraciones al Science Media Centre, el profesor de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Oxford Geoffrey Bird apunta no sentirse preocupado por este artículo.
"El registro previo [de estudios] no convierte mágicamente un mal estudio en bueno, ni la ausencia [de registro convierte] en malo un buen estudio. Las muestras pequeñas pueden ser problemáticas, por supuesto, pero disponemos de procedimientos para combinar estudios pequeños y estimar la eficacia de una intervención".
Hablando para el mismo medio, Bruce Hood, profesor de Psicología del Desarrollo en la Sociedad de la Universidad de Bristol y autor de un libro sobre la ciencia de la felicidad que se publicará próximamente, señala la necesidad de una revisión de este tipo para separar el grano de la paja.
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"Lamentablemente, a pesar del gran número de estudios revisados, casi todos estaban mal realizados, lo que los hace susceptibles a sesgos de publicación. Esto no significa que no existan pruebas que respalden estas intervenciones, pero hasta que no dispongamos de un núcleo sustancial de investigaciones bien diseñadas, debemos tratar estas recomendaciones como tentativas y no como firmemente establecidas".
Para Edgar Cabanas, en cambio, la cuestión es clara. La felicidad no es algo que se pueda entrenar como un músculo sino que está estrechamente ligada a las condiciones de vida de las personas, "incluyendo el trabajo, el salario, la familia, la desigualdad social o la inestabilidad vital".
Y advierte: aunque ahora se empiecen a hacer mejores estudios sobre las estrategias de felicidad, van a tener que incluir variables y consideraciones sociales, culturales y económicas "que sistemáticamente tienden a ignorarse en estos estudios, algo que también afecta a las conclusiones que se sacan de ellos".
Es decir, que si a la hora de evaluar la felicidad de una persona no tenemos en cuenta todo lo que le rodea, probablemente volveremos a errar el tiro.