"La música es el corazón de la vida". Ésta es la frase que se le atribuye al compositor y pianista austríaco Franz Liszt. Aunque bien podría ser el título de la vida de película de Marta Cinta, la exbailarina y enferma de alzhéimer que se emocionó en un vídeo que se hizo viral donde escuchaba a Tchaikovsky. Pero que hasta entonces solo se hayan mencionado intérpretes de un determinado estilo no significa que escuchar música clásica nos haga ser más inteligentes. Sin embargo, sí que puede ayudarnos a prevenir los problemas de pérdida de memoria, ya escuches a Mozart, The Rolling Stones o Quevedo.
Así lo ha demostrado un estudio publicado este año en la revista Reviews in the Neurosciences, en el que aseguran que la música tiene beneficios en personas con enfermedades neurológicas. Aunque no se trata del primer trabajo que viene a relacionar ambas cuestiones, pues algunos de ellos, como es el caso de este estudio publicado en Frontiers in Psychology, definen a la música como una dopamina, un neurotransmisor 'de moda' al producirse con el uso de aplicaciones como Instagram, Tinder o TikTok.
Aunque volviendo al son de la misma, ¿cómo se explica que escuchar música sirva de ayuda en pacientes con graves problemas de pérdida de memoria? Pues bien, la respuesta está en que las áreas cerebrales claves relacionadas con la memoria musical están poco afectadas por enfermedades como el alzhéimer. Así, los investigadores sugieren que los recuerdos musicales suelen conservarse en los pacientes con esta enfermedad neurodegenerativa.
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Así, las canciones se han convertido en un método —al igual que lo son la repetición de números y palabras— con el que tratar a este tipo de enfermos, ya que consigue que evoquen recuerdos del pasado. El neurólogo y portavoz de la Sociedad Española de Neurología (SEN), el doctor Manuel Arias, explica a este periódico que "hay gente que aunque no sepa mucho de armonía o de composición conserva el procesado emocional de la música".
La música nos une
Desde la escena de una familia escuchando música en su salón alrededor de la radio hasta conciertos que llegan a reunir a 5.000 personas pese al riesgo de contagio que pueda haber. Quizás no haya nunca un estudio científico que sea capaz de explicar el poder de la música para que nos reunamos con familiares y amigos. Aun así, lo seguimos haciendo incluso con una sociedad que cada vez es más individualista.
Esto se debe a que la música sigue considerándose, pese a todo, una forma de comunicación no verbal necesaria para el ser humano. Es por este motivo por el que las personas con demencia, que suelen perder su capacidad de comunicarse, tienen una vía de "salvación" en la música. Como demuestra un reciente estudio de la Universidad de Northwestern (Estados Unidos), publicado en la revista Alzheimer Disease and Associated Disorders.
Esta emotiva investigación llevó a un conjunto musical a interpretar frente a personas con demencia que se encontraban en las últimas fases de su enfermedad canciones de la juventud de éstos. Según los autores del trabajo, se creó así una conexión emocional entre el paciente y su cuidador, al interactuar juntos con la música cantando, bailando y tocando instrumentos sencillos.
El peligro de obsesionarse
Hasta entonces los expertos se habían centrado en estudiar acerca del papel que tiene la música a nivel cognitivo cuando la escuchamos. Pero, ¿qué sucede al tocar un instrumento? La respuesta es bien sencilla: si todavía no te manejas como intérprete, mejor será que aprendas antes de que pierdas la memoria. Y es que una investigación publicada en la revista Psychological Science asegura que tocar un instrumento tiene una mayor ventaja cognitiva en el futuro.
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En este sentido, el doctor Arias pone como ejemplo al compositor francés Joseph Maurice Ravel, quien "pese a tener una demencia frontotemporal, fue capaz de componer en los últimos días teniendo ya un trastorno importante", explica en declaraciones a EL ESPAÑOL. Este neurólogo no se aventura a señalar un determinado estilo de música para mejorar una posible pérdida de memoria, como sí hacía este estudio del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria en Santa Cruz de Tenerife, en el que se aseguraba que "el reguetón provoca mayor actividad cerebral que escuchar clásica o folclore".
Momentos antes de que comenzara la entrevista con este periódico, Arias reconoce que ha escuchado por primera vez el éxito musical de Quevedo y Bizarrap. Y aunque se guarda para él su opinión acerca del mismo, advierte que "se ha de tener cuidado conque el paciente de alzhéimer no se obsesione con un tipo de música concreto".
Sin duda, el escuchar música clásica o una sesión de jazz no va a 'curar' a nadie de ningún tipo de enfermedad, pues no ha habido "ninguna diferencia" en estudios que, por ejemplo, han querido comprobar el poder que tiene la música en la rehabilitación de un ictus. Pero "sí que estaban menos deprimidos, y esto es muy importante para alguien con un déficit neurológico", señala este experto en música y cerebro, que además de estudiar la relación entre ambas, también lo 'pone en práctica' al llevar una carrera musical de manera amateur.