En el currículum de Pablo Suárez González (Madrid, 1985) figura un doctorado en Ciencias Geológicas por la Universidad Complutense de Madrid, un Máster en Geología Ambiental y Recursos Geológicos y estancias en Estados Unidos, Alemania y Francia para estudiar microbialitas (rocas que en realidad son fósiles de comunidades microbianas), en las que se ha especializado.
También aparece, y esto es más inusual, una licenciatura en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Pero los que no figuran son sus dos poemarios: Camino de ayer (Libros del Aire, 2015) y Triple Encrucijada, que acaba de publicar con la editorial Cuadernos del Laberinto y que estará firmando el próximo 11 de junio en la Feria del Libro de Madrid.
"Se confunden los vivos con los secos / cuando el calor dirige sus corazones para que amen la luz, consiguiendo el efecto contrario", escribe en 'Odas de La Dehesa', la primera parte de esa triple encrucijada. A pesar de su formación y de su querencia por la naturaleza, Suárez rehúye de darle un trasfondo geológico a toda su poesía, "no voy a dedicarle un poema a la tectónica de placas", aunque reconoce que la geología es una de las ciencias más poéticas, "más cercanas a la metáfora".
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Lo explica así: "Cuando paras en un mirador, lo que estás viendo es geología, toda la biología descansa sobre ella. Nosotros vemos un paisaje, el geólogo ve más allá, que es la traducción literal de metáfora. Si es una roca ígnea, estamos viendo un magma que se enfrió hace millones de años, al salir a la superficie. O un río en que se fueron sedimentando areniscas, o un mar tropical donde se formaron pequeños fósiles que dieron lugar a la roca calza. Estamos siempre viendo una película, una historia, en algo estático como una roca".
Si uno lee seguidas sus principales líneas de investigación también encontrará algo rítmico, evocador: Sedimentología, Estratigrafía, Carbonatos, Tectónica, Sedimentación. "Eres la segunda persona en un mes que me lo dice. Hace poco le mandé el libro a un grandísimo poeta español, Jaime Siles. Me dijo que había una gran belleza en el lenguaje geológico, tienen sonoridad".
La encrucijada de la geología y la poesía está más transitada de lo que parece. "Clara Andreu, que presentó mi libro, tiene uno, Escala de Mohs, como la que se utiliza para medir la dureza de los minerales". U otra Clara, Janés, que en su obra Lapidario "utiliza fósiles, rocas y minerales como elementos para fabricar un poema".
Quizá desde el lado científico esté menos transitado este camino. "Los literatos han visto mucho potencial en la ciencia pero muchos científicos no aceptan esa doble vía, lo tachan de palabrería". No es así: "Los científicos quieren llegar a la verdad, la verdad unívoca (que, por cierto, no existe: es un consenso), pero la literatura y la poesía también intentan llegar a a una verdad. Son métodos y objetivos diferentes pero parecidos: alcanzar una verdad que está oculta y tenemos que trabajar para llegar a ella".
De hecho, él afronta un poema y un artículo científico de la misma manera: hay que confiar en la inspiración pero la mayor parte será dedicación y método. Arrebatos poéticos en mitad de la naturaleza los tiene, claro: los apunta en el smartphone pero los tendrá que trabajar, y mucho, más tarde. Por cierto, "mis compañeros confían en mí para los títulos de los artículos, para que suenen atractivos".
Con todo, Suárez no se encuentra solo en este terreno. "Un compañero, Lope Ezquerro, y José Luis Simón, de la Universidad de Zaragoza, editaron un disco, 'Tierra. Poemas y música de las esferas', en el que utilizaron las sucesiones de estratos como ritmos y las musicalizaron. Con este chicho me sentí acompañado: no estoy tan solo ni tan loco".
De lo dinosaurios a Cernuda
Suárez cuenta que el gusto por la ciencia y el arte le acompaña desde el nacimiento: su madre fue profesora de matemáticas antes de jubilarse; su padre, profesor universitario, nunca ha parado de escribir poesía.
Él tenía claro desde un principio que quería estudiar Geología. "Ya antes de Parque Jurásico estaba obsesionado con los dinosaurios". Empezó la carrera con ese objetivo "y luego ya descubrí las rocas sedimentarias, la estratigrafía, y me decanté por otros derroteros".
Así se dio cuenta que lo que le fascinaba de los dinosaurios era que estaban enterrados bajo capas y capas de tierra, cada una contando su propia historia. "Vivieron en un paisaje hace muchos millones de años. Cuando los desenterramos, estamos reconstruyendo ese paisaje y la historia natural".
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Su afición por la poesía no sólo le venía de familia. Su profesora de literatura de 4º de la ESO en el colegio Nuestra Señora del Recuerdo, Olga Casanova, espoleó la motivación. O como dice el propio Pablo, "la semilla estaba en casa con mi padre pero mi profesora supo abonarla bien".
En su clase no solo se leía sino que se escribía y se recopilaba todo, lo que le dio la oportunidad de enseñar sus primeros poemas. Unos años después, ya en 2º de Bachillerato, un premio de poesía del Colegio Oficial de Licenciados en Filosofía y Letras de Madrid terminó de redondear la vocación. "Como todo en la vida, cuando recibes un buen feedback, te va animando cada vez más".
Su alma renacentista (también es músico) y las obligaciones familiares –habla con EL ESPAÑOL justo después de haber llevado a su hija a la consulta del médico– le ha impedido prodigarse más en terreno literario. Algunos de los poemas que incluyó en Camino de ayer los había esbozado siete años atrás. Los de Triple Encrucijada, a pesar de su carácter temático, empezaron a tomar forma en 2013. "Voy a 10 años por libro, no me quita demasiado tiempo del día a día", bromea.
Por eso tampoco puede involucrarse demasiado en la escena poética, en 'estar donde hay que estar' tan importante para el arte: conocer y que te conozcan. "Es algo que me gustaría pero siento que no es mi liga. Sí que lo hago en la ciencia: asistencia a congresos, revisar artículos de otra gente, hacer colaboraciones, intentar que te publiquen revistas prestigiosas…" De nuevo, ciencia y arte no están tan lejos como parecen.
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A pesar de no entremezclarlas, Suárez cree que se necesitan, sobre todo después de la revolución de la Física del siglo XX. La teoría general de la relatividad y la física cuántica escapan de tal forma a nuestra percepción habitual que necesitan la poesía para ser explicadas.
Lo mismo le pasa a la Geología. "Todo el concepto de tiempo que manejamos está fuera del alcance de un ser humano. Un millón de años, cuando lo piensas… ¡Y la Tierra tiene 4.600 millones! El universo, 13.000 millones. Ningún ser humano ha visto, ni puede llegar a ver, la subducción de una placa, o una orogenia (la formación de cadenas montañosas). Por eso necesitamos, mucho, el lenguaje poético".