El genial científico español que descubre los secretos de los mamuts desde un laboratorio en Suecia
David Díez del Molino ha trazado un mapa genético de la icónica especie para conocer por qué triunfó y qué es lo que le llevó a desaparecer.
15 abril, 2023 02:48Nunca ha desenterrado uno con sus propias manos, pero este vallisoletano es la persona que conoce los secretos más íntimos de los mamuts. Por eso, cuando le preguntan si le han tentado desde las compañías que buscan regresarlos a la vida, se muestra tajante: "Yo no me dedico a la ciencia-ficción".
La semana pasada, el grupo de investigación de David Díez del Molino en el Centro de Paleogenética de Estocolmo (una alianza entre la Universidad de Estocolmo y el Museo Sueco de Historia Natural) publicó el mayor mapa genético de estos icónicos animales prehistóricos.
Son 16 genomas completos, algo impensable hace solo unos años. "Nosotros empezamos con ADN mitocondrial, que tiene unos 16.000 pares de bases", comenta. Un genoma humano completo contiene 3.200 millones de pares. Solo el avance en los sistemas de secuenciación ha permitido rescatar y usar tal cantidad de material.
[El "científico loco" que quiere resucitar mamuts en cinco años para salvar el Ártico]
Compararon estos 16 genomas de mamuts, de hasta 100.000 años de antigüedad, con los de otros seis más antiguos y 28 elefantes actuales y descubrieron mutaciones exclusivas de estos seres prehistóricos, desde el pelo al tamaño de las orejas o la adaptación al frío.
Esto podría marcar la hoja de ruta de Colossal Biosciences, la empresa empeñada en desextinguir al mamut, pero aquí viene el jarro de agua fría: "Hay una lista de más de 3.000 genes con mutaciones exclusivas de los mamuts, y seguramente tengan muchas otras cosas que no hemos podido encontrar". Tal cantidad de genes propios complica notablemente la aventura. Aunque Díez reconoce que le encantaría ver a uno vivo con sus propios ojos, sabe que, si sale algo de aquella aventura, será de todo menos un mamut.
Este no ha sido el primer hito que consigue Díez del Molino desde su llegada a la capital sueca hace siete años. En 2021, su laboratorio publicó las que fueron, hasta ese momento, las muestras de ADN más antiguo (también de mamuts) encontradas: entre 700.000 y 1,2 millones de años.
El récord fue superado el año pasado con los dos millones de años de antigüedad del ADN encontrado en Groenlandia, pero al recordárselo no se muestra competitivo sino esperanzado: "Cuando discutimos sobre cuál es el límite, se suele poner 2,6 millones de años, pero seguramente pueda encontrarse ADN más antiguo", apunta con una media sonrisa. "Solo hay que tener mucha suerte para encontrarlo".
Este joven investigador (cumplirá los 40 años en 2024) es un culo inquieto. De Nava del Rey, el pueblito de 2.000 habitantes donde se crió, a la Universidad de Salamanca, donde estudió Biología. De ahí dio el salto a Madrid, donde realizó un máster en Biología de la Conservación, y de ahí, a Girona, donde pudo doctorarse analizando la genética de un pez que lleva invadiendo sus ríos durante los últimos 20 años, la gambusia.
"Yo no era un estudiante de sobresalientes y me era difícil conseguir becas", reconoce. Al acabar cada nuevo paso académico, se le abría un abismo: ¿qué hacer? Aunque afirma que no tenía muy claras las cosas más allá de su amor por la biología, todos los pasos que iba dando le encaminaban hacia dos temas: la genética y la extinción de las especies.
Los primeros agricultores europeos
Así, tras mucho consultar, decidió moverse a Londres a un proyecto "increíble": analizar ADN humano antiguo para investigar los orígenes de la agricultura. Así, el rastro genético de los primeros agricultores europeos lleva hasta las actuales Grecia y Turquía, demostrando –a nivel molecular– cómo la domesticación de las plantas llegó al continente desde el suroeste asiático.
En este punto, Díez del Molino reconoce haber tenido suerte porque el ADN antiguo "es un campo bastante joven y con mucho potencial para seguir creciendo. Ha habido un 'boom' en los últimos 10 años de innovaciones de laboratorio y tecnologías de secuenciación".
[Ésta es Lola, la chica 'reconstruída' a partir del "chicle" que masticó hace 5.700 años]
De Londres dio el salto a Estocolmo, a la que afirma que se acostumbró muy bien en los veranos… y no tanto en los inviernos. "Son cinco horas de luz, se hace de noche a las dos de la tarde". El frío también es intenso pero, viniendo de Valladolid, no es algo que le haya afectado demasiado.
A pesar de que su cercanía al Ártico pueda hacer pensar a cualquier que estará todo el día desenterrando huesos de mamut, el joven paleogenetista español que no ha salido una sola vez al campo y que apenas ha pisado los laboratorios: su trabajo es frente al ordenador, analizando las cantidades ingentes de datos producidos por las muestras de mamuts cada vez más grandes que van obteniendo.
Es a lo que se dedica en cuerpo y alma el grupo de investigación que lidera en el Centro de Paleogenética de Estocolmo. Integrar datos genéticos prehistóricos, históricos y actuales para entender la evolución de las poblaciones y su conservación… o extinción.
[Recuperan ADN neandertal a partir del sedimento de un yacimiento de Atapuerca]
El caso de los mamuts es muy interesante. Se extinguieron hace unos 10.000 años, posiblemente por una combinación de la acción humana –que diezmó la megafauna mundial en solo unos miles de años– y cambios en el clima.
Sin embargo, una pequeña población sobrevivió durante 6.000 años más, en la isla de Wrangel, al norte de Siberia. "La pregunta que hacemos es qué pasa a nivel genético en una población pequeña y si eso tiene la capacidad de llevar a una especie a la extinción o no".
Guerra, inflación y mamuts
No se trata de una pregunta inane. Responderla puede dar la clave para la conservación de la biodiversidad en un momento en que una amenaza climática de un corte muy distinto a la que impactó a los mamuts puede causar estragos irresolubles.
No obstante, hay un pequeño problema para responderla. La guerra de Ucrania ha impactado de lleno en el día a día de un experto en mamuts porque la gran mayoría del material con el que trabaja procede de Siberia. Desde hace un año, no tienen acceso al mismo, incluso muestras que ya habían sido adquiridas y estaban preparándose para ser enviadas a Estocolmo quedaron paralizadas en suelo ruso.
"De momento no hemos ralentizado la investigación porque tenemos muchas muestras de años atrás pero, si esto sigue así, tendremos problemas en los próximos años", confiesa. De ahí que hayan diversificado la procedencia de sus mamuts y ahora dan prioridad a los yacimientos de América del Norte y Groenlandia. Esto le va a permitir hacer este verano su primera incursión de campo, en la región canadiense de Yukon, que hace frontera con Alaska.
Pero la actualidad también ha impactado de otra forma en su trabajo. "El precio del material de laboratorio se ha incrementado un 25% entre diciembre y enero". Reconoce que la gran cantidad de financiación y becas recibidas les está permitiendo afrontar sin problemas una inflación disparada, pero "las cosas son muchísimo más caras y cada vez es más difícil hacer un presupuesto para un proyecto de investigación".
Mientras pueda, Díez del Molino seguirá desentrañando los misterios de los mamuts. El animal más icónico de la prehistoria esconde las claves para que las especies más representativas de nuestro mundo actual no acaben como él. "Era una especie tremendamente exitosa en su adaptación durante cientos de miles de años y, de repente, en unos pocos miles, desapareció. Hoy tenemos especies amenazadas, que se están extinguiendo, y podemos extrapolar la información de lo que le pasó al mamut para que no les ocurra lo mismo".