Navegar en internet cada vez nos genera más temores y dudas, nos pasamos el día aceptando las famosas “cookies” que no sabemos a dónde nos conducirán. Resulta que siempre nos habíamos leído todo lo que suscribíamos cuando firmábamos un contrato para asegurarnos de que no asumíamos nada que no quisiéramos, o no aceptar cláusulas o compromisos que posteriormente nos acarrearan problemas o responsabilidades que no queríamos asumir.
Ahora con internet, estamos permanentemente aceptando lo que nos plantean porque queremos seguir accediendo a la información que estamos consultando. Por otra parte, ¡¡¡cualquiera se pone a configurar las cookies!!!. Habrá gente que lo haga, pero creo que es una minoría en cuanto que lo que necesitas en el momento es información. Es verdad también que este acceso rápido y permanente que tenemos ahora a la información no lo habíamos tenido antes.
La era de la tecnología y la información en la que vivimos nos ha facilitado el acceso a un universo de conocimiento e información nunca antes vivido.
Ahora bien, la aceptación de cookies, la participación en redes sociales dónde ingresamos todos nuestros datos y los compartimos con millones de usuarios y con las empresas propietarias, nos colocan en un nivel de vulnerabilidad altísimo.
La protección de los menores
La Comisión Europea acaba de abrir una investigación contra Meta por los efectos negativos que tienen sus redes en los menores, Bruselas piensa que tanto Facebook como Instagram pueden estimular adicciones en los niños y generar efectos de “madriguera de conejo” que afecten su percepción de la realidad, esto quiere decir que puedan creer que son reales algunos de los montajes que circulan por la red. La preocupación porque estas redes no hagan bien su trabajo surgió cuando una exempleada de Facebook filtró que existían miles de documentos que probaban que los directivos de Instagram sabían los efectos perjudiciales que la red social tenía para los menores.
Al mismo tiempo, han empezado a plantearse muchas quejas y dudas sobre el uso que Google hace de toda la información a la que accede a través del Workplace for Education, que los colegios utilizan para impartir enseñanza y que utiliza múltiples herramientas como Classroom, Meet, Google docs, formularios y Google chat. Para todo esto cada usuario debe crearse una cuenta y aunque Google no puede usarlo para fines publicitarios, no se dice nada de su uso para otros fines. Se están planteando denuncias ante la Agencia Española de Protección de Datos para que tome cartas en este asunto. En Dinamarca se obligó a los colegios a crear su propia base legal para desvincularla de Google y el uso de datos que la compañía americana podía hacer.
Deep y dark web
Realmente la privacidad de nuestros datos y de toda la información que aportamos a internet tienen un serio riesgo. Cuando accedes a un conocimiento más profundo del funcionamiento de la red te das cuenta de que lo podríamos denominar como un enorme iceberg en el que la parte visible es muy pequeña y es la parte superficial, que es dónde accedemos con los motores de búsqueda que todos conocemos como Google y otros. Lo que no se ve que podría denominarse Deep Web es mucho más de lo que vemos y es lo que podríamos señalar que está situado en la parte profunda del iceberg y aquí no podemos acceder con facilidad.
Dentro de ella está la Dark Web, dónde se producen todos tipo de actividades que tienen que ver con actividades delictivas, desde la compra de armas, drogas o incluso la contratación de un sicario… También hay periodistas y activistas que pueden defender causas justas en países en los que no hay libertad de expresión. La forma de pago en la Deep Web son los bitcoins, una moneda digital de la que no puedes conocer la identidad, lo que permite a los usuarios realizar transacciones amparados en el anonimato.
Sinceramente creo que no sabemos nada de lo que hay en internet, es muy difícil cifrar la dimensión que tiene la Deep Web, que es precisamente donde esta la mayor parte de la información y se podría cifrar en 500 veces más grande que la superficial. La Dark Web es más difícil de medir, aunque es buena para eludir la censura como señalaba, lo que sí es claramente es un lugar para la ciberdelincuencia, donde el delito tiene pleno desarrollo.
Proteger a los ciudadanos en la era digital
Ciertamente las normas, la regulación legal siempre va más lenta que la realidad social. Esto ha sido así históricamente, pero en este momento este desfase entre realidad tecnológica y ordenación legal es mucho mayor. Los ciudadanos estamos absolutamente indefensos ante la realidad de internet. Nuestra privacidad y nuestros datos están totalmente expuestos y la posibilidad de que suframos ataques o seamos victimas de delitos es muy grande.
El incremento del número de ciberdelitos crece exponencialmente cada año y refleja con claridad la situación: el último registro es de 2022 y son cerca de 375.000 los denunciados multiplicándose por cinco el dato en los últimos cinco años.
No sabemos hacia donde vamos cada vez que metemos nuestros datos en internet, nos incorporamos a una red social, escribimos y recibimos correos, hacemos fotografías y videos, nos escribimos mensajes, consumimos información y conocimiento, tenemos nuestras cuentas y tarjetas de crédito, hacemos transacciones con ellas. No somos conscientes de quien puede estar accediendo a ellas, ¿en qué momento en una página en la que haces un pago puede haber alguien copiando tu tarjeta?
Estamos absolutamente indefensos ante todo el universo que se está generando a través de internet y nosotros permanecemos como corderitos expuestos ante las fauces de un enorme león que es la revolución tecnológica a la que estamos asistiendo.